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Es con íntima satisfacción, que incluímos, en este número, la versión de la brillante exposición que desarrollara el Consejero Nacional Don Martín C. Mart ínez, en el curso de la 137a sesión ordinaria, del Consejo de Estado, publicada en su Diario de Sesiones del día martes 24 de abril del corriente ano.
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Durante dicha intervención, el Consejero Mart(nez trató un tema que nos preocupa hondamente, en tanto que ciudadanos, arquitectos y estudiosos de Historia de la Arquitectura. Por ello nos congratulamos sobremanera, que en el seno del Consejo de Gobierno haya quien se interese por este tópico, trascendente en cuanto al mantenimiento y /o recupera ción de las obras edilicias de significación histórica y estética. que constituyen el acervo cultura l de la Nación. Nos do1ió v nos duele constatar el van dalismo de la piqueta demoledora, que la emprende, sin d iscern im iento, a veces sobre obras arquitectónicas de real valer - como fue el caso que denunciára mos desde estas
mismas páginas v desde el diario "EL PAIS", de la residencia Dodero de Vilamajó v ahora la que fuera vivienda de la familia Mezzera Alvarez, del Arquitecto Fresneda Siri.
PRESERVACION DE OBRAS DE VALOR HISTORICO SEÑOR PRESIDENTE.Tiene la palabra el señor Consejero Mart ínez . SEÑOR MARTINE Z.- En la última Sesión del Consejo, al mencionarse, con relación a un Provecto de Lev la desaparición del viejo Mercado Central, el señor Consejero Garda Capurro realizó una oportunísima intervención recordando el valor v la necesidad de preservar los monumentos históricos. A sus siempre cultas y sensatas palabras, se sumaron las del señor Consejero Nicolich v las de quien habla. Lo hicimos motivados en la necesidad de expl icar el por qué no habíamos podido salvar de la demolición el Mercado Central v sí, en vez, el Mercado del Puerto. Estas reflexiones nos trajeron a la rea lidad de un tema que nos fue siempre importante v grato. v por eso es que os pedimos hov la dispensa y la paciencia de soportar una pequeña exposición al respecto .que procuraremos sea lo menos tediosa posible.
No es posible, entendemos nosotros, proceder con tal ligereza. La ciudad, como decía Rodó, "puede ser grande o pequeña, rica o pobre, activa o estática; pero se la reconoce en • que trene un esprrrtu, en que realiza una idea y en que esa idea v ese espíritu relac ionan armon iosamente cuanto en ella se hace. desde la forma en que se ordenan las piedras, hasta ~1 tono en que se hablan los hombres". Muchas de esas piedras ilustres están cayendo, víctimas del singular empuje edilicio que -casi nos sentimos tentados a calificar - "azota" a nuestra Muy Fiel y Reconquistadora. •
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Es digno por tanto de menció n, el mantenimiento de una actitud alerta y vigilante que impida lo que puedan llegar a ser desmanes irreparables de los modernos v arrasantes Atilas de nuestra época : los "bulldozer".
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