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ARQUITECTURA
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berberisco su acción no es más que un impulso efímero. Su arte no tiene la virilidad del. arte almohade y si el minarete de Mansoura que construyen a las puertas de Tlemcen evoca el recuerdo de las hermosas torres de Rabat y de Merrakech la mayoría de sus construcciones son menos fuertes que graciosas pero llenas de una gracia infinita. Entre todas las obras merinidas las medersas de Fez ~on las más felizmente concebidas. Las plantas se desta ca n por su lógica simplicidad: estos colegios, fundados por lo~ príncipes para asegurarse el reclutamiento de funcionarios y magistrados adeptos a su política, están constituidos por celdas para los estudiantes y una sala de cursos que si rve también para la oración en común. Estas camaritas y el oratorio se agrupan alrededor de un patio encuaclrado por galerías y adornado en su centro por una fuente. Este patio porticado que constituye la parte esencial en toda construcción musulmana de Occidente ya sea rel igio~a o civil: mezquita, medersa , ho5pi tal, casa habitación o caravanserrallo, es el lugar más agradable y a pesar del carácter tradicional del tema la parte má~ original de la construcción. -Los p.Hios de El-Attarin, de Es-Sahrij, de la Mesbahi ya, de la Bouananiya son iguales sino superio- · JV\AUSOLEO
PATIO
JV\EDERSA
EL· ATTARIN ( J325l
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JV\ARRAKECH
SIGLO XVI
res ai patio de los IE:t>nes y a los pórticos de la ..Alhambra. de la composición, la feliz distri· El equilibric , budón de · los v'á·lo.r.es, . . . la elegancia de los arabescos hacen de estos .viejós; -colegios esp léndidos conjuntos decorativos. 'N'o · importa la po breza de la estructura d e ladrillo ) · mortero, si d esaparece bajo las seducciones de los revestimientos bajo e 1 encaje de las yeserías que envuelven los pilares y tapizan los muros. bajo los mosaicos de tierra esmaltada que e u bren las bases y bajo las incrustaciones de cedro que los corona n. La pátina cálida de estas maderas traídas cte Jos . bosques del Atlas, y el raro vigor de su:; reli Pves J.-..a~tan para dar a Jas medersas de Fez la robustez que ie falta al hermoso palacio de Granada, y estas medersas a su vez dan al pueblo que se agita alrededor de su recogimiento y a la vida musulmana que bulle a sus puertas un significado que la Alhambra ha perdido hace más de cuatrociento~ años. El siglo XIV marca el último período brillante del arte marroquí. El siglo XV, época agitada en su historia política durante la cual la reconquista cristiana amenaza a la Berbería musulmana, es una época muerta para las obras de arquitectura. Bajo el impulso de príncipes fastuosos renace la actividad en el siglo XVI sin embargo las tumbas famosa s de los Saadita s en Merrakech, a las cuales el Sr. de la Neziere dedica generosamente
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