SANTIAGO OLIVER BORN IN GARAGE
Se inició en el ciclismo de competición BMX en la década de 1980, y durante la década de 1990 incursionó en mountain bike y cross country mientras aprendía el oficio de mecánico en la bicicletería Nodari. Fue gerente y bodypiercer en un estudio de tatuajes, donde, asegura, aprendió a escuchar a los clientes y a respetar sus preferencias estéticas. En 2010 volvió a su pasión inicial y fundó uno de los talleres de restauración de bicicletas más famosos y queridos de Buenos Aires. Mucho más allá de un mero lifting estético, su trabajo se concentra en la mecánica y la materialidad, devolviendo a objetos sentimentales la utilidad para que sigan perdurando en el tiempo, pero también en la calle.
¿Cómo describirías a Born in garage?
Es un taller mecánico de bicicletas que trabaja a puertas cerradas, no está abierto al público, y eso nos permite tener más tiempo de dedicación al trabajo. Hacemos restauraciones y mantenimientos mecánicos, pero tuvimos mucha repercusión con el trabajo estético de restauración y de trabajos personalizados. Aunque trabajamos con mecánica antigua y con contemporánea, nos entretiene más la antigua porque es parecida a un juego de habilidad mental, donde tenés muchísimas cosas que resolver antes de siquiera aflojar una tuerca.
¿Qué relación creés que tiene el trabajo que hacen con la sostenibilidad?
El funcionamiento mecánico de una bicicleta utiliza materiales que muchas veces dependen del petróleo: grasas, lubricantes, revestimientos, plásticos, gomas. Nosotros tomamos una bici vieja y la recuperamos, pero eso no es solo darle una lavada de cara al cuadro, sino tratar de recuperarla mecánicamente para sacarle provecho a la mayor cantidad de material que ya está, para no cambiarlo. Eso también significa entender cuando una bici no va a llegar a ningún lado porque está hecha de mala calidad. En mecánica de bici pasa mucho que hay cosas de baja calidad por tener políticas de importación y comercio sin control. La idiosincrasia de los importadores es la del negocio: importan algo pero no los repuestos. Traen un conjunto de cambios pero no las herramientas para desarmarlos o las grasas para mejorarlos. Lo mismo pasa con las compras: ¿para qué van a traer algo más caro si lo más barato se vende igual? Pero por algo es barato: no tiene calidad, no tiene los temples, los torneados de las piezas no son aptos para ser durables. Hay cosas en las que no podemos laburar porque no tendrían que haberse fabricado ni haber entrado al país. Hay ciertos comercios que usan la bandera de la bici sustentable, linda, social, pero que no tienen buen producto. Comercialmente no tiene lógica, pero nosotros laburamos para que el cliente no vuelva más.
¿Qué tipo de trabajo hay en cada bici?
¿Están creciendo este tipo de proyectos en Buenos Aires?
Por ejemplo, para una bici que publicamos recientemente en Biciclub tuvimos un tornero que asistió para adaptar unas partes que eran réplicas de Harley Davison. Más un pulidor, un cromador, pintor y ayudante del pintor. Renata, una de las chicas del taller, armó las ruedas, y Francisco y yo también contribuimos. Para no usar los dínamos obsoletos, armamos uno con led y cargador a batería, para el que trabajó una orfebre. El cliente gastó 15 lucas, pero ¿cuántas personas trabajaron en el proyecto? Se recuperó el 60 por ciento del material de esa bici.
Los talleres hoy se están reproduciendo, pero ojalá entiendan el 65 por ciento del trabajo que no se ve. Yo me fui del gremio (de las bicicleterías) porque me cansé de que el cliente entrara con la energía de que lo iban a tratar mal, de que le iban a hacer pagar algo de más. Nosotros creamos un producto en el que no dependemos de que el cliente vuelva. El hecho de que venga alguien y nos diga ‘Qué buena está la bici, estoy re feliz, te la quiero pagar veinte mil pesos’ por ahí es un 30 por ciento de nuestro trabajo real. El laburo real tiene que ver con la horizontalidad y la forma de trabajar, la transmisión de saberes, el ser compañeros. Tiene que ver con crear una sustentabilidad real de un producto: qué se hace, qué se cobra y qué no. Eso es impagable y nadie te lo enseña en la universidad.
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