HACER DE LA ESCUELA UN LUGAR PARA EL ENCUENTRO, HACER DE LA ESCUELA UN LUGAR PARA TODOS Y TODAS1. Gustavo Galli2 Esta última década ha sido un tiempo de ampliación de derechos. En diversidad de aspectos, para muchos y muchas. Quiénes trabajamos en escuelas, quienes formamos parte del sistema educativo, sabemos que esta ampliación de derechos ha tocado la fibra de la escuela. Y esto nos provoca múltiples preguntas, con y sin respuestas a mano. La Ley de Educación Nacional propone la obligatoriedad de la escuela secundaria. Esto significa que, entre otras cosas, nos invita a los educadores a un cambio de paradigmas, revisar nuestros supuestos y nuestra historia (como educadores y también como estudiantes). Nos propone en (tiempos de TICs) que nos podamos “reformatear”. Esto es, ni más ni menos, que mirar la escuela con otros lentes, pensar otros “formatos” no sólo de la institución escuela, sino también del aula, de las clases, de la evaluación, de los tiempos de recreos, de lo que tenemos para ofrecer-les. Ningún cambio de miradas, de paradigmas, se transita sin conflictos, sin contradicciones, sin discusión, pero tampoco sin decisión política, sin construcción colectiva, sin la voluntad de buscar obstinadamente la forma de recorrer ese camino. Allí donde surgen conflictos proponemos construir respuestas poniéndole palabras, entre los estudiantes, los educadores y entre las generaciones que compartimos la vida cotidiana de la escuela. Cierto es, que muchos adolescentes que hoy están en las escuelas secundarias en otros tiempos podían no estar, o quizás podían salirse de la estructura escolar porque no se “adaptaban” a lo que la escuela “pide”. Hoy sabemos que ellos y ellas están en la escuela porque son sujetos de derecho. Y la educación es un derecho. Y es la escuela la que, en todo caso, debe “adaptarse” a esta nueva realidad. Todos los que estamos o alguna vez estuvimos en un aula como docente o en una dirección de escuela secundaria, sabemos de esas frases hechas que estigmatizan, expulsan, excluyen, que circulan en las veredas de las escuelas, en la esquina o en la plaza, tales como “si no lo sacan a X va a pudrir el cajón”, “no quiero que agarre la mala junta”, “es el hijo de X, que querés con ese padre”. 1
Este artículo es una versión ampliada del publicado como “Ahí donde la inclusión nos acerca, queremos que nos encontremos” En El Monitor Nº 32, diciembre de 2013. 2 Coordinador del Área de Inclusión Democrática en las Escuelas, Subsecretaría de Equidad y Calidad Educativa Ministerio de Educación de la Nación