BOLETÍN INFORMATIVO Año XXV, Número 209, Julio-Set 2015
VICARIATO REGIONAL DE SANTA ROSA DE LIMA - PERÚ
“Enviados a predicar el Evangelio”
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SUMARIO
Mi Carro (4) Semblanza al P. Juan Bastos Noreña (7) El Padre Juan Bastos (9) Una Caja Maravillosa (15) Ocurre en el Colorado (18) Actividades del Vicariato Regional de Santa Rosa (23)
Director: Fr. Samuel Torres Rosas, O.P.
E mail: bolmisdom@hotmail.com
Dirección: Santuario de Santa Rosa de Lima Jr. Chancay 223, apartado 1296 Teléfono (01) 425 12 79
Diseño de edición: Centro Cultural José Pío Aza
Edición electrónica: www.selvasperu.org
Recepción de artículos: Hasta el 15 de diciembre 2015. Enviarlo por correo electrónico
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Editorial
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Nos mantenemos fieles a nuestra cita trimestral, haciéndoles llegar la edición N° 209 del "Boletín Misioneros Dominicos". Como siempre, los meses han transcurrido plenos de actividades y también de novedades, alegres y tristes, hechos que sin duda van marcando la historia y el quehacer de nuestro Vicariato.
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Entre las noticias que nos entristecen, destacamos la muerte de Fr. Juan Bastos Noreña, acaecida en la enfermería de Villava (España). ¡Cómo no recordar a este entrañable y querido hermano, un hombre de gran calidad humana, un buen hermano y compañero de comunidad y sobre todo un excelente misionero! Se fue el día 30 de agosto, Fiesta de Santa Rosa en nuestro Perú, país al que Fr. Bastos quiso mucho y hubiera deseado quedarse en él. Ofrecemos una reseña y una entrevista que le hicieran hace un tiempo al Padre Juan. Descansa en Paz querido hermano. Como en todos nuestro boletines, Fr. Roberto Ábalos comparte con nosotros sus experiencias y peripecias en sus idas y venidas por las comunidades nativas y campesinas que él visita, así como sus reflexiones sobre su labor misionera. La celebración de Santa Rosa de Lima ha sido otro acontecimiento destacado, masiva manifestación de fe y devoción a nuestra Patrona, manifestando así que, a pesar de los años transcurridos, el ejemplo y la vida de Santa Rosa siguen siendo un referente para todos los que habitamos en esta parte del mundo. Los artículos ofrecidos se complementan con una serie de informes sobre las actividades y las noticias más resaltantes vividas en estos meses en el ámbito de nuestro Vicariato. Por último, me gustaría agradecer a todos los que colaboran con nuestra redacción, y quisiera animarles a que continúen haciéndolo. Del mismo modo, es preciso seguir insistiendo a los misioneros y misioneras de nuestro Vicariato a prestar su colaboración a este medio, se requiere de sus aportes y reflexiones, pues de lo contrario será imposible mantener en circulación este boletín, confiamos en su apoyo. Fr. Samuel Torres Rosas. O.P Director del Boletín
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Mi carro
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Fr. Roberto Ábalos, OP Misión Koribeni
Es todo un sacramental: es la prolongación rodante de nuestra vocación misionera itinerante. Es señal sagrada conocida y reconocida de todos los que habitan a lo largo de las carreteras y los caminos y todos exclaman cuando pasa: "el carro del padre" y yo pienso que están haciendo una advocación agradecida a Dios. Porque mi carro es sagrario y sacristía, lleva el pan y el vino y todos los elementos para celebrar la presencia Eucarística de Jesús en capillas, en cruces de caminos, en campamentos, en centros poblados, en alejadas comunidades matsigenkas y allá donde dos o más nos reunimos en su nombre. Mi carro es ambulancia y son muchos los enfermos y sobre todo las gestantes que ha llevado con urgencia de Koribeni a Palma Real, incluso hasta Quillabamba, y a más de una le ha facilitado y adelantado el parto por el ritmo acelerado y brincón que lleva, facilitado por la inadecuación del vehículo y el terrible estado de la carretera, con un solo bache de origen a meta. Asimismo es también farmacia porque llevamos medicinas que sanan o alivian muchas enfermedades y dolores, gracias a los amigos que saben del dolor y no lo quieren para nadie. Mi carro es cabina de proyección cinematográfica porque transporta todos los elementos que van a iluminar la admiración encandilada de los rostros de tantos niños de todas las edades, que van a pasar dos horas en otros paraísos y paisajes animados por seres fantásticos que viven emocionantes aventuras que les hace a ellos protagonistas y que recordarán toda su vida.
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Es almacén y tienda de tejidos para abuelo, señora, caballero, jóvenes y niños. Ropas antes usadas y ahora de estreno que vestirán cuerpos gastados y cuerpecitos tiernos y casi desnudos.
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Es supermercado de toda clase de productos que con generosidad han regalado o hemos podido comprar con la generosa ayuda de muchas personas que también han pasado la misma necesidad y saben los sufrimientos pasados.
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Es almacén de útiles escolares: libros, libretas, lápices, marcadores, tijeras, pegamento, acuarelas, papeles de todo tipo, cartulinas, blocks de dibujo que se han ido recogiendo en campañas por colegios de España y Lima, haciendo que todos los niños con suerte aprendan a ser solidarios de los más desfavorecidos.
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Y es todo ello gracias a la generosidad de tantas personas que son como el combustible, la energía espiritual que mueve mi carro hacia el encuentro con muchas necesidades que al menos tienen un alivio a sus excesivas carencias. Es casa habitación donde hemos pasado muchas noches en pleno camino por las inclemencias del tiempo y en riesgo de caer al barranco, sin tener que movernos demasiado por no desestabilizar el vehículo. Mi carro no solo es vehículo de carga, lo es también de turismo que muestra a los voluntarios que quieren conocer nuestra misión y sus comunidades, con toda la belleza paisajística y humana que descubre a cada curva y luego de cada escalada a alturas celestiales. Por eso mi carro ha sido el primero en ir recorriendo la brecha carretera que se iba abriendo, campamento tras campamento y allá quedaba mi carro mientras mochila al hombro seguíamos el camino tan solo para pies.
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Porque mi carro y gracias al canon del gas de Kamishea con el que se han construido nuevos caminos y carreteras, me han aliviado días y horas de camino y ha sido el primero en recorrer estas nuevas carreteras y tramos: La carretera de Kepashiato a Kimbiri. De Palma Real por Otinganía y Yókiri hasta Wilcapampa en el Yavero. De Estrella del Yavero a Yoyato. De Kepashiato hacia Santa Ana y el avance de Pomoreni a Tivoriari margen izquierda y derecha. De Koribeni a Palma Real por Ichikiato. De Boca Mantalo hasta la punta actual a 28 km. De Kiteni a Chuankiri buscando las alturas y el empalme con las crestas de Vilcabamba.
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Con mi carro a cada salida, en cada gira, hemos ido juntos descubriendo nuevos rasgos y maravillas del rostro de Dios que ha sido exuberante con estos lugares geográficos y humanos. También hemos pasado momentos muy difíciles por el peligro: lluvias, caminos y carreteras en total abandono, abismos a cada lado del trayecto, derrumbes y piedras enormes cayendo a nuestro paso y dejándonos a merced de la enorme lengua enlodada que amenaza con engullirnos y arrojarnos al abismo. De todos ellos nos ha librado el Jefe de nuestra Empresa, la pericia del conductor y la reciedumbre de mi carro doble tracción, cinco cilindros y potente motor diésel. Y a pesar de estar conmigo ya más de veinte años, mi carro no me lo han robado, aunque con él he estado en multitud de romerías. Estamos teniendo mucha más suerte que Manolo Escobar. Claro que nuestra gente, lo mismo quechua que matsigenka, sabe respetar las señales sagradas y mi carro, sigue siendo un sacramento.
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SEMBLANZA del P. JUAN BASTOS NOREÑA
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01/04/1923 - +30/08/2015 Mons. Juan José Larrañeta, OP
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Fr. Juan Bastos Noreña, fue un hombre bueno, un excelente dominico y un misionero ejemplar. El mayor elogio que puede hacerse del P. Juan es el de Cristo a Natanael: "He aquí a un Israelita en quien no hay engaño". (es el testimonio que nos ha escrito Mons Larrañeta, su Obispo en misiones, actual director de la enfermería, hoy ausente por ministerio en Coruña).
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Nació en Madrid, el 10 de marzo de 1923. Sus padres, Antonio y María, tuvieron 8 hijos dos de los cuales, Carlos y Santiago, viven hoy día. En 1943, A los 20 años entró en la Orden Dominicana, en el noviciado de San Esteban de Salamanca. En 1944 hace su profesión religiosa y comienza los estudios de Filosofía en el convento de Las Caldas de Besaya (Cantabria), que concluye en 1947. De 1947 a 1951 estudia Teología en San Esteban de Salamanca. Es ordenado sacerdote el l 3 de julio de 1949, a los 26 años. En 1951 concluye sus estudios institucionales y es destinado como coadjutor a la Iglesia dominicana de San Salvador, en la Republica de El Salvador. Al año siguiente pasa a Guatemala, donde trabaja, como coadjutor y párroco, en la iglesia de San Mateo en Salamá, de 1952 a 1958, excepto el año 1954 que estuvo de coadjutor en la iglesia de Sto. Domingo, en Cobán (también en Guatemala). En 1958 es destinado al convento de la Merced en León, de Nicaragua, donde trabaja como coadjutor y Director de la Legión de María. En 1962 va a Costa Rica, como párroco de la Iglesia de Sta Cruz de Guanacaste. Y dos años después, en 1964, se incorpora como profesor al Colegio de Los Ángeles, en San José de Costa Rica. En 1965 llega a nuestras misiones del Perú, donde ejerce durante 47 años una incansable y variada actividad misionera. Lambayeque, Quincemil, Puerto Maldonado y Quillabamba... son testigos de su entrega como párroco, capellán del Monasterio de clausura Ntra Sra del Rosario, como capellán del hospital donde siempre dejaba una huella de paz, optimismo y santidad entre los enfermos. Visitaba los caseríos, los arriendos, las Comunidades Cristianas. En Quillabamba la gente le recordaba como el "Padre Juancito".
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Fervoroso en su oración, en sus eucaristías profundamente vividas, era un fraile muy aceptado por la gente, de manera especial como confesor. Atendía dos colegios, en los que era muy querido por los muchachos, a los que ayudaba académica y personalmente. Encajaba bien con los jóvenes,
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Muy generoso y desprendido, no tenía nada suyo. Lo daba todo, lo suyo y lo de la comunidad. Era una persona entrañable y acogedora con los que se acercaban a la comunidad, querido por todos. Su salida de Lambayeque fue muy emotiva. Las autoridades le ofrecieron una bandeja de recuerdo.
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Su paso por nuestras Misiones fue un regalo de Dios, para la gente y para todos cuantos convivieron con él. Hombre muy cercano también a su familia, aunque vivía lejos. Cuentan que en las situaciones conflictivas era el (único) que hablaba con todos ellos. Hace 3 años, el día 17 de agosto de 2012, fue trasladado a la Enfermería de Villava. En los años de su permanencia en la Enfermería de Villava, todos sentíamos una especie de serenidad especial. Nunca un reproche, una mueca de dolor. Recuerdo que un día le dije: P. Juan: "nunca pides nada y puedes recibir de tu Comunidad un aguinaldo mensual que te pertenece". La respuesta del buen Padre Juan fue: "Yo he recibido siempre lo que he necesitado. No quiero ni necesito nada, Gracias". No me cabe la menor duda que se nos ha ido un santo, una de esas personas anónimas que son el alma de la Iglesia. Los misioneros vamos a echarlo mucho de menos; los enfermos, compañeros en el dolor, quedan consternados porque era una especie de talismán que animaba a todos. Falleció aquí, en Villava, en la madrugada del domingo 30 de agosto de 2015, a los 92 años de edad. Descansa en paz, P. Juan. Sé que has ido al encuentro de Dios. Desde el cielo, vela por nosotros. Sabes cuánta necesidad tenemos de ello. Gracias por tu vida dominicana, gracias por tu vida misionera. Gracias porque has paseado con enorme dignidad esa llamada que un día recibiste de Cristo y la derramaste a raudales a tus gentes sencillas: y gracias por tu respuesta generosa que tanto bien nos ha proporcionado.
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El Padre JUAN BASTOS
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Fr. Roberto Ábalos, OP Misión Koribeni
Se había convertido en el corresponsal en el extranjero para los misioneros dominicos en Perú. Desde que llegó, en su último destino, procedente de Lima, a Villava (Navarra), España, el P. Juan, a pesar de sus ochentaitantos, se había habituado a manejar el ordenador y disfrutaba con ello y nos hacía partícipes a sus hermanos en el frente, de los que ya estaban en retaguardia, en le enfermería curando sus heridas de cuerpo que las del alma ya estaban bien suturadas. Por eso nos extrañó que hacía un tiempo que no enviaba información alguna a través de internet. No podía decirnos que ahora era él quien estaba más delicado que nadie, hasta que su recia voz, salida de un cuerpo fornido y de un alma de niño bueno y adaptado a todo sin rechistar y gozando en lo que hacía, partió a recibir el premio de tantas batallas en diversos lugares donde la Obediencia le señaló. Juan Bastos Noreña había nacido en Madrid el 10 de marzo de 1923. Hizo su profesión el 3 de octubre de 1944 y fue ordenado el 3 de julio de 1949. Antes de venir a Perú, estuvo destinado en Centro América: primero en Guatemala, en Cubulco, Rabinal y Salamá de Baja Verapaz. Ambos hemos charlado mucho sobre nuestra querida Guatemala. Guardaba un recuerdo entrañable del hermoso y martirizado país y de sus compañeros dominicos. Me comentaba uno de esos compañeros, que trabajaban en estas parroquias, que una vez al mes se juntaban en uno de los cerros equidistantes para pasar un día de campo y que allá, en más de una ocasión, Juan Bastos los acusaba de Panteístas porque no hacían mas que hablar del Corazón del Cielo, del Corazón de la Tierra, del Cerro, del Río, etc. como rostros y definición de Dios. Luego fue destinado a Nicaragua y a Costa Rica. Estando en éste último país, se ofreció como voluntario para participar en unas Misiones Populares en toda Latinoamérica.
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Pero dejemos que sea él mismo quien nos cuente (1) su vida latinoamericana y lo hace, como siempre, con enjundia, buen tono y siempre con su sonrisa de niño que ha crecido mucho.
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"Llevo en el Perú cuarenta años. Mi llegada a Perú fue en mayo de 1965. Se preparaba entonces un Congreso Eucarístico Nacional en la ciudad de Huancayo. Los obispos habían planeado que hubiera misiones populares por la mayoría del Perú como preparación para ese Congreso. Las misiones las iba a dar el equipo misionero de la CONFER. Yo me encontraba en Madrid en ese momento, después de haber estado catorce años en América Central. Me ofrecí como voluntario para venir a Perú con ese equipo porque había trabajado ya con ellos cuando pasaron por América Central, por Nicaragua y por Costa Rica. Ellos buscaban siempre una cooperación de los religiosos que vivían en cada país, para aumentar el número de misioneros. Yo, sin pertenecer a ese equipo, como auxiliar, como cooperador, había trabajado con ellos, en Nicaragua y Costa Rica. Me gustaba ese trabajo, por eso me ofrecí en Madrid al P. Provincial para que me diera permiso para integrarme durante año y medio al equipo de la CONFER que iba a dar esas misiones populares practicamente por todo el Perú. Me autorizó y en mayo, ya lo he dicho, de 1965, llegué a Lima. Inmediatamente me incorporé al equipo misionero. Estuve año y medio recorriendo diferentes lugares del Perú, sobre todo parroquias que no tenían párroco permanente. Los misioneros estábamos de dos en dos, o a veces mas, según la importancia de las poblaciones, diseminados: primero en una Diócesis, luego en otra ay en otra, pero nos repartíamos por diferentes sitios. Estábamos una semana, dos semanas a veces, con ese trabajo de las misiones populares: predicación, bautizos, matrimonios, lo que es una misión popular que ya todos conocen. Durante año y medio permanecí así: una semana en un sitio, otra en otro, recorrí gran parte del Perú. Me alegro porque conocí muchas cosas interesantes por todo el territorio peruano. Al acabar ese año y medio ya se me terminaba el plazo que me había dado el P. Provincial para estar en el Perú. Tenía señalada la fecha de regreso a Costa Rica. Tenía que estar para la fecha de La Inmaculada del año 1966. Pero en esos quince días anteriores, fue nombrado Vicario Regional del Perú el P. Manuel Alvarez, connovicio mío. Me dijo: por qué no te quedas en el Perú. Yo contesté, tengo orden de regresar a Costa Rica, tengo ya señalada la fecha en que tengo que estar allí. Me dijo: yo arreglaré eso. Voy a escribir al P. Provincial que te autorice a quedarte aquí. Escribió y el Provincial contestó dando la autorización. Entonces ya dejé de trabajar en el equipo misionero, aunque ellos siguieron trabajando. Me incorporé a la Parroquia de Lambayeque en el norte del Perú, donde estuve dos años. Allí mi misión fue ser profesor en un colegio y apoyar en el trabajo en la parroquia. Lambayeque es una ciudad muy bonita, la gente nos quiere mucho, los dominicos tienen allí muy buena acogida, siempre la han tenido, la gente se porta estupendamente bien; de manera que yo contento de trabajar allí. A los dos años me vino la orden de venir a Quillabamba; y aquí estuve solamente año y medio, desde junio del año 1969 hasta el final del año 1970. Estando aquí, en
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Quillabamba, ocurrió en el Perú, bueno ocurrió en el mundo, la llegada del hombre a la luna, el 20 de julio del año 1969. Recuerdo las colas enormes que se formaban para comprar el periódico, porque la televisión no estaba tan desarrollada como ahora, para ver fotografías, reportajes, para ver la llegada del hombre a la luna. Aquí también me tocó estar cuando ocurrió el terremoto del 31 de mayo de 1970. Terremoto en que murieron 70.000 personas, entre muertos y desaparecidos que nunca volvieron a aparecer. Yo no noté nada, pero diferentes personas notaron un cierto temblor; y llegó la noticia que en Lima había ocurrido un temblor. Dijeron: algo fuerte ha ocurrido en Lima, porque ninguna emisora de radio está en el aire, todas han enmudecido. Luego poco a poco nos fuimos enterando de la magnitud de la tragedia. Ese fue otro episodio que me tocó vivir aquí en Quillabamba, en la ciudad en donde estoy ahora. Luego volví otra vez a Lambayeque donde estuve doce años mas. Es el sitio donde he estado trabajando mas tiempo en el Perú; y como digo, la gente muy buena, muy acogedora, muy amable siempre con los dominicos, se sienten ellos dominicos de corazón. Contento de estar allí. Fui también profesor de religión en otro colegio diferente, y trabajé en la parroquia en lo que pude, salí al campo. Tenía una moto y salía a visitar, no muchas poblaciones que hay en la campiña de Lambayeque. Era parte desierto, pero otra parte está cultivada, la que queda en las orillas de los ríos, allá hay pueblecitos, gente viviendo, hay escuelitas, preparaba a los niños para la primera comunión, celebrábamos también la misa de vez en cuando en esos lugares. Esa fue mi tarea los años que estuve en Lambayeque. Luego me destinaron a Puerto Maldonado, la capital de nuestro Vicariato Apostólico y estuve un año. Mi principal tarea fue ser profesor en dos colegios diferentes: Wilingust y Fitzcarrald. Me repartía la semana para dar un total de treinta horas de clase de religión en esos colegios. También salía en moto por los pueblecitos, celebrando la misa en ellos, visitando las escuelitas, preparando niños para la primera comunión, esa fue mi tarea.
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Terminado ese año, el P. Vicario, P. Francisco Lazcano, nos reunió en la Sede de Puerto Maldonado y nos dijo que era necesario que algún padre fuera a Quincemil, mitad de camino entre Maldonado y Cuzco, una parroquia pequeña, para sustituir allí al P. Andrés Ferrero, porque ese ya tenía mucha edad y estaba allí solo en aquella parroquia y no convenía que estuviera solo, se podía poner enfermo en cualquier momento. Yo me ofrecí como voluntario y fui destinado a Quincemil, ese pueblo pequeñito entre Cuzco y Maldonado. Allí han estado los dominicos durante cincuenta años. Trabajaba en la parroquia. Era el único sacerdote que estaba allí, tenía la parroquia a mi cargo, daba también clases en un colegio nacional encomendado a las religiosas dominicas francesas que llaman, no hay ya religiosas francesas en el Perú, pero ese nombre les ha quedado, una Congregación de origen francés, Dominicas Docentes de la Inmaculada Concepción. Permanecí doce años en Quincemil. Al cabo de ese tiempo ya era yo el que tenía mucha edad para estar solo y el P. Vicario, Joaquin Barriales, dispuso que saliera de allí. Coincidió mi salida con mi jubilación como profesor de religión en el Perú, ya llevaba treinta años y me correspondía la jubilación. Fui destinado a Quillabamba y desde entonces llevo once años trabajando en la parroquia saliendo por el campo a veces para celebrar misa por las comunidades cristianas, por esas capillas que hay por toda la campiña de Quillabamba que aes muy dilatada; hay como sesenta y cinco comunidades cristianas en el ámbito de nuestra parroquia, pues me ha gustado mucho siempre salir, celebrar la misa con esa gente sencilla del campo que se alegran cuando una vez al mes les corresponde la misa en esa capilla en ese lugar donde ellos viven, se alegran, asisten a la misa, toman parte en la misa, cantan y para mi es una alegría visitar a esa gente del campo. Me ha gustado mucho siempre hacerlo y contento he ido cuando me ha correspondido salir. Esa es a grandes rasgos mi permanencia en el Perú. Ahora ya tengo ochenta y dos años y no me falta tanto para ochenta y tres. Entonces hago lo que puedo. Soy capellán del hospital de Quillabamba; cada día, si no hay algún inconveniente grave, voy a visitar a esos enfermos, les administro los sacramentos cuando llega el caso, converso con todos ellos, procuro darles ánimos en su enfermedad, llevarles algo de optimismo y algo en la parroquia coopero: hago bautizos, atiendo confesionario, celebro la misa. Bueno, hago lo que con mi edad puedo hacer y aqui continuo todavía hasta que Dios disponga de mí y ya como tengo mucha edad, supongo que no será dentro de mucho tiempo, pero mientras Dios me de vida y salud, seguiré trabajando haciendo lo que pueda nada mas, porque lo otro no depende de mí, en esta parroquia donde estoy destinado. Nunca he sido misionero de primera línea, de esos que están en la selva con las tribus indígenas, esa parte de nuestro apostolado en el Perú, fundamental, porque hemos venido precisamente al Perú para ser misioneros entre la gente de la selva, ahí no me ha correspondido a mi trabajar. Si he estado siempre en segunda línea, en parroquias, en poblaciones mas o menos grandes, verdad, no soy la figura de ese misionero clásico que está con la gente de la selva. Admiro ese trabajo, lo admiro, pero nunca me ha correspondido hacerlo.
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Estoy muy agradecido al recibimiento que me han hecho siempre los peruanos en todas partes donde he trabajado. He dicho que en Lambayeque se distinguen de una manera especial, pero no hay que rebajar la conducta con nosotros en general, conmigo también en particular, de muchas personas que me han recibido siempre muy bien. Así es que tengo un gran concepto de la hospitalidad, de la alegría con que los peruanos nos reciben a los religiosos españoles. No tengo queja ninguna. Estoy contento de haber venido al Perú. A los cuarenta años de venir a trabajar aquí, nunca me he arrepentido del paso que dí cuando solicité ser voluntario para venir por año y medio, pero luego se ha prolongado hasta los cuarenta años, casi cuarentaiuno en mayo si estoy vivo, en el Perú. De cosas que me han ocurrido, siempre que he necesitado ayuda de gentes de nuestras parroquias, me la han prestado. Si iba en un auto, carro que decimos en el Perú, y no arrancaba y alguien tenía que empujar, pedía ayuda a los primeros hombres que pasaban por allí, nunca ninguno se negó, todos decían, con mucho gusto vamos a apoyarle; y entonces empujaban el carro hasta que arrancaba. Eso se repetía en todas partes, siempre que he necesitado que alguien me apoye ahora que camino con dificultad, voy con mi bastoncito, pero tengo que subir unas escaleras, unas gradas, para entrar en alguna iglesia, siempre hay algún voluntario que se acerca: padrecito voy a ayudar, y me apoyan. Así es que el comentario general que tengo que hacer de la gente peruana. Se han portado conmigo estupendamente bien, los recuerdo a todos con agradecimiento, en todos los lugares que he estado me han atendido de manera cariñosa, de manera amable, de manera espontánea para apoyarme. Así que ese sea mi comentario final, un recuerdo. Cosas que me han ocurrido, bueno me han ocurrido percances, anécdotas. Una vez estando aquí en Quillabamba, hace ya mas de treinta años, se me bajó la rueda de la moto en que iba a unos kilómetros, diez o doce kilómetros de Quillabamba. No había llevado repuestos para arreglarlo. Yo se arreglar cuando se pincha un neumático, arreglarlo y volverlo a poner todo bien, no había llevado nada. Avisé a Quillabamba, vinieron a ayudarme con el wolsvagen que había entonces en la parroquia. Arreglé la moto con la ayuda de los otros padres que
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vinieron a sacarme de ese apuro. Cuando terminé, mi intención era volver a Quillabamba. Monté en la moto y noté enseguida que el río Urubamba que pasa por allí, la carretera va por la orilla del río, las aguas del río iban en dirección contraria a como yo las había visto siempre. Digo: el agua del río va al revés que han ido siempre; y luego caí en la cuenta, el que voy al revés soy yo, que en vez de estar caminando en dirección a Quillabamba, me estoy alejando cada vez más porque he tomado la dirección equivocada al volver a montar en la moto. Llegué donde estaban los padres que me habían ayudado a arreglarla y estaban todos muertos de risa preguntándome a dónde ibas, por donde te ibas por esa dirección. De esas cosas, caídas de la moto y demás, me han ocurrido unas cuantas, pero gracias a Dios sin consecuencias.
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En los cuarenta años que llevo en el Perú, he conocido muchos religiosos dominicos que ya hoy están fallecidos. El P. Miguel Matamala que era prior en Lima cuando llegué yo al Perú y que me recibió estupendamente bien. Cuando dábamos misiones populares, de vez en cuando de varias semanas de trabajo o mes de trabajo, nos daban una semana libre y yo siempre iba al santuario de santa Rosa en Lima. El P. Miguel Matamala y los padres de esa comunidad, siempre me recibieron muy bien. He conocido otros muchos. El P. Angel Menéndez Rúa, hombre admirable, gran trabajador, también con mucha edad pero seguía trabajando siempre, puntualísimo en todas sus cosas. Otros muchos. El P. Andrés Ferrero, que me anticipó a mi en Quincemil y había sido anteriormente superior mío en Lambayeque, también le he conocido y apreciado mucho. El P. Javier Aniz que fue también superior mío en Lambayeque y del cual guardo un buen recuerdo, también buen trabajador hasta que de una manera casi inesperada murió del corazón. Todos los que han tratado conmigo se han portado bien y tengo buen recuerdo de ellos. El último dominico que he conocido y que ha muerto ha sido el P. Adolfo Torralba fallecido hace mes y medio en un accidente en un auto que se fue al fondo de un barranco. Ese si ha sido toda su vida misionero en primera línea. No ha estado nunca mas que de visita en poblaciones, en ciudades, siempre ha estado en primera línea misionera y es benemérito por ese espíritu. Ahora venía ya con setenta y un años a trabajar en Quillabamba y Dios dispuso llevarle a recibir en el cielo el premio de todo lo que hizo en la tierra". ------------------------------------------(1) Entrevista realizada por Roberto Abalos en video.
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UNA CAJA MARAVILLOSA
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Fr. Roberto Ábalos, OP Misión Koribeni
Sucedía en Yuveni, comunidad quechua perteneciente al Distrito de Vilcabamba, donde había acudido el 14 de setiembre, fiesta de la exaltación de la cruz, para celebrar la popular celebración del Señor de Huanca. Es de admirar la fuerza que tiene la costumbre y cómo se organizan estas comunidades para celebrarlas, compartiendo las responsabilidades: limpieza, adornos, bailes, comidas, preparación de tablados, etc., etc. En Yuveni tuve que bendecir hasta quince estolas bordadas en oro, obra de artesanía cuzqueña que es una maravilla. Apenas me dejaron tiempo, porque tuve que confesar, visitar los colegios de primaria y secundaria, aceptar las muchas invitaciones a comer y visitar familias de los mayordomos o carguyoc, etc. Pero en un tiempo de descanso que me robé, estaba sentado ante la puerta del templo que habían adornado con ramaje exuberante y del que habían colgado manzanas, naranjas, plátanos, papas y otras frutas y frutos de la zona de montaña, cuando se me acercó un joven que se sentó a mi lado y me comentó que era el "barrenero", creo que así me dijo. Le pedí me explicara en qué consistía el oficio. Me aclaró que se trataba de la fabricación de fuegos artificiales, oficio que heredó de su familia ancestralmente dedicada en la ciudad de Cuzco a este explosivo y luminoso oficio. Me habló de todos los productos que mezclaba hasta conseguir la pólvora y otras sustancias para los efectos luminosos de todos los colores y del cuidado con que había que manipularlos, por su alta capacidad de ignición; y que por eso y evitar accidentes, se le contrataba a él para que los encendiera. Me invitó con insistencia a que no me los perdiera en la noche.
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Y así lo hice. Aquella noche desfilaron y bailaron quince hermosas danzas típicas de la zona andina que llaman la atención por sus coloridos trajes, su ritmo fiero y su fuerza interpretativa. También es típico el uso de máscaras que coinciden con los pueblos mayas y aztecas y con todas aquellas culturas que sufrieron los azotes de la conquista y que con estas máscaras y gestos ridiculizan aquellos personajes: caballeros y damas de alcurnia, desalmados capataces con sus látigos con enormes bigotes y narices. En cada grupo participaban no menos de veinte personas de todas las edades. Entre danza y danza pregunté cuánto tiempo de ensayo les requería y me dijeron que llevaban dos meses de preparación. Para mis adentros me dije que otro gallo que el de Pedro nos cantaría si prepararan con el mismo tiempo, primor y participación, las celebraciones religiosas, más olvidadas cada día.
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A lo que íbamos, la quema de los fuegos artificiales por mi joven amigo del Cuzco. Fue el acto final de la fiesta nocturna antes que comenzaran a sonar las canciones de Sonia Morales con su invitación a tomar cervezas de dos en dos, aunque tengo que decir que también en esto, los mayordomos se portaron con mucha corrección pues antes de la medianoche ya no se oyó ni un decibelio y a la mañana siguiente tan solo un borracho se sentó junto a mí a la puerta del templo en lo que llegaban las comparsas para la misa mayor, para decirme la gran devoción que le tenía al Señor de Huanca. Perdonen de nuevo mi desvío y vamos a la explosión. No exageraba mi joven amigo cuzqueño cuando me insistió en que merecía la pena asistir a este espectáculo de luz, color y sonido. Fueron encendidos sucesivamente a ritmo calculado, cada cartucho que salía silbando con fuerza y buscaba las alturas, calculo que a unos cien metros sobre nuestras cabezas para estallar como cascada de enorme belleza y colorido. Pero lo que más me llamó la atención fue que, luego de haber quemado durante casi media hora cada uno de los petardos, había reservado para el final algo que me sorprendió profundamente. Sacó una cajita que no mediría más de 20 x 20 centímetros y la colocó en el centro de la plaza. Pensé que sería uno de esos fueguecitos que queman los mismos niños y que producen un chorrito de luz, hermoso pero breve. Quedé maravillado porque de esa cajita fueron saliendo sucesivamente rayos de luz que surcaban el espacio y reventaban a unos cien metros produciendo las más hermosas cascadas luminosas y sonoras de todo lo que habíamos visto hasta entonces. La guinda para el final. ¿Cómo de un recipiente tan diminuto pudo salir tanta luminosa maravilla audiovisual?
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Me hizo reflexionar y me inspiró la homilía1 para el día siguiente en que las profesoras me habían asegurado llevarían a la celebración primera a todos los alumnos de primaria y secundaria: cada niño es una de esas cajitas maravillosas que si se trabajan con delicadeza, combinando todos los factores educativos, pueden llegar a sorprender por el esplendor de su inteligencia y belleza de sentimientos. Pero si nos descuidamos y no los tratamos con la sensibilidad que se merecen, puede emular a la caja de Pandora. Y pensaba en Jesús cuando exclamaba enojado: ¡Ay del que escandalizare a uno de estos pequeños...! Es decir, ¡ay de aquellos que no permiten que toda esa energía, esos dones, ese Espíritu que Dios ha sembrado en cada mente y corazón infante, llegue a eclosionar en tan inusitada belleza! Y hoy, parece que estamos empeñados en malgastar ese potencial infinito, los papás, maestros, gobernantes, políticos, medios de comunicación... porque tan solo valoramos recursos naturales como el oro, el gas, el petróleo, minerales, etc., olvidando que el mayor recurso que posee el Perú son sus diversas, variadas y espléndidas criaturas. No sé si encontraremos cuerdas suficientes en todas nuestras ferreterías.
1 .- Me viene a la memoria la homilía que pronuncié ante el Señor de Huanca en la primera visita que hice a esta comunidad de Yuveni. Tenían un lienzo enorme con la pintura del Señor de Huanca: se trata de Jesús atado a la columna, siendo chicoteado por un sayón con original vestimenta. Pero en el lienzo, aparecía el Señor no pegado a la columna sino liberado de ella y con un paño en sus manos que, unido a la inclinación de su cuerpo, daba toda la impresión de estar haciendo un quite a un supuesto astado. Comencé la homilía diciendo que me parecía el Cristo torero. Enseguida observé que la cara de la tupida concurrencia reflejaba un gran reproche a mi taurina expresión. Entonces me tocó dar unos pases de adorno y hacer taurina teología diciendo que el Señor de Huanca está al quite de todos nosotros para que las cornadas de la vida no sean mortales y aliviar con sus propios padecimientos, nuestras heridas. Creo que no han perdonado todavía mi osadía.
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OCURRE EN EL COLORADO
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Fr. Pablo Zabala, OP
Fiesta sencilla la de Charito. Misa en la víspera del 6 de octubre con su pequeña velada a la puerta de la iglesia donde se suceden los vasos de ponche y las galletas de rigor. Le han adornado el anda y la Virgen luce velo nuevo. El día 7 misa de fiesta a las 10. Aunque los alumnos están en el colegio no ha faltado gente menuda acompañando a las mamás. Demasiado calor y no se atreven a salir en procesión. El chanchito terminó la fiesta bien servido para todos. Dña. Sabina me acompaña hasta Delta 1 y por la mañana queremos seguir a San José. Está de madrina y hemos apalabrado unos mototaxistas para que nos recojan temprano, a las 7. La luna lo organizó mejor y no dejó de llover hasta las 10 de la mañana. Parece que escampa y escapamos en sendas motos. Llegamos hacia las 11 y pico y los alumnos están arremolinados alrededor de la capilla. Anotamos los 12 para bautismo y hay otros tantos de primera comunión. Hacemos también la primera confesión. El 8 es el aniversario de la comunidad y con fondo del partido de futbol hacemos la ceremonia entre el bullicio y canciones. Todos contentos con las fotos para la historia. La comadre nos ha invitado a comer y retornamos a Delta donde nos espera la camioneta para llevarnos a Colorado, a donde llegamos hacia las 6 de la tarde ya que tenemos la misa de mes de Fernando que en 3 días se fue por el dengue sangrante.
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Como el 9 es viernes, cargo todos los chicos y chicas del albergue, más la cocinera. Un rato macheteamos el platanal del Km 8 y llegamos a Delta con luz. Mientras unos riegan las plantas novatas, otros van colocando las camas y el resto prepara la cena.
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Celebramos la misa y parece que están cansados, así que sin más comentarios se van apagando las luces. Yo aprovecho para serrar y armar un estante en mi habitación y una base con ruedas para la nueva lavadora que es más grande y se me hace pesado el arrastrarla cada vez que marchamos.
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El día 10 por la mañana nos dedicamos a acarrear material para rellenar el huerto. No hace mucho calor, aunque no dejo de sudar. A las 10 vienen a recibir la charla los padres y padrinos del bautizo de las tres de la tarde. Me admira que hayan sido puntuales los interesados, aunque, como siempre, hemos tenido que esperar un rato. Halber David está estudiando en Cusco y va a hacer la primera comunión allí. Como no estaba bautizado ha tenido que llegar junto a sus padres y su tío Álvaro que está con nosotros en el albergue de Colorado y ha venido también. El cuy nos ha entretenido un rato, y a las 6 estamos en la cancha para espectar el concurso de danzas de los colegiales en que me ha tocado de jurado. El domingo 11 estaba programada la misa a las 8 de la mañana. La lluvia fue retrasando la hora hasta el infinito, pues nunca llegó. Izamiento y desfile, tragadera de autoridades y los chicos a llenar la barriga. El río se ríe de nosotros, no hay pase.
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O L U C Í T R A Los alumnos al mando de la cocinera regresan a Colorado en bote y otra camioneta, mientras yo retorno a Delta. Aprovecho para enviar informes por internet y contemplar las danzas de adultos. Aún puedo decir la misa solito y aprovechar la luz para organizar tornillos, tirafondos y clavos en sus respectivos compartimentos. El 12 es la Virgen del Pilar, pero aquí no le dan bola. Llamo a los de San Juan, no han llevado material; llamo a los de Setapo y me decido ir en los carros de Huepetuhe. Como Dios funciona, hay uno preparado para salir. Me da tiempo a guardar la camioneta en el canchón de Bacilia. Hacia las 11 estamos a la altura del cruce hacia Setapo. Enseguida me lleva otra camioneta en esa dirección hasta la boca, otra hacia el caño y por último caminando llego cargado a las 12,30 al destino. Enseguida reanudo la instalación de la luz en mi habitación, capilla y torre. Cuando conecto siempre hay un fallo, un interruptor que no funciona… Con el taladro eléctrico voy poniendo los tacos y tornillos sujetando interruptores y enchufes, aquí tomacorrientes. La mujer de Chibolo me trae un plato de algo parecido a frijoles que completa mi dieta de plátanos que traje de Delta. Por la noche la misa a la Pilarica con los 4 alumnos y el profesor y siempre se añade algún comunero. Aún les canto alguna jota en su honor… Como hay tantos frentes abiertos, sigo hasta que los ojos dicen basta. El 13 y martes trae buena suerte. Aprovecho la mañana y a las 3,30 de la tarde llega Chibolo diciendo que el carpintero ya tiene los armarios hechos y que vayamos a traerlos. Habíamos quedado que para el miércoles, Jhon prefiere ir de inmediato y ha sido providencial.
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Casi llegando a Huepetuhe empiezan a entrar 8 mensajes. Ahí me recuerdan que ayer teníamos un bautizo en Puerto Carlos, la hija de Parizaca que ha llegado de Cusco sin otro quehacer. Por lo visto me han buscado en Colorado, Delta… Intentamos llamar a todos los teléfonos de allí pero, brujería, nadie contesta.
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Después de la misa, voy cortando con la sierra eléctrica madera para mis inventos hasta que me quedo a oscuras, en cuanto perdió Perú. Ayudado por un cabo de vela inauguro mi cocina con una tortilla española. Dos papas, dos cebollas, unos 5 dientes de ajo, la sal y 5 huevos batidos. El sartén se ha portado y ha dejado una tortilla legal. Jugosita, como me gusta a mí. Aún me sobró un poco.
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El 14, a las 5 de la mañana, intentamos llamar desde el poblado pero no sale la señal, hemos tenido que caminar a la playa y después de varios intentos escucho que me esperan. El tiempo justo recoger las herramientas, finiquitar el resto de tortilla, los platanitos y cargar el resto para el viaje con los tomates que no van a aguantar la espera. A las 6 salimos de Setapo, la primera camioneta que encontramos nos lleva hasta Delta. Lleva 5 bidones de petróleo para Chura, minero amigo. A las 8,30 recojo la camioneta y a las 9,30 estoy en casa de Parizaca, en Puerto Carlos. Como yo había avisado que llegaría para mediodía, quedamos en celebrar el bautizo a las 1,30. Estuvimos un buen rato apuntando los datos y repasando el catecismo, otro tanto en casa de Maruja y al salir de la puerta de reja de la capilla, la camioneta dio un berrido inusitado. La dejé a los pies de la capilla y sin agacharme mucho se veía caer el aceite con ganas. Era lo último que quedaba. Le entrego la llave al mecánico Artemio para que vea si puede hacer algo. En la capilla aprovecho a devorar dos tomates con dos plátanos para aguantar hasta el pollo canga. Cortamos unos 9 racimos de plátano y aprovecho para ducharme y cambiar de pijama. Espero al mecánico hasta la 1,20, no llega y me voy hacia el bautizo. Todavía hubo que esperar, pero no faltaba conversación. Pasando las 2 comenzamos en serio y sin prisa, arropados con el olor que despiden las cocineras. Después del bautizo siento un zumbido en el oído izquierdo como de un rodillo apisonador lejano, hasta siento el vibrar del piso. Poco a poco parece que se me nubla la vista y se mueve el ambiente. Para la comunión me apoyé en la mesa pues no me sentía seguro. La bendición solemne la tuve que hacer sentado y aún terminé el último canto con un sudor abundante y frío.
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Me siento mal, mareado, con vértigo, algo nuevo para mi historia. Me quité el hábito y me tendí en el suelo fresco intentando que la sangre bajara al cerebro. Enseguida empezó un vómito líquido, ácido y amargo. Me pusieron un colchón me cambiaron de camisa, colocaron sábanas para taparme… Visita al baño y al fin me llevaron a la posta entre dos, se me movía el piso a cada paso y las fuerzas habían huido.
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Las enfermeras me pusieron suero con algún otro mejunje, seguía el vómito rugiente… el sudor fue remitiendo y el mareo quedó en atontonamiento.
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Fuimos a la capilla a recoger las cosas, cambiar la ropa, dejar algo en el baño y prefirieron que durmiera en casa de Parizaca. Como tiene hotel me pusieron en una habitación elegante.
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Varias veces me levanté a pispisear y tomar un sorbo de inkacola, así fue pasando la noche sin novedad. Antes de marchar a Colorado teníamos que probar el caldito de gallina sacrificada, visitar al mecánico y llegar a la playa a contratar carro que nos llevara. El carro se llenó al instante y llegamos con los plátanos y todo el equipaje en buena hora, pues no quedaban racimos en casa. Poco a poco el estómago iba pidiendo caldito salado, refresco dulce, algo de papa, después un muslito… vaya que todo pasó. Una más para la historia. Eso es lo bueno de la vejez, que cada día aparece una cosa nueva. Muriendo y aprendiendo.
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JULIO-SETIEMBRE
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Ordenación presbiteral de
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Fr Juan Carlos Villegas, OP
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En la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, compartimos con Fr. Juan Carlos Villegas Ancajima, OP. la gracia de su Ordenación Sacerdotal, de manos de Mons. David Martínez de Aguirre Guinea, OP. Obispo del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado en la Catedral del vicariato. Junto a ellos, la presencia de Mons. Francisco Gonzales, OP. Obispo emérito del Vicariato Apostólico, nuestro Prior regional Fr. Luis Verde Irisarri, diversos frailes, sacerdotes, religiosos y religiosas de nuestro vicariato; así como con varios hermanos de la Provincia Dominicana de San Juan Bautista del Perú que se unieron a nosotros en la celebración.
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Damos gracias a Dios por el don de la vocación de nuestro hermano Juan Carlos y pedimos a nuestro Señor que lo mantenga firme y fiel en su servicio.
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Fiesta de Santo Domingo
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Llenos de gozo y alegría celebramos la Solemnidad de Nuestro Padre Santo Domingo en nuestro convento de Santa Rosa de Lima. La misa conventual con laudes inició el día de celebración.
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Luego tuvimos un almuerzo con todo el personal que labora con nosotros en donde compartimos un grato momento de confraternidad.
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Por la noche, se llevó a cabo la Misa Solemne de Fiesta en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario con la presencia de todas las entidades dominicas en nuestro país. La eucaristía estuvo presidida por los hermanos franciscanos recordando la fraternidad que une a nuestras órdenes.
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Fiesta de Santa Rosa de Lima
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Nuestro Vicariato Regional de Santa Rosa de Lima celebramos junto a la Provincia Dominicana de San Juan Bautista del Perú la solemnidad de nuestra querida patrona.
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La celebración se inició con la oración comunitaria en la capilla de la Casa de Espiritualidad de Santa Rosa y luego tuvimos un fraternal y ameno almuerzo, que sin duda, contribuye a fortalecer nuestros lazos de familia dominicana entregada a la misión en estas tierras.
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30 Agosto - Solemnidad de Santa Rosa de Lima
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Como todos los años en esta fecha, miles de fieles se congregaron en torno al Santuario de Santa Rosa de Lima para venerar a nuestra Primera Flor de Santidad de este continente americano, Patrona del mismo y de Filipinas.
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Cada año nos sorprende la cantidad y devoción de los fieles que acuden a este santuario para pedir la intercesión de Rosa de Santa María. Uno de los sitios más visitados fue el pozo de Santa Rosa en donde los feligreses depositan sus peticiones, anhelos y esperanzas con la certeza de que serán escuchados gracias a los méritos de Rosa de Lima.
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Queremos expresar nuestra gratitud a todos los que nos ayudaron a hacer posible estos días de celebración.
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Nueva publicación “SURCANDO EL URUBAMBA”
El Centro Cultural José Pío Aza presentó su nueva publicación “Surcando el Urubamba”, obra que narra el viaje del periodista Asier Solana y el fotógrafo Rodrigo Rodrich por la región amazónica del Bajo Urubamba, desde El Sepa hasta el Pongo de Mainique, recorriendo diversas comunidades y dando testimonio, escrito y fotográfico, de una realidad cambiante y plena de contrastes. La publicación contiene 11 capítulos en 190 páginas. Puede adquirirla en el Centro Cultural José Pío Aza, Jr. Callao 574, Cercado de Lima.Mayores informes ingresar www.selvasperu.org Surcando el Urubamba Autor: Asier Solana y Rodrigo Rodrich Edición: LIma, CCJPA, 2015, 190 ISBN: 978-612-46134-7-0 Precio 1: S/. 60 Precio 2: US$. 20
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Voluntarios en el Centro Cultural José Pío Aza y su Museo Etnográfico Amazónico
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Con gran alegría comunicamos que estudiantes de antropología de la Universidad Nacional Federico Villareal forman parte del voluntariado para el Centro Cultural José Pío Aza y su Museo Etnográfico Amazónico.
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El voluntariado consiste en el apoyo de los estudiantes en las diferentes actividades culturales y programa radial que realizamos.
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El aporte de los jóvenes será muy fructífero para nuestra experiencia amazónica. Además se ha creado un programa de acompañamiento en formación amazónica y capacidades comunicativas para quienes participan. La encargada del voluntariado es la educomunicadora Mónica Villanueva Galdos y cuenta con nuestro respaldo.
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Conversemos de la Selva
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El Centro Cultural José Pío Aza y la Casa de San Martín de Porres se unieron para organizar CONVERSEMOS DE LA SELVA, actividad que consistió en conversar acerca de la realidad y el aporte cultural de la amazonía de nuestro país con los más de 90 ancianos que son beneficiarios de la Casa de San Martín y viven en condiciones de pobreza en el Cercado de Lima.
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Con ellos concretamos un diálogo dinámico y de interacción para recoger sus conocimientos y experiencias propias sobre la selva. Los abuelitos y abuelitas también visitaron nuestro Museo Etnográfico Amazónico para compartir un momento de recreación
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Vicariato Regional Santa Rosa Misioneros Dominicos
¡Rosa hermana nuestra ruega por todos tus hermanos¡ Centro Cultural
José Pío Aza Misioneros Dominicos