




En la Bolsa Mexicana de Valores nos honra abrir nuestras puertas a la obra de la pintora Cuka Rivas, artista mexicana con más de cincuenta años de trayectoria, cuya sensibilidad y visión plástica han trascendido generaciones.
A lo largo de su carrera ha incursionado en distintas técnicas y temáticas: bodegones, composiciones florales, desnudos femeninos, figuras angelicales, obras que reflejan la tristeza de etapas difíciles, otras que brillan con la alegría que la caracteriza y, en años recientes, la abstracción, donde plasmó emociones y reflexiones de gran profundidad. Su creación revela tanto dominio técnico como una mirada íntima sobre la vida, la belleza y la condición humana.
Cada obra aquí expuesta refleja la esencia de su autora. A través de ellas, la artista nos recuerda que el arte no es estático: cambia con el tiempo, con la mirada y con la experiencia de quien lo contempla. Una misma pintura puede transmitir emociones distintas en cada momento, y esa capacidad de renovarse es lo que le da permanencia y vigencia.
Entre su producción sobresale un autorretrato donde se representa como cantante de bar, sentada sobre un piano y con amplia sonrisa. Esa pieza, cargada de aspiración y sueño, sintetiza la libertad de imaginar, la valentía de expresar y la fuerza de convertir en imagen sus anhelos más profundos.
Es un privilegio para nuestra institución albergar esta exposición y refrendar así el compromiso de vincular al público con expresiones culturales de gran valor y trascendencia.
Jorge Alegría Formoso Director General Grupo Bolsa Mexicana de Valores
Cómo elegir entre cientos, si no es que miles, las pinturas que representen con justicia la obra retrospectiva de una artista. Su quehacer más íntimo. Un diario escrito con flores, alas, grietas y cicatrices: el testimonio gráfico del corazón. Cuka nació con una tarea impostergable: embellecer el espacio, ennoblecer el oficio. Más que etapas artísticas, su trabajo se divide en reinvenciones temáticas y formales. Esta que soy, es Cuka a través de las décadas.
En los cuadros de Cuka hay placer y dolor, paz y desolación, luz y oscuridad, erotismo y contrición. Pero más que dualidades, se trata de disonancias. Inconformidad compuesta. Tensión estética. Su pintura respira, palpita, erupciona, está llena de vida, pues en ella renace continuamente el asombro.
La exploración inicial se compone de flores, naturalezas muertas y plantas que arden en una visión flamígera; el espacio entre los objetos cobra impulso, fuerza, protagonismo; más que unirlos, pareciera poseerlos. El resultado es una batalla en la que triunfa el afán de embellecer.
En su mundo de ángeles, la iluminación no es pasiva, sino explosiva. Como si un sol interior se detonara. Como si los aludidos cumplieran una condena divina durante un instante eterno. Las espaldas de sus figuras ovilladas, rendidas, se agrietan igual que un capullo y emergen las alas: son ángeles recién caídos, desdichados, desengañados, expulsados del amor, donde escurre el llanto polícromo de Cuka.
Durante años, la artista y maestra estudia la figura humana: pinta cuerpos desnudos decorados por las reverberaciones de sus almas: la placidez de no hacer nada, las asignaturas pendientes, la expiación, el placer de ser devorado por la luz, el orgasmo, la pérdida, el éxodo de la divinidad, el viaje suicida hacia el bolso materno.
En estos cuadros sopla un aire apocalíptico. Se amplía la técnica al incluir palabras navajeadas, etiquetas grafitadas, insectos casi trasparentes que parecen huir. Estamos ante una serie de composiciones deslumbrantes por su elocuencia plástica.
Su búsqueda más reciente, lo que a simple vista parecería arte abstracto, es en realidad paisajismo interior. Aquí los contornos se funden con las capas de colores; la espátula esparce los valles y se irriga la pluviosidad de los sentidos y los sentires. Cuka reorganiza los recursos que conforman su talento y mira con las manos, acaricia con los ojos, desbordando su imaginación caleidoscópica. Pinta como una experta y juega como una niña que sabe cantar en rojo, azul, dorado… El universo microscópico se agiganta en cada cuadro. Se advierten huellas fosilizadas, derrumbes que son encuentros, espacios abiertos en los que se grita libertad. Entre colisiones luminosas y oníricas, Cuka nos demuestra que somos la cáscara de un sueño eterno.
Los incontables cuadros de Cuka son ventanas abiertas (muy codiciadas) en muros de varios países, en nuestro continente y del otro lado del Atlántico. Les invito a ver Esta que soy y a dejarnos pintar por dentro y teñirnos de sus colores.
Federico
Traeger

Planes frustrados
2005
Técnica mixta sobre macocel
120 x 110 cm
Colección privada
Color
1991
Técnica mixta sobre tela
100 x 110 cm



El beso (Tríptico) 1996
Técnica mixta sobre macocel
180 x 85 cm
Colección privada
Pintar es, para mí, entregarme a la aventura de la búsqueda de la visión, el encuentro con ella. Es parte de hechicería, de milagro, de alquimia. Pintar no es técnica ni oficio solamente, sino las etapas de un proceso de inmersión en los pliegues interiores de mi ser. Pintar es energía, es fuerza, es juego, es urgencia, es encuentro, es búsqueda, es visión, es vida.

Siempre Klimt (Tríptico) 1999
Técnica mixta sobre tela 150 x 210 cm




Variaciones 2024 Técnica mixta sobre madera 155 x 85 cm


2024
125 x 300 cm


es el punto 2025
mixta sobre tela 130 x 95 cm
que soy Cuka Rivas
Retrospectiva se terminó de imprimir el mes de noviembre de 2025. El tiraje fue de 100 ejemplares.
Este catálogo no puede ser fotocopiado, ni reproducido total o parcialmente, por ningún medio o método, sin la autorización por escrito de la Bolsa Mexicana de Valores.


