DOSSIER DE PRENSA 25/05/2023

DOSSIER DE PRENSA

El restaurante Iru-Anai de Iturribide se despide de Bilbao

Era uno de los más castizos. Echó a andar hace 53 años e hizo fama con su cocina a la carta, sus pintxos de tortilla y caldos

Luis Gómez

Miércoles, 24 de mayo 2023, 13:55

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Otro clásico que desaparece de escena. El Bar-restaurante Iru-Anai, uno de los más castizos de la capital vizcaína, ha bajado definitivamente la persiana. Deja atrás 53 años de historia y un concepto gastronómico que

La fachada del Iru-Anai destacaba por sus puertas de un rojo intenso. EC

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persiana. Deja atrás 53 años de historia y un concepto gastronómico que remite de forma inevitable a un Bilbao en vías de extinción. El negocio fundado por Crispín y Aurelia, un matrimonio procedente de Burgos, y continuado por sus hijos, José Manuel y José Luis López, con el apoyo de Jesús Alberto Santillana –«uno más de la familia»–, topó, como otros muchos, con la pandemia.

Ya nunca más volvió a abrir las puertas, salvo durante un breve lapso de 15 días el pasado noviembre. Pero la mala suerte, traducida en forma de enfermedades, de las que no se ha librado ninguno de sus miembros, ha cercenado de forma definitiva unos fogones –siempre en el número 10 de Iturribide– que interpretaron con todo tipo de recetarios.

Crispín y Aurelia, que llegaron a Bilbao de «pueblos remotos que ni aparecen en Google», según José Manuel, comenzaron como una casa de comidas que trabajaba «a la carta». Hicieron fama preparando besugos a la bilbaína, sirviendo platos de bacalao y raciones de cordero asado. Era otra época.

Tiempos en los que llenaban también las mesas con comensales que se pegaban grandes banquetes de angulas. Con el tiempo, este restaurante del Casco Viejo amplió su oferta y se volcó en la celebración despedidas y en la elaboración de menús diarios. El viraje funcionó. Los hermanos López y Santillana se multiplicaron en la barra y cocina, pero tampoco desaprovecharon el impacto que suelen deparar los concursos, donde volvieron a hacer gala de su buena mano.

Ganaron cantidad de premios. «Una enormidad», presume. Se llevaron bastantes de tortillas y, sobre todo, impusieron su autoridad en los de caldos. «Ganamos tantos que ya no nos dejaban presentarnos. Parecía que había tongo», bromea José Luis, de 66 años. Si por ellos fuera, el IruAnai hubiera seguido hasta no se sabe cuándo. Ganas y oficio nunca les faltó a los tres. Pero la fatalidad se ha cebado con ellos. «Caímos todos con distintas patologías. Ha sido un desastre», lamentan. Se han visto obligados a poner punto y final.

José Manuel no siente «ninguna pena» por el adiós. «Algún día se tenía que acabar». Pero sí de «no haber podido despedirse» de tantos clientes

Angulas, tortillas y caldos

«Ninguna pena»

que acabar». Pero sí de «no haber podido despedirse» de tantos clientes y amigos que hicieron durante más de cuarenta años. «Eso es lo verdaderamente triste», apunta. Quién sí se ha despedido, y por escrito, ha sido Santillana. «Es prodigioso cómo somos capaces de recordar para siempre aquellos lugares que han sido especiales para nosotros. Cómo resuena en nosotros el eco de todos los manjares que hayamos probado, y cómo nos permite imaginar y soñar. En este caso, un sueño que empezó hace muchos años, y que perdurará para siempre, pues, según dicen, nada desaparece mientras permanezca vivo en nuestro corazón…», relata Santillana.

Y añade:«Nos vamos. Con un nudo en la garganta, la voz seca y quebrada y los ojos desbordados, pero orgullosos de una vida compartida con vosotras y vosotros. Y es que eso ha sido, una vida. Una vida de esfuerzo, de sudor, de lágrimas, de sonrisas, y de muchísimos momentos dulces. Y no ha habido nada más grande que disfrutar del inolvidable camino en familia. Hemos hablado de mil y una historias, que permanecerán en nuestro corazón. Por eso solo podemos estar eternamente agradecidos por habernos convertido en lo que somos hoy, nunca os olvidaremos. Gracias.

Continúa: «Y ahora, por favor, recordad aquel plato o momento que un día os hizo sonreír. Así esto no será una despedida. Cada vez que os ronde la mente esa sensación, nos volveremos a encontrar, pues siempre seguiremos aquí mientras lo recordéis. Sin duda ha merecido la pena. Nos habéis hecho infinitamente felices. GRACIAS, Y HASTA SIEMPRE», concluye Santillana sobre la desaparición de una de las hostelerías locales más típicas de Bilbao.

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