mentos por nivel, y en la coronación del edificio se desarrollan apartamentos de mayor estándar. Destaca en la expresión exterior una línea quebrada blanca constituida por los barandales de hormigón, que refuerza el carácter racionalista del edificio. Su verticalidad es compensada con líneas horizontales en el resto de la fachada de la torre, remarcando la disposición en cada planta de sus vanos, antepechos, dinteles y niveles. La cúspide, con una textura de líneas horizontales y pequeños vanos, es otra contraposición formal que se emplea para distinguir la zona de servicio de locales técnicos. En contraste con la sobriedad exterior, sus interiores se ven marcados por el empleo de curvas en el diseño. Este recurso, que se contraponerse a la volumetría ortogonal de la construcción, transmite tranquilidad y confort con su uso en las áreas exteriores, donde se emplean con precisa sutileza. En las habitaciones se aprecian las influencias de un diseño racionalista, con énfasis en la neutralidad y la limpieza formal, para lograr espacios acogedores. Figura 2.
Figura 3.
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Las diferentes sensaciones que se experimentan en el exterior y el interior son marcas que esclarecen dos conceptos bastante divergentes que son perfectamente legibles. En primer lugar, la audacia y magnificencia de un volumen fuerte y contrastante que modifica el contexto, sin resultar traumático. En segundo lugar, un ambiente acogedor y tratado a través de una escala mucho más cercana al humano que pone en evidencia el contraste de estos tiempos entre la capacidad infinita del hombre para crear y su relación con cada obra. El Atlantic cobra protagonismo dentro del paisaje no solo por su altura, sino también apoyándose en el relieve accidentado característico del Vedado, que baja en terrazas