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Alejandro E. Parada

30° Aniversario

Docente e investigador (INIBI. FFyL-UBA)

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ALEJANDRO E. PARADA

30 AÑOS: profesionalidad y celebración.

En el aniversario de la Carrera de Bibliotecología en el ISFDyT Nº 35.

Cumplir 30 años no es poca cosa, y menos para una casa de estudios dedicada a la formación bibliotecaria. Hace tres décadas, el 15 de junio de 1991, se creaba la Carrera de Bibliotecología en el I.S.F.D y T. Nº 35, en Monte Grande, a instancias del profesor Vicente D’Abramo y de la profesora Susana Gravenhorst. Decimos que no es poca cosa porque cuando pensamos en el transcurso de esos años hasta el día de hoy, se manifiestan dos reflexiones: por un lado, la importancia y responsabilidad pedagógica de preparar bibliotecarias y bibliotecarios para nuestra sociedad; y, por el otro, nos asedia y conmueve el “concepto de celebración”.

Quisiera detenerme, muy brevemente, entre las diversas aproximaciones que motivan este aniversario, en lo particular, en ese par de motivos que signan la identidad bibliotecaria. Ante todo, debemos pensar que la Argentina, dada su extensión y diversidad, requiere de una gran cantidad de profesionales para instrumentar todo tipo de bibliotecas en su geografía. Desde sus inicios la Carrera de Monte Grande tuvo en cuenta dicha realidad bibliotecaria y ha formado profesionales que responden a esa compleja territorialidad. Pero no solo se trató y trata de impulsar las diferentes vertientes de especialización bibliotecaria; además, el núcleo vital de su proyección, consiste en gestar personas humanísticamente pensantes y críticas. Hombres y mujeres que tengan por objeto amado a las bibliotecas como ámbitos de residencia de las lectoras y los lectores en ese encuentro único y singular con el libro.

Creo que este aspecto es fundamental y resulta una característica distintiva de todas las carreras del país, la de promover la capacitación de nuestros profesionales para que reflexionen sobre el quehacer y acontecer de las bibliotecas y, de esta manera, forjar la movilidad social de los ciudadanos y sus derechos; pero sin olvidar, principalmente, la construcción de la felicidad de los usuarios que entran en una biblioteca y se

predisponen a ser atrapados y capturados por los libros.

Por otra parte, una institución que dicta la enseñanza bibliotecológica no solo alienta la necesidad de la formación social, crítica e independiente de sus promociones. También se impone la preparación de egresados que respondan a la complejidad tecnológica de los ámbitos del libro en la actualidad. Y esta Carrera que comienza su tercera década, ha implementado esas dos características específicas e imperiosas de nuestra formación.

Es necesario repetirlo nuevamente, como elogio y reconocimiento de una “verdadera Escuela” —en su más feraz sentido—, la de educar a bibliotecarios y bibliotecarias con una sensibilidad emotiva y pasional para llegar a las personas y vivir entre ellos y ellas; para habitar con y desde las personas; para desarrollar las maravillas virtuales, remotas y trascendentales de lo que denominamos las materialidades e inmaterialidades del libro y, esencialmente, a sus casas de vida, las bibliotecas. Todo esto, y aún mucho más, es lo que lleva a cabo la Carrera. Lo cual, como comentábamos al principio, no es una tarea menuda ni menor.

Pero resta el “concepto de celebración”, tan inherente a las mujeres y los hombres cuando poseen la conciencia de los objetivos alcanzados. La celebración connota la visualización real de ensalzar públicamente un acontecimiento, de impulsar un acto festivo y ceremonial por el simple hecho “de que lo merece” debido a sus realizaciones concretas; porque la celebración siempre es la oportunidad para sumar un balance de la vida colectiva e institucional, para meditar el presente reconfigurado por la fructífera memoria del pasado.

Y en este caso particular que hoy nos convoca, llevamos a cabo un acto de festejo ya que es el momento oportuno para alabar los logros en la enseñanza de la Bibliotecología que tiene la Carrera de Monte Grande. Logros que ahora deben enlazarse y proyectarse hacia la nueva encrucijada de las bibliotecas en la virtualidad y el universo digital, donde los espacios bibliotecarios y las prácticas de lectura mudan a una gran velocidad.

Entonces, no de otro modo, la presente celebración constituye un punto de llegada a su propia historia y a su propio presente desde sus inicios en 1991 hasta su articulación con la realidad de 2021, y frente al desafío que en el futuro impulsará a esta Carrera a nuevas realizaciones impensadas y por venir.

Larga y enriquecedora vida, pues, para una morada de la enseñanza de la Bibliotecología.

Alejandro