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Mamá de intercambio

Lilliam Salas

Mamá de Montserrat Mendoza, 11-B

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Para muchos padres de familia (“tantito” sobrepro1 tectores como yo), nos es fácil asimilar la idea de que nuestros retoños viajen con un grupo de amigos adolescentes al hemisferio norte del continente americano o a Europa, acompañados de un par de profesores y se hospeden en casas de personas que no conocemos. Sin embargo, no fue una vivencia terrorífica, todo lo contrario, fue algo incomparable y muy hermoso para nuestra familia.

Mi hija Montserrat (hoy estudiante de undécimo año), tuvo la experiencia de vivir en Marsella, viajar a París, Mónaco, Niza, recorrer la Costa Azul, caminar por los Campos Elíseos, subir a la Torre Eiffel, recorrer el Museo de Louvre, conocer las terroríficas catacumbas, transitar por Madrid, Toledo y otros hermosos lugares. Como si eso fuera poco, meses después, su experiencia fue aún más maravillosa al vivir en Overland Park en Kansas City, donde conoció la nieve y al fin supo desde lo más profundo de sus huesitos lo que significa “acá está haciendo mucho frío”. Viajó todo un fin de semana a Las Vegas, otro a Dallas y por último a Atlanta. Condujo un segway (el aparato que utilizan los guardas en Lincoln Plaza), hizo indoor skydiving (¡¡¡casi colapso!!!... hasta que me explicó de qué se trataba), fue a maravillosos espectáculos, en fin, coleccionó cientos de bellos recuerdos.

Para ser honesta, esos detallitos de los viajes, fueron nada, comparados con los maravillosos seres humanos que tuvo la bendición de conocer. Compartió sus costumbres, reglas y creencias. Ambas familias fueron muy distintas por su cultura, y sin embargo, ella recibió calidez, amor y cuidados en ambos lados del mundo, la colmaron de detalles y momentos atesorables. ¿Qué pasó conmigo mientras ella viajaba y disfrutaba? Pues pese a la preocupación de no tenerla bajo mi ala, mi corazón se llenó de alegría y de orgullo, porque ella, fue capaz de utilizar el transporte público Europeo como cualquier cosita, manejarse en los aeropuertos como si viviera en ellos, además, disfruté a la distancia cada una de sus experiencias. En pocas palabras, me demostró que sí puede sola, que está preparada para enfrentar ambientes y condiciones diferentes, me enseñó a confiar plenamente en sus sobradas capacidades de socialización y adaptación.

Estudiantes de intercambio Costa Rica– Kansas City, 2017

Estudiantes de intercambio Costa Rica– Kansas City, 2017

Comprendí y acepté que su hermana estadounidense de tan sólo 16 años, condujera su propio carro y la anduviera “para arriba y para abajo” de una manera segura, tanto a las clases en el colegio como a las miles de acti-

1vidades extracurriculares que tenían.

Me encantó verla usar el uniforme del Colegio Notre Dame de Sion en Kansas, me llenó de satisfacción que hiciera su propio horario de clases y acudiera a lecciones regulares para compartir la experiencia Sion en Estados Unidos.

Por mi parte, formé lazos de amistad con familias maravillosas, desempolvé mi oxidado francés y practiqué bastante mi inglés, me encantó la vivencia, la comunicación contante con esos padres de familia, compartimos fotografías y momentos a través de las redes sociales que acortaron nuestras distancias.

Esas estupendas familias, cuidaron de mi tesoro como si fuera el suyo. Con ese mismo cariño y agradecimiento, recibí a mi hija francesa y ahora, espero con ansias el momento de tener conmigo a mi hija estadounidense.

La experiencia de intercambio como mamá puede ser agotadora pero no la cambiaría en absoluto, es demasiado gratificante.

Nuestra familia está muy agradecida con el Colegio Nuestra Señora de Sion, con Don Sigurd, Mariam y Madame Norma que tanto los apoyaron en Francia; con Diana y David por su cuidado en Estados Unidos.

Gracias por incluir dentro de sus programas, los intercambios culturales y estudiantiles que nos permitieron vivir esos momentos, coleccionar memorias tan gratas y acercarnos a familias de Sion alrededor del mundo.

Dios y la Virgencita les bendigan y guíen siempre.

Estudiantes de intercambio Costa Rica– Kansas City, 2017

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