1 minute read

Mamá, papá estoy aquí

Next Article
San Valentín

San Valentín

Por. Lidia Pastrana Soto

Amamos a nuestros hijos, no hay duda.

Advertisement

Son un tesoro que debemos cuidar celosamente. No en vano Dios los puso en nuestras vidas en calidad de préstamo. Sabía que sabríamos velar por ellos diligentemente.

Sin embargo tenemos, muchos enemigos distractores acechando cada día nuestra relación con las personas que amamos.

Es difícil en esta época ruidosa que nada tienen que ver con los sentimientos, poner atención a lo relevante. La televisión y las redes sociales, computadoras, se han apoderado de nuestras vidas, y nuestros muchachos están allí esperando ser atendidos. Tampoco es que dejemos de atender todas esas cosas, pero es importante priorizar, nosotros somos los adultos. Quizás ellos, algunas veces, quieren decirnos algo con su silencio.

Ellos tienen muchas ofertas rodeándoles cada día, un menú interminable. Cuando su hijo le hable, muestre interés, escuche, mírele a los ojos, abrácelo, hable cosas del corazón, lo que desea, lo que siente, lo que le preocupa o le gusta hacer y cuáles son sus motivaciones.

Muy difícil hablar de sentimientos si estamos mirando el celular, la tele o estamos en el estadio. No le critique para que el (ella) sienta la confianza de abrir el corazón. Busque espacios, tome un café a solas con su hijo (hija), busque un lugar neutral donde él o ella puedan expresarse sin ser juzgados, sino más bien acompañados y amados.

Aunque algunas veces nos sorprendan con sus atrevimientos, están necesitando nuestro apoyo, interés y nuestro amor. Ellos serán lo que nosotros les decimos que son. Bendígale en todo momento, dígale que sí puede, que (ella) con esfuerzo y la ayuda de Dios, todo lo podrá lograr.

This article is from: