Isaías

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ISAÍAS 36:21

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Jehová libraría a Judá, no había duda alguna! ¡Sin embargo, la manera por la cual Él los libró fue debido a este insulto! Él los humillaría tanto que Senaquerib no recobraría. Además, Jerusalén no sufriría ni siquiera la pérdida de una sola persona ni una flecha disparada contra su muro. ¡Eso basta en cuanto al dios, Asur!) 21 Pero callaron, y no le respondieron pa­ labra, porque el rey así lo había mandado, diciendo: No le respondáis. (Hay ciertas ocasiones cuando la respuesta más eficaz de la fe al lenguaje insultante es la dignidad del silencio, y su refugio mejor es la oración.) 22 Entonces Eliaquín hijo de Jilquías ma­ yordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf canciller, vinieron a Ezequías rotos sus vesti­ dos, y le contaron las palabras del Rabsaces. (Si se puede notar, «Sebna el Escriba» estaba vestido de cilicio lo mismo que «Eliaquín». Pero ahí mismo la similitud se acabó. Eliaquín anhelaba la voluntad de Dios, mientras Sebna anhelaba su lugar y posición recuperados. ¡Esto describe a demasiados Cristianos!)

estaba esperando liberación; sin embargo, ahora parecía como si ella no tendría suficiente fuerza para pasar por la crisis, pero perecería por la debilidad.) 4 Quizá oirá el Señor tu Dios las palabras del Rabsaces, al cual envió el rey de Asiria su señor a blasfemar al Dios Vivo, y a reprender con las palabras que oyó el Señor tu Dios: Alza pues oración tú por el remanente que aun han quedado. (Nótese la manera en este Versículo en la cual Ezequías formulaba su terminología. Él no ruega con el Señor acerca del mérito de Judá, sino más bien acerca de la blasfemia del «Rabsaces». Él sabe que ni él ni Judá tienen mérito alguno para con Dios. Esta actitud debe ser un modelo para nosotros, también. «El remanente que ha quedado» se refiere al gran número de los de Judá que ya habían sido llevados cautivos de las otras ciudades de Judá, con solamente aquellos que estaban en Jerusalén que quedaban.)

Capítulo 37

5 Vinieron pues los siervos de Ezequías a Isaías. 6 Y les dijo Isaías: Diréis así a vuestro se­ ñor: Así dice el Señor: No temas por las pa­ labras que has oído, con las cuales Me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. (La blasfemia del Rabsaces estaba en contra del Señor, y sería contestada como corresponde.) 7 He aquí, yo voy a darle un soplo que le perturbe y oirá un rumor, y se volverá a su tierra: Y yo haré que en su tierra caiga a espada. (Las palabras, «Yo voy a darle un soplo que le perturbe», más bien significa «yo pondré en él un espíritu», es decir, «Yo le voy a quitar de él el espíritu de soberbia y arrogancia y en cambio infundiré en su corazón un espíritu de vacilación y temor». Cuando el Señor toma mando de una situación, este Versículo nos da la prueba de la amplia provisión que Él tiene para hacer lo que Le plazca. El «soplo» fue el envío de un Ángel del Cielo, quien mataría a 185.000 soldados Asirios en una sola noche. Senaquerib se detendría en llevar a cabo sus planes para la destrucción de Jerusalén y volver a su propia tierra. Por último, él fue asesinado por sus propios hijos.)

(710 a.C.)

Ezequías angustiado; le pide a Isaías que ore

A

CONTECIÓ pues, que el rey Ezequías, oído esto, rasgó sus vestidos, y cubierto de cilicio vino a la Casa del Señor. (Este Capítulo en realidad es una continuación del anterior; por lo tanto, los dos constituyen una sola narración. Lo que sean las dificultades de infidelidad que anteriormente habían plagado a Ezequías ahora se las echaron, y el está haciendo lo que debía hacer todo el tiempo. Él está llevando sus dificultades al Señor. Los Asirios están amenazando su destrucción, y él se da cuenta que no hay esperanza excepto en Dios.) 2 Además, envió a Eliaquín, mayordomo, y a Sebna Escriba, y a los ancianos de los Sacerdotes, cubiertos de cilicio, a Isaías Profeta, hijo de Amoz. (¡Ellos debían de haber hecho esto al comienzo!) 3 Los cuales le dijeron: Ezequías dice así: Día de angustia, de reprensión y de blasfe­ mia, es este día: Porque los hijos han llegado al punto de nacer, y no hay fuerza en la que da a luz. (Este Pasaje, «porque los hijos han llegado al punto de nacer… etc.», era una frase proverbial para indicar un momento de dificultad extrema. Judá estaba en apuros urgentes y

promesas de dios para la liberación

actitud arrogante de asiria, más insultos a dios y a judá

8 Vuelto pues el Rabsaces, halló al rey de


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