os de Cristo
(Otro)elogiodelalocura juan ignacio vara
erá presentar nal de año
Ha pasado el verano y quien más, quien menos, hemos disfrutado de un descanso no interrumpido por acontecimientos como los que nos estremecieron al comienzo de las vacaciones. Y, además, el Athletic ha arrancado europeo… así que todos contentos. Pareciera que el verano es como un dejar las armas -de todo tipo- en el trastero. ¡Cómo nos gustaría que ciertas armas se hubieran puesto roñosas e inservibles per in sécula seculórum! (y no meestoy refiriendo exclusivamente a las que tienen gatillo o detonadores, pero a ellas principalmente). Mas, como nadie nos lo garantiza, es posible que cualquier día volvamos a tener las mismas caras compungidas en los telenoticieros, las mismas autoridades en las ceremonias y las mismas homilías en los funerales. Duele reconocer que todas esas expresiones de que cada día está más el final del llanto, de que todos los demócratas están firmemente unidos contra quienes matan y hasta las de tono y sentido religioso, resultan ya estereotipadas y no conmueven a nadie. Conmueve más el silencio de quienes simplemente callan hasta las siguientes elecciones. Alguien, creo que en una homilía, dijo que los dolores de todas las madres son igualmente respetables. Los de las madres, las novias, las hermanas, las parejas… todos los dolores humanos son igualmente respetables. Por ello, desde una ensoñación utópica -que no atópica- quiero proponer que se dé un protagonismo mayor a todas las mujeres que sufren, a distintos niveles y en diferentes escalas, a cuenta de este nódulo que tenemos clavado en los pulmones de nuestra sociedad y que no nos permite respirar con plenitud. En su cuerpo es donde el dedo del creador, tal como lo concibió Miguel Ángel, se toca con el humus y estalla la vida humana. Desde muchas perspectivas, las mujeres están más cerca de la vida, la cuidan y gestionan mejor que los varones. Si les damos la oportunidad de que ellas, reunidas desde todos los dolores, se encuentren, se encaren, lloren juntas y descubran los cauces por donde la pena se ha instalado en las otras mujeres, ¿no nos darían una lección de humanidad que podría bautizar nuestra vida social en toda su extensión? ¿Y si se encerraran como en un cónclave, y decidieran no salir a la calle hasta conseguir que los hijos, los esposos, las parejas descubrieran que no hay valor alguno sobre la tierra que justifique liquidar una vida humana? Perdonen los lectores si esto les parece una locura. Lo que no sé es cómo, ni quién podría lanzar la iniciativa más allá de las siglas que ya no dinamizan. Pero, ¿y si funciona?
junio, el Papa Benedicto XVI confió a un grupo de cinco obispos la tarea de visitar los centros de los Legionarios de Cristo en todo el mundo. El trabajo de la comisión se ha repartido por grandes áreas geográficas. Así, sobre Ricardo Vatti, obispo de Tepic (México), recae la labor de visitar las comunidades de su país, cuna del fundador y de la congregación. Se trata, por así decirlo, de la parte del león, ya que allí se encuentran 44 centros y unos 250 curas, lo cual representa aproximadamente un tercio de la congregación. El obispo chileno de Concepción, D. Ricardo Ezzali se está haciendo cargo de la visita a las comunidades de Argentina, Colombia, Brasil y Venezuela, junto con las de su país. De las casas de Canadá y Estados Unidos se encarga el obispo de Denver, Charles J. Chaput. Finalmente, el obispo de Alessandria (Italia) Giuseppe Versaldi es el encargado de contactar con las comunidades de su país y con las de Israel, Corea del Sur y Filipinas. Los cinco obispos deberán presentar su informe en Roma a finales de año. La congregación, fundada en 1941 por Marcial Maciel, sacerdote mejicano fallecido el pasado año, está presente en 22 países y cuenta con unos 800 curas y 2.500 seminaristas. La visita de los obispos se centra en este colectivo, no así en el movimiento de apostolado denominado Regnum Christi, que, fundado en Madrid en 1965 también por el P. Maciel, comparte carisma con la Congregación de los Legionarios. Este movimiento agrupa en la actualidad a unas 70.000 personas. Tanto la congregación de presbíteros como el movimiento están presididos actualmente por el mejicano Álvaro Corchera, que sucedió al fundador en enero de 2005.
comunicaciónalkarrenbarri nº170
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