Revista num 17

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quién es quién

Inma: La doctora utilizó una técnica que actualmente sólo se emplea en algunas ocasiones, cuando la catarata está muy avanzada, la extracción extracapsular. Tuvo que operar a todos los pacientes así. Los resultados fueron positivos, aunque tanto la cirugía como la recuperación son más lentas. Las tres nos hablan de la motivación que las empuja a colaborar en estas expediciones: Mevi: Para mí, cada viaje es un nuevo reto profesional, porque te has de adaptar a las circunstancias, a las complicaciones que surgen siempre a nivel de logística. El agua, la luz... tan normales en nuestro entorno, allí son bienes preciados de los que no siempre puedes disponer. También la convivencia con las personas que nos ayudan en el país de destino. Necesitas entenderte con ellos a nivel profesional y personal, en beneficio de la salud ocular de cientos de pacientes. Maite: Hay muchísimas personas ciegas, totalmente a oscuras, que son una carga para la familia porque no pueden hacer nada de nada. Vivir el momento en que se dan cuenta que han recuperado la visión y saber que esto les cambia la vida, es una gran satisfacción. No tiene precio. Inma: Desde el punto de vista personal, el salir de la rutina de la clínica, de tu vida personal, laboral y social y encontrarte en una situación completamente distinta, con otras realidades, es algo que marca mucho. Una vez de regreso, los problemas del día a día se ven desde otra perspectiva. Viajar a un país lejano, los cambios de horarios, la intensa labor desarrollada allí, las complicaciones que van surgiendo y que hay que ir superando... nada de esto desanima a este valiente equipo de enfermeras que nos dicen: Mevi: A veces pienso que no voy a ser capaz de hacerlo una vez más, por el esfuerzo y el cansancio que supone, pero cuando vuelvo es tanta la satisfacción personal y profesional que siento, que me olvido de todo y ya pienso en la siguiente expedición. Hay personas a las que se les opera un día de un ojo y no quieren esperar a la próxima expedición para intervenir el otro ojo, quieren que se lo operemos ya mismo. Un viaje de estos nunca se olvida. Maite: A mí me impacta mucho la alegría con la que nos recibe el personal

de los centros sanitarios donde vamos a operar, como si fuéramos de la familia y también ver las larguísimas colas de pacientes esperando su turno para ser operados. Algunos vienen de muy lejos, incluso caminando. Por supuesto, cuando al quitarles el vendaje pueden ver a su padre, a su madre, a su mujer o a sus hijos,es emocionante, un momento maravilloso. También recuerdo con cariño a un niño de tan sólo 6 añitos que ni lloró ni protestó ni se quejó en toda la intervención. Estas cosas calan muy hondo. Inma: Recuerdo que en mi primer viaje, a Guinea, operamos a un chico ciego de 30 años. No sabía como dar las gracias. Le habíamos cambiado la vida para siempre. Comunicarse con los pacientes no resulta tarea fácil. Mevi: Algunas veces, con suerte, ellos hablan francés, inglés o portugués, lo suficiente para comprender las indicaciones, pero en otros muchos casos sólo hablan dialectos locales. Cuando es así nos confeccionamos una “chuleta” para conseguir entendernos mínimamente, con frases como por ejemplo: “Todo bien”, “esté muy quieto” “no se mueva” o “ya ha acabado”. Con esto nos arreglamos.

Nos cuentan también que en cada expedición suelen ir seis personas: la doctora Elena, o en su ausencia otro cirujano, un oftalmólogo ayudante, el anestesista, una enfermera instrumentista y dos voluntarios. Todos bajo la batuta de la doctora Elena, a quienes nuestras tres protagonistas admiran profundamente, profesional y personalmente. Las tres coinciden en destacar la gran obra que con estos viajes hace la doctora Elena Barraquer. Es incansable, el alma de toda esta labor humanitaria tan extensa que lleva a cabo la Fundación Barraquer desde hace diez años. En cada viaje se supera. Hemos llegado a estar 6 días con un promedio de 35 operaciones por día. Cuando ve tanta gente esperando, ella quiere operar a todos los que pueda, a veces sin comer y, por supuesto, sin descansar. No repara en tiempo ni esfuerzo. Es admirable -dicen.

De izquierda a derecha, Inma, Maite y Mevi, con su uniforme de trabajo y las maletas ya preparadas para la próxima expedición.

AÑO 2013 | NÚM. 17| BARRAQUER | 33


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