La Biblia Y Las Mujeres En El Ministerio Y Liderazgo

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LA BIBLIA Y LAS MUJERES

LIDERAZGO

por la Dra. Meredith Stone

Traducido por Javier Vargas y la Dra. Nora Lozano

SOBRE
EN EL MINISTERIO Y
UNA REFLEXIÓN BAUTISTA

Copyright 2019

Waco, Texas

All rights reserved. Written permission must be secured from the publisher to be use or reproduce any part of this book, except for brief quotations in critical articles and reviews. Printed in the United States of America.

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Baptist Women in Ministry

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Para muchas iglesias bautistas de hoy, la forma en que las mujeres sirven en los roles de liderazgo del ministerio sigue siendo un tema de debate. ¿Pueden las mujeres servir como diáconos? ¿Pueden las mujeres ser ordenadas? ¿Pueden las mujeres ejercer roles de liderazgo o enseñar a los hombres? ¿Pueden las mujeres predicar o ser pastoras? Estas son preguntas que han sido fuente de conflicto durante décadas, y al centro del asunto está la forma en que interpretamos los pasajes bíblicos relacionados con los roles y el liderazgo de las mujeres.

Entre los grupos bautistas existen muchas interpretaciones diferentes en relación a cómo las mujeres deben servir en el liderazgo del ministerio. Las doctrinas bautistas del sacerdocio de las y los creyentes y la autonomía de la iglesia local nos invitan a reconocer que cada persona, como sacerdote, tiene el derecho y la responsabilidad de interpretar la Biblia, y que cada congregación tiene el derecho y la responsabilidad de hacer sus propias decisiones en cuanto a su liderazgo.

La perspectiva que ofreceré es una que demuestra cómo se puede interpretar la Biblia para afirmar la plena participación de las mujeres en el liderazgo del ministerio. Espero que esta explicación sirva para aclarar cómo algunas personas bautistas, como sacerdotes y congregaciones autónomas, ejercen sus derechos y responsabilidades al elegir ordenar mujeres y llamarlas a puestos de liderazgo en el ministerio. Al reconocer que esta interpretación es una entre muchas, también reconocemos que la interpretación de las Escrituras es una tarea complicada que implica mucha reflexión y discernimiento. Si bien algunos pasajes parecen tener una aplicación clara y directa en la vida de las personas y congregaciones de hoy, otros requieren un estudio y consideración más intencionales por parte de la comunidad de fe.

Por ejemplo, al interpretar muchas de las leyes del Antiguo Testamento o incluso las prácticas particulares que fueron exhortadas a seguir las congregaciones del Nuevo Testamento (el beso sagrado, Romanos 16:16; hombres levantando sus manos en oración, 1 Timoteo 2:8), buscamos comprender el contexto cultural de esas prácticas para así poder descubrir los principios subyacentes, y luego aplicar esos principios a nuestro contexto actual.

Debido a que la Biblia presenta muchos tipos de pasajes diferentes que hablan sobre los papeles y el liderazgo de las mujeres, abordaremos estos pasajes reconociendo la naturaleza compleja de la interpretación y siendo conscientes del contexto en el que se escribieron las Escrituras.

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MUJERES EN LA BIBLIA

Un buen lugar para comenzar es el considerar las historias narradas en la Biblia acerca de las mujeres. Mientras que algunas mujeres en la Biblia viven de acuerdo a papeles sumisos a los hombres, otras mujeres tienen autoridad y son líderes prominentes.

En el Antiguo Testamento, Débora es una líder militar y judicial para todas las personas en Israel, hombres y mujeres (Jueces 4:4-15). Hulda es una profetisa a quien el rey Josías envía mensajeros para que pueda instruirlos en relación a lo que está escrito en el libro de la ley que han encontrado (2 Reyes 22:11-20). Ester es una reina que salva exitosamente a su pueblo de la aniquilación (Ester 5:1-9, 19). Las cinco hijas de Zelofehad se enfrentan a Moisés para defender su derecho a poseer tierras y, al hacerlo, logran influenciar positivamente una nueva ley que otorga a otras mujeres el derecho a poseer tierras (Números 27:1-11).

En los evangelios, las mujeres son participantes importantes en el ministerio de Jesús. Su madre, María, nutre su fe y sentido de vocación (Lucas 1:46-55; 2:39-40), y lo impulsa hacia su primer milagro (Juan 2:1-11). Una profetisa, Ana, reconoce al niño Jesús en el Templo y afirma que él traerá la redención de Jerusalén (Lucas 2:36-38). Muchas mujeres siguen a Jesús y se unen a él en su recorrido, apoyando financieramente su ministerio (Lucas 8:1-3).

Otras mujeres brindan ejemplos fieles de discipulado a lo largo de los evangelios (Marcos 12:41-44; Mateo 26:6-13, entre otros). Mateo (27:55-56) y Marcos (15:40-41) registran específicamente que las mujeres presenciaron la crucifixión de Jesús, aun y cuando los doce discípulos lo abandonaron después de su arresto. María Magdalena y las otras mujeres son las que encuentran la tumba vacía de Jesús al tercer día y a las que se les dice que vayan y digan a la gente que Jesús ha resucitado (Mateo 28:1-10; Marcos 16:1-8; Lucas 24:1-12; Juan 20:1-18). Estas mujeres son las primeras evangelistas, compartiendo las buenas nuevas de la resurrección de Jesús.

En Hechos y las epístolas, Lidia es una mujer rica, que llega a ser creyente en Cristo y comienza la iglesia en Filipos en su hogar (Hechos 16:14-15, 40). Priscila es una compañera de trabajo de Pablo, que enseña a otras personas sobre los caminos de Dios (Hechos 18:26, Romanos 16:3; 1 Corintios 16:19). Felipe, uno de los siete diáconos originales, es padre de cuatro hijas que profetizan (Hechos 21:8-9).

Ciertamente hay otras mujeres en el Antiguo y Nuevo Testamento, pero estos son algunos ejemplos de mujeres que nos dan luz sobre cómo interpretar la Biblia en

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relación al liderazgo de las mujeres.

MUJERES Y LA CREACIÓN

La historia de la creación y la caída de Adán y Eva a menudo se citan para explicar por qué las mujeres deben ser sumisas a los hombres y, por lo tanto, no deben ejercer autoridad o liderazgo sobre ellos. Tres puntos específicos son parte de este argumento: el orden de la creación, el orden en que Adán y Eva comieron el fruto del árbol, y las consecuencias que Dios dio para Adán y Eva después del evento.

Al considerar el orden de la creación, debemos ver tanto a Génesis 1 como a Génesis 2. En Génesis 1:1-2:4ª se describen los seis días de la actividad creadora de Dios en su totalidad, incluyendo la culminación de su obra y el descanso en el séptimo día. Como parte de este relato completo de la creación, Dios crea a los seres humanos en Génesis 1:26-27, y el texto establece específicamente que Dios crea mujeres y hombres al mismo tiempo, y que tanto ambos, hembra y varón, son creados a la imagen de Dios.

En Génesis 2:4b-25, el lector/a encuentra otro relato completo de la creación con un orden y una estructura diferentes. En este relato, Dios creó al hombre (o ser humano, ya que la palabra hebrea para humano es la misma palabra que también se traduce o interpreta como el nombre de Adán). Dios luego crea un jardín y árboles, luego a los animales y finalmente a una segunda persona, la mujer, la cual está hecha del hombre. Si el orden de la creación determina la autoridad en este segundo relato de la creación, parecería entonces que aún los animales tendrían autoridad sobre la mujer.

Además del orden, algunas personas eruditas señalan que la mujer fue creada para ser una “ayuda” (Génesis 2:20) para el hombre, no para ser su igual. Sin embargo, la mujer es creada de la costilla del hombre, no de su pie, para que se puedan poner lado a lado, en lugar de que él gobierne sobre ella. Más todavía, la palabra hebrea “ayuda” con mucha frecuencia se encuentra en el Antiguo Testamento en referencia a Dios (por ejemplo: Oseas 13:9, Salmos 70:5 y 40:17), y es una designación que no parece indicar que Dios no es digno de autoridad o liderazgo.

Al contemplar el orden de sus pecados en Génesis 3, la mujer come primero el fruto, pero el hombre no parece tener ninguna reserva acerca de comer él mismo el fruto (Génesis 3: 6), a pesar de que él es a quien Dios le dio la orden de no comer de ese árbol, una orden dada antes de que la mujer fuera formada (Génesis 2:16-17).

Un pasaje en Timoteo usa el orden de la creación y declara que, como la mujer fue la primera que fue engañada, ésta es la base para que las mujeres no asuman autoridad sobre los hombres (1 Timoteo 2:13-14), mientras que un pasaje en Romanos culpa al

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hombre directamente de este evento, explicando que el pecado vino al mundo por la transgresión de un hombre: Adán (Romanos 5:12-19). Además, ningún otro pasaje bíblico parece indicar que el orden en que las personas cometen los pecados requiere un mayor castigo o jerarquía.

Finalmente, en el encuentro de Dios con Adán y Eva después de sus pecados, Dios describe las consecuencias para cada uno. Para algunas personas, estas consecuencias son prescriptivas— prescriben y ordenan reglas para toda la gente de todos los tiempos. Sin embargo, otras personas las leen como descriptivas—una descripción de las consecuencias del pecado, aunque no necesariamente una prescripción de los deseos de Dios para la humanidad.

En la interpretación descriptiva, cuando Dios le dice a la mujer, “tu deseo será para tu marido y él se enseñoreará de ti” (Génesis 3:16), Dios está describiendo las consecuencias del pecado que entró al mundo, con el resultado de que los hombres gobernarán sobre las mujeres, en lugar de que Dios prescriba que los hombres deberán gobernar sobre las mujeres. El deseo real de Dios es la unidad entre los dos humanos, la unidad que tenían entre sí antes de sus pecados (2: 23-25). En última instancia, la esperanza de Dios es que la mujer y el hombre experimenten una relación sin obstáculos entre sí y con Dios. Si Dios hubiera querido un arreglo jerárquico para su relación, entonces hubiera sido más apropiado que Dios hubiera arreglarlo esto desde el principio, en lugar de imponerlo como consecuencia de su pecado.

AFIRMACIÓN DE LA IGUALDAD DE MUJERES Y HOMBRES EN EL NUEVO TESTAMENTO

Si bien, las epístolas de Pablo presentan pasajes desafiantes que serán discutidos posteriormente, el apóstol también presenta afirmaciones acerca de la igualdad de las mujeres y de su inclusión en el liderazgo de la iglesia.

Gálatas 3:28 declara que en Cristo no hay hombre ni mujer, afirmando que para quienes están en Cristo, la división y el poder ya no deben de existir. 1 Corintios 11:1112 declara que mientras que la mujer vino del hombre, el hombre también nació de la mujer, pero finalmente todo proviene de Dios. Además, en el mismo pasaje, Pablo instruye que toda mujer que ora o profetiza debe cubrirse la cabeza (1 Corintios 11:4). Orar y profetizar son dos formas de hablar en público que aparentemente ocurrían en las congregaciones de Corinto. En Romanos 16, Pablo envía saludos a aquellas personas a quienes considera como amistades y colaboradoras en su trabajo. De las veintiocho

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personas mencionadas específicamente en el capítulo, nueve son mujeres, incluyendo a Junias, a quien Pablo llama apóstol.

Además, los evangelios nunca presentan a Jesús limitando la participación de las mujeres en su ministerio o haciendo declaraciones públicas que promovieran las relaciones jerárquicas entre mujeres y hombres. Al contrario, Jesús incluye mujeres entre quienes le seguían, ve y satisface sus necesidades, y les confía el mensaje del evangelio. Las mujeres son esenciales e importantes para el trabajo de Jesús.

LAS MUJERES COMO ESPOSAS EN SUMISIÓN A LOS ESPOSOS EN EL NUEVO TESTAMENTO

Varios pasajes en el Nuevo Testamento que parecen prescribir la sumisión de las esposas en el matrimonio, son utilizados por quienes argumentan que la sumisión de las esposas tiene un vínculo directo con la capacidad de las mujeres para liderar en la iglesia.

Cuatro pasajes diferentes en las epístolas mandan a las esposas a que sean sumisas o que estén sujetas a sus esposos (Colosenses 3:18; Efesios 5:22; Tito 2:5; 1 Pedro 3:1-6).

Quienes sostienen una interpretación que afirma la participación plena de las mujeres en el liderazgo del ministerio en la iglesia, creen que las instrucciones en estos pasajes fueron escritas para esposas específicas en esas congregaciones particulares, las cuales existían en una cultura particular. En seguida se presentarán tres de las razones principales que apoyan esta interpretación.

Primero, mientras los pasajes mencionados mandan la sumisión de las esposas, otros pasajes del Nuevo Testamento especifican la reciprocidad entre esposos y esposas (1 Corintios 7:3-4; Efesios 5:21).

Segundo, los escritores de las cartas del Nuevo Testamento a menudo abordaron problemas particulares en congregaciones individuales (pleitos entre creyentes, 1 Corintios 6:1-8; usar joyas de oro, 1 Pedro 3: 3; beber un poco de vino en lugar de sólo agua, 1 Timoteo 5:23), en lugar de escribir instrucciones destinadas para todas las personas en todos los tiempos.

Tercero, algunos de los mismos pasajes que recomiendan a las esposas que se sometan a sus esposos, a menudo también trataban con la sumisión de los esclavos a sus amos (Colosenses 3:22-25; Efesios 6:5-9) y parecen condonar la relación jerárquica de la esclavitud. Con razón, la mayoría de las personas creyentes han llegado a reconocer que tal disposición de poder sobre otras personas es pecaminosa, a pesar de que las

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Escrituras incluyen instrucciones sobre cómo manejarse dentro de esas relaciones.

LIMITACIONES ESPECÍFICAS SOBRE EL LIDERAZGO DE LAS MUJERES Y EL HABLAR EN PÚBLICO EN EL NUEVO TESTAMENTO

Dos pasajes específicos se han considerado los más importantes en términos de limitaciones impuestas a la autoridad y el liderazgo de las mujeres en la iglesia: 1 Corintios 14:34-35 y 1 Timoteo 2:11-15.

1 Corintios 14:34-35 afirma: “vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación”.

El contexto de este pasaje es que Pablo está tratando con la necesidad de tener orden en el culto, específicamente en términos de cómo se debe de hablar en lenguas en la congregación (14: 26-40). Sin embargo, aunque la mayoría de bautistas no considera relevantes las instrucciones de Pablo sobre cómo se debe hablar en lenguas e interpretarlas ordenadamente, algunas personas si siguen las instrucciones con respecto a las mujeres que se encuentran en este pasaje.

Una forma en que algunas personas interpretan los versículos 34-35 es en conexión con el versículo que sigue. El versículo 36 comienza con una partícula griega que normalmente inicia una pregunta para la cual la respuesta esperada es “no”, pero el participio también puede funcionar para negar la declaración que le precede. Por lo tanto, algunas personas intérpretes ven la declaración de Pablo sobre el silencio de las mujeres como una práctica de la gente en Corinto, sobre la cual le habían escrito a Pablo, o sobre la cual él escuchó, y Pablo está refutando esta práctica del silencio de las mujeres en las iglesias. Pablo también hace esto en 1 Corintios 7:1 cuando refuta la idea de la gente en Corinto de que es bueno que un hombre no tenga relaciones sexuales con una mujer, y luego proporciona más instrucciones sobre el tema de las relaciones sexuales. El que Pablo niegue la idea de que las mujeres deben permanecer en silencio sería coherente, con el hecho de que Pablo da instrucciones en la misma carta, tres capítulos antes, sobre cómo las mujeres deben hablar públicamente en la asamblea (1 Corintios 11:4).

1 Timoteo 2:11-15 declara: “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino

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que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor, y santificación, con modestia. Dos puntos clave sobre este pasaje: Primero, la palabra griega para “ejercer dominio o asumir autoridad” se usa sólo aquí y en ningún otro lugar en el Nuevo Testamento, y, por lo tanto, no podemos inferir que Pablo se refiere al mismo tipo de autoridad sobre la cual escribe en otros pasajes en relación a líderes de la iglesia.

En cambio, aquí el uso de la palabra “autoridad” parece indicar una suposición de poder inapropiada sobre otras personas, dado que sólo Dios es la máxima autoridad. Por lo tanto, intérpretes presuponen que puede haber ciertas mujeres en esa congregación en particular, que intentaban ejercer autoridad sobre otras personas de manera similar a cómo las mujeres ejercían autoridad en algunos de los cultos del mundo grecorromano.

En segundo lugar, también debe considerarse el contexto literario del pasaje. Estos versículos aparecen como parte de un pasaje en el que Pablo exhorta a los hombres a orar levantando manos santas sin enojo (1 Timoteo 2:8) y a las mujeres a vestirse modestamente sin perlas, oro o vestidos costosos (1 Timoteo 2:9). Ambas instrucciones no se consideran para todas las personas y en todos los tiempos, pero se cree que representan los principios de orar con respeto y reverencia, y de demostrar modestia de una manera adecuada a la cultura propia.

Además, el contexto literario del pasaje también aborda la salvación de una manera que la mayoría consideraría inconsistente con la noción de recibir salvación por gracia a través de la fe. 1 Timoteo 2:15 dice que las mujeres se salvan engendrando hijos, aunque sólo si continúan en fe, amor y santificación. Muchas mujeres (al igual que hombres) han transitado el camino difícil de la infertilidad, y no podemos imaginar que la iglesia les diga que no pueden ser parte de la comunidad de Dios porque no pueden reproducirse.

Dado a que encontramos que varias partes de estos dos pasajes están culturalmente condicionadas, o dirigidas a personas particulares en un lugar en particular, y/o inconsistentes con otros pasajes bíblicos, aquellas personas que afirman el liderazgo de las mujeres en la iglesia, no consideran las instrucciones en cuanto a las mujeres en estos pasajes, como reglas universales para todas las iglesias a lo largo de la historia.

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CONSIDERACIONES TEOLÓGICAS, PRÁCTICAS E HISTÓRICAS

Consideraciones teológicas, prácticas e históricas también pueden aportar a la conversación de la iglesia sobre el papel de la mujer en ésta. Se incluyen aquí tres puntos claves.

1. Al aumentar la presencia de mujeres en papeles de liderazgo, se expande nuestra imaginación de la naturaleza de Dios. Aun y cuando como bautistas afirmamos la doctrina del sacerdocio de las y los creyentes, la realidad práctica de nuestras iglesias es que quienes son líderes “hablan por Dios.” A líderes se les confía la responsabilidad de revelar a Dios y los propósitos de Dios para las congregaciones, por lo que es inevitable que las características de líderes terminan siendo asociadas también con Dios. Dado que tanto mujeres como hombres son creados a la imagen de Dios, todas las personas existen como un reflejo de Dios en el mundo. La naturaleza infinita de Dios no puede ser capturada por un género. Cuando las mujeres sirven en papeles de liderazgo, incluso como predicadoras y pastoras, las personas pueden concebir una noción más completa de la naturaleza infinita de Dios, la cual es capturada en las perspectivas y voces de las mujeres.

2. Cuando las mujeres sirven en más ministerios y papeles de liderazgo en la iglesia, las necesidades de más de la mitad de la membresía de nuestras iglesias pueden ser mejor entendidas y cubiertas.

Más de la mitad de las personas participantes en las iglesias son mujeres. Hay más posibilidades de que las mujeres sean las que asistan con más regularidad y sirvan como voluntarias en los ministerios de la iglesia. Cuando más de la mitad de la población de nuestra iglesia no está representada en el liderazgo de la iglesia, la visión y el trabajo de la iglesia corren el riesgo de no representar con precisión a toda la membresía completa. Además, hay muchos problemas tales como el abuso doméstico y sexual, para los cuales las mujeres no buscarán la ayuda y el consejo de líderes masculinos. Como lo han revelado los movimientos #metoo y #churchtoo, el abuso es mucho más común en nuestra sociedad de lo que podríamos esperar, y las personas sobrevivientes necesitan tener la mayor cantidad posible de gente que les defienda, especialmente en la iglesia.

3. Las mujeres han estado liderando y predicando desde el comienzo de la iglesia.

Las mujeres fueron las primeras evangelistas, estuvieron profetizando (en otras palabras, predicando) en la iglesia de Corinto, y posiblemente en otras iglesias también, y asumieron papeles de liderazgo al iniciar nuevas iglesias. No obstante, la participación de las mujeres en la predicación de la palabra de Dios y el liderazgo de la

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iglesia de Dios no se detuvo al final de los tiempos del Nuevo Testamento. Los primeros documentos cristianos revelan que mujeres como Tecla, Perpetua, Proba, Macrina y Paula fueron líderes del nuevo movimiento de la fe. En los principios de la nueva denominación bautista, las mujeres comenzaron a predicar en la década de 1630. Anne Hempstall, Mary Bilbrow, Joane Bauford, Susan May, Elizabeth Bancroft y Arabella Thomas predicaron por toda Inglaterra durante esos años. A mediados de la década de 1640, la Sra. Attaway, fabricante de encajes y miembro de una iglesia bautista general en Londres, fue burlonamente etiquetada como la “jefa y nodriza de todas las predicadoras de la calle Coleman” por un fuerte opositor bautista. Las mujeres líderes y predicadoras no son un fenómeno nuevo.

CONCLUSIÓN

Como bautistas, afirmamos el derecho y la responsabilidad de cada persona y congregación de considerar y decidir por sí mismas los papeles apropiados de las mujeres en la iglesia, y hacerlo basándose en un estudio serio de las Escrituras. Aquellas personas que interpretan la Biblia de una manera que afirma la participación plena de las mujeres en el liderazgo de la iglesia, encuentran pasajes bíblicos que denotan igualdad y reciprocidad y que presentan a las mujeres como líderes, tan importantes para esta conversación, como los pasajes que parecen limitar el liderazgo de las mujeres. Hemos interpretado que las limitaciones bíblicas en los papeles de liderazgo de las mujeres fueron formuladas para circunstancias, iglesias o personas particulares, y no como prohibiciones universales para todas las mujeres en todos los tiempos. Además, vimos el valor teológico y práctico de tener más mujeres en posiciones de liderazgo en el ministerio congregacional.

Las ministras bautistas están compartiendo fielmente el amor y la gracia de Cristo a un mundo que necesita redención. Con la perspectiva de la interpretación de las Escrituras que se ofrece en este folleto, esperamos que más mujeres puedan abrazar y encarnar plenamente sus llamamientos para que la obra de Dios prospere a través de un número creciente de siervas en la mies que es mucha (Lucas 10:2). Si usted y/o su congregación están explorando los asuntos planteados en este folleto y necesitan más fuentes o desean conversar más al respecto, visiten el portal de internet de Baptist Women in Ministry o comuníquese con el personal de BWIM.

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Meredith Stone es directora ejecutiva de Mujeres Bautistas en el Ministerio (Baptist Women in Ministry) donde ha servido desde el 2020. Es graduada de la Universidad Hardin-Simmons (licenciatura y maestría) y de la Escuela de Divinidades Brite de la Universidad Cristiana de Texas (doctorado). Es autora del libro Empire and Gender in LXX Esther (Imperio y Género en Esther LXX) publicado por SBL Press en el 2018. Stone es una ministra ordenada y previamente se desempeñó como decana asociada y profesora asistente de las Sagradas Escrituras y Ministerio en el Seminario Logsdon de la Universidad Hardin-Simmons, como especialista en mujeres en el ministerio para los Bautistas de Texas y como miembro del equipo pastoral de diversas iglesias bautistas.

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