


Oli es un saltamontes verde y larguirucho que vive en un jardín donde hay un caserón muy antiguo al que llaman «La Rosaleda».
Cada día Oli sale de su casa, bajo la corteza de un árbol, a buscar comida dando saltitos entre la hierba fresca.
Pero, ¿qué come un saltamontes?, os preguntaréis.


Pues mirad, Oli come flores, tallos, semillas, cereales e incluso algunos insectos minúsculos. Pero, entre hierba y hierba fresca, algunas veces, se encuentra con desechos que le complican mucho el acopio de alimento.

Entre esos restos, hay unos que le llaman especialmente la atención: los gurruños de papel. Ovillos con letras y dibujos que quiere aprender a «descifrar»; cosa que va a lograr gracias a la «ayuda» de las personas que acuden al parque a pasar el día.


—La M con la A, ma; la B con la E, be; la T con la O, to… escucha recitar a alguna mamá a sus peques.
Son clases improvisadas a las que suele asistir escondido en el suelo como alumno de excepción.
Y es así como, poco a poco, Oli va siendo consciente de muchas de las cosas que suceden a su alrededor y que tienen que ver con la capacidad de leer. Y es que la lectura es un proceso de aprendizaje que nos permite el acceso al saber y nos abre una ventana hacia el descubrimiento de innumerables senderos por recorrer.
—El valor numérico de pi es 3,141592653 589… escucha un día.
«¿Quién será Pi?», se pregunta.

