


Había una vez una niña a la que le encantaba ir al cole…
Pero… ¡Un momento! ¡Parad de leer!
Este cuento empieza como cualquier otro, pero no es una historia que hayas escuchado antes. ¿Sabes por qué? Pues porque en esta historia sus protagonistas tienen algo único, diferente, una seña de identidad que hace que, aunque haya mucha gente en un parque lleno de niños, puedas localizarlos al instante. Pero volvamos al principio.

Había una vez una niña a la que le encantaba ir al cole. Todos la conocían como Aranchita. Tenía el pelo castaño, unos ojos rasgados y verdes y una sonrisa divertida. Cuando estaba en el patio, no dejaba de saltar, correr y escalar.



Un día, se dio cuenta de que algunos compañeros le miraban fijamente la frente. Hasta que uno de ellos se atrevió a preguntarle:
—¿Qué te ha pasado?
Aranchita no sabía a qué se refería, así que puso cara de extrañada.
—Ahí, en la pupa. —Y le tocó la frente.
Aranchita no entendía nada. Ella no se había caído, pero se quedó pensativa.
