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Ferretería La Nueva: ni siquiera una pandemia puede con ella
Jerónimo Torres sacó adelante el negocio durante la crisis del Covid-19 gracias a la incorporación de material higienizante y de desinfección
Desde que tiene uso de razón, Jerónimo Torres ha sido un enamorado de la ferretería: "Todos querían ser astronautas, futbolistas, bomberos... Yo quería ser ferretero". La pasión por la quincallería le lleva, hace alrededor de 26 años, a montar su primer negocio en el local de la antigua droguería de su madre. Así nace la ferretería La Nueva.
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Al abarcar tantos campos, el mundo de la ferretería está en constante evolución. "Cada vez que uno de estos campos crece, la ferretería también", asegura Jerónimo. Aunque no todo son nuevas mercancías, también hay casos donde ciertos son retirados del mercado, como ocurre en la jardinería con determinados pesticidas que son altamente contaminantes. Por ello, en La Nueva, Jerónimo y su mujer, Ana Arenas, se encargan de actualizar a diario su cartera de productos.
A diferencia de numerosos negocios, la pandemia no se impuso entre la ferretería y sus clientes. Al contrario. El hecho de vender mascarillas, geles sanitizantes o guantes hizo que La Nueva incrementara su nivel de ventas, algo que también creció gracias a que "la gente, al estar confinada, aprovechó para hacer cosas relacionadas con el mantenimiento de su hogar: pintura, limpieza, desinfección…", relata Jerónimo.
Sobrevivir a lo largo de estos casi 30 años no ha sido fácil, el negocio se ha tenido que reinventar en reiteradas ocasiones para salir adelante. Algunos de los cambios introducidos son el servicio de zapatería, siendo el único establecimiento que lo ofrece, o la incorporación de aires acondicionados a su oferta. Otros rasgos diferenciadores son que, en este lugar, se arreglan ollas Magefesa de manera gratuita y, además, se venden productos de dos calidades, alta y media, según el poder adquisitivo de cada cliente.
Por su parte, el Ayuntamiento de La Algaba ha ayudado a que el negocio siga su curso. Jerónimo le está muy agradecido. Según el algabeño, “está muy bien que se destinen ayudas a los autónomos, porque cuando no ha sido la crisis económica, ha sido la pandemia”, remarca.
El negocio regentado por Javier Méndez lleva 14 años funcionando y ofrece una amplia gama de piensos y de comida para animales, además de vender semillas de verduras y frutos secos
Javier Méndez Garrido lleva 14 años al frente de Semillería La Algaba. Se trata de un establecimiento en el que este negocio funciona desde hace tiempo. Su tío lo había cogido durante seis meses, pero ya existía con anterioridad una semillería en el mismo lugar. El actual propietario se hizo con el proyecto porque le ilusionaba el reto y desde entonces no ha dejado de trabajar para que su negocio crezca y sea reclamo para los vecinos de La Algaba y los municipios de los alrededores.
Perros, gatos, conejos, gallinas, caballos, perdices, palomos... son algunos de los animales para los que se puede encontrar sustento en Semillería La Algaba. La crisis de los materiales le ha traído el problema de que el precio de los piensos casi se ha doblado, algo que ha hecho que a muchas de las personas que vienen a comprarle comida para sus animales ya no le salgan las cuentas. "Antes criaban gallinas y vendían los huevos. Ahora ya no les es rentable porque se gastan mucho más en el pienso", lamenta.
Lo que sí ha experimentado un auge destacado es el mundo de las mascotas. En los 14 años que lleva abierto el negocio se ha disparado el número de familias en La Algaba que posee perros o gatos, por lo que ha visto incrementarse considerablemente la demanda de artículos relacionados con su alimentación.
Y otra línea de negocio de la que registra muchas peticiones es la de las semillas, en concreto para verduras, como tomate, pimientos... "Ahora estamos en la campaña de invierno y nos piden mucho las semillas de coliflores y brócoli, principalmente, indica".
Otra línea de ventas de la semillería es la de los frutos secos, de los que los clientes compran mucho las almendras, los pistachos y las nueces.El negocio tiene sus momentos mejores y peores, pero épocas que han sido pésimas para otros establecimientos como el Covid no les ha afectado "porque somos alimentación. Los animales tienen que comer y nuestros clientes no se querían ver desabastecidos y nos organizamos para evitarlo: abríamos por las mañanas para que compraran lo que les iba faltando", explica el propietario.
Ha participado en la campaña de Navidad y le han llegado nuevos clientes gracias a esra apuesta del Ayuntamiento de La Algaba por los negocios locales. Tiene como asignatura pendiente abrir negocio en internet con la puesta en funcionamiento de sus redes sociales y una web que le permita vender online, un reto que se ha marcado y que procurará superar próximamente con el mismo entusiasmo con el que le ha hecho frente a los otros que el destino le ha puesto por delante.