A fondo
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la luminosidad: Comencemos con la película en blanco y negro con el fin de ajustar correctamente la luminosidad y el contraste. Sea cual sea la tecnología del dispositivo de visualización de imágenes empleado (LCD, plasma DLP), el objetivo es ahora obtener unos negros lo más densos y profundos posible, sin la más mínima tonalidad grisácea. Una vez que la película esté en marcha, aumente progresivamente el valor de la luminosidad hasta que los contornos de los elementos de la imagen sean perfectamente nítidos y las partes negras de la pantalla empiecen a tornarse grisáceas. Llegado a este punto, detenga el ajuste. Vigile bien el aspecto de las bandas negras del formato CinemaScope. Muy a menudo, el valor de la luminosidad no es muy alto. Asimismo, hay que prestar atención a los televisores equipados con un sistema de retroiluminación ajustable. Antes de intervenir en la luminosidad, es importante actuar sobre la citada retroiluminación para incrementar la densidad de los negros. n Ajustar los contrastes: Aumente progresivamente el nivel de contraste hasta que las partes blancas aparezcan lo más claras posible. En general, el valor del contraste suele estar más forzado que el de la luminosidad. Detenga
No cabe la menor duda de que la generalización del formato de interconexión HDMI ha contribuido mucho a homologar las prestaciones de los componentes de vídeo.
n Incrementar
el ajuste antes de que los blancos sean excesivamente brillantes. Este ajuste también proporciona la ocasión de verificar que nuestro televisor no exhiba una dominante colorimétrica particular (blancos con tendencia hacia el azul, el amarillo o el rosa), a la vez que propone una luminosidad uniforme (ningún punto caliente en el centro de la pantalla). n Afinar el nivel de los negros: Falta realizar el ajuste fino de todo, en particular lo que concierne a la luminosidad. En consecuencia, compruebe que los negros no estén encapotados y que las partes oscuras de la imagen dejen aparecer un número suficiente de detalles. Si este no es el caso, aumente ligeramente el valor de la luminosidad para dar más relieve a las partes oscuras. A veces, lo que acaba marcando la diferencia
son unas pocas muescas. Si estos ajustes nos van bien, reactivar los modos de corrección colorimétrica y otras temperaturas de color predefinidas no tiene ninguna utilidad. En cuanto a los contrastes dinámicos, los modos de barrido de 100 Hz y similares, serán útiles sobre todo con los programas de televisión. Ya para finalizar, sólo los filtros y circuitos de reducción de ruido podrán volver a ponerse en marcha aunque con dudas sobre su eficacia real. En consecuencia, hay que tomarse el tiempo necesario para evaluar cada modo y cada función de nuestro televisor. n Optimizar la nitidez: Para ello, mire con calma los contornos de los personajes, de los objetos fijos y de los objetos en movimiento. ¿Están alisados, demasiado marcados o, por el contrario, bien definidos? ¿Están afectados por un ligero halo grisáceo o transparente? Si son nítidos significa que todo va bien, por lo que en este caso hay que dejar los reglajes tal como están. Si este no es el caso, significa que el procesado de vídeo no da la talla y por tanto que hay que activar la batería de circuitos de optimización para que dichos contornos sean más discretos aunque evitando a la vez que sean difuminados. n Reducir el ruido: A continuación, identifique las zonas unidas de la imagen (los cielos, por ejemplo)
La mejora en la restitución de los negros ha sido uno de los progresos más sobresalientes realizados en los últimos años por los fabricantes de televisores.
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