aplicada, proporciona unos resultados cautivadores: diseño electroacústico en Estados Unidos, diseño “electrónico” japonés con criterios “occidentales” y fabricación en el Imperio del Sol Naciente con los máximos estándares de calidad (¡aunque los mandos a distancia están hechos en China!). El sonido, excelente aunque no excepcional, en este caso como consecuencia del insuficiente control de la emisión acústica de unos sistemas de altavoces que rinden al cien por cien sólo si se les hace trabajar en espacios acústicamente controlados. En el otro lado del espectro encontramos sistemas realmente de otra época, aunque monumentales en su “escenificación”, como son los propuestos por las japonesas GIP Laboratory (pantallas acústicas basadas en bocinas exponenciales a la antigua usanza, léase en plan Western Electric de los años 30 del siglo pasado) y Silbatone Acoustic (electrónicas a válvulas). Como cada año, un salón enorme repleto de aficionados entusiastas (y también de curiosos) ansiosos por ver y escuchar unas enormes (y carísimas) máquinas “vintage” que nacieron al calor de la industria cinematográfica y, también como cada año, un sonido seco y áspero, con poca resolución y casi ensordecedor (estamos hablando de alto rendimiento en su máxima expresión) que recuerda esa máxima que figura en cualquier de tratado de electroacústica que se precie: a más rendimiento, más distorsión… todo ello aliñado con unas cuantas interrupciones del sonido como consecuencia de la saturación de la electrónica de ataque.
A modo de conclusión No siempre la experiencia es la madre de la ciencia,
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pero está claro que en lo que respecta a la valoración final del “show” High End tal frase hecha se convierte en poco menos que un axioma. Insisto: el nivel de los productos es altísimo, la variedad casi asfixiante (es imposible cubrirlo todo con detenimiento), la puesta a punto de los sistemas es más que notable (en algunos casos fabulosa) y la profesionalidad con la que se conducen las demostraciones irreprochable. Sin embargo, el sonido falla en la inmensa mayoría de los casos, lo que nos lleva a ser prudentes a la hora de extraer conclusiones porque, claro, tanta gente tan buena –la “crème de la créme” del High End europeo y buena parte del mundialno se puede equivocar. En cuanto a la parte de vídeo, parece que los organizadores del evento muniqués se haya puesto de acuerdo con sus homólogos –y compatriotasde la IFA para que ambos eventos tengan “la fase invertida”, de modo que en Berlín abundan las imágenes de alto nivel con un sonido de pena (la práctica totalidad de las veces) y en Munich la cosa vaya exactamente al revés pese a la presencia de unas pocas empresas que entienden que el mejor compañero que puede tener una grabación musical en alta resolución es una imagen en alta definición.
En Alemania, la obsesión por la atención al cliente en las tiendas especializadas en High End se materializa en la presencia de asociaciones que monitorizan constantemente la labor de los profesionales con el fin de fomentar la excelencia en todos los aspectos relacionados con el proceso de venta. KEF mostró una cuidada selección de producto “vintage” (con protagonismo especial de la revolucionaria Model 105) en la que los presentes podían repasar la evolución de la marca durante sus 51 años de existencia.