Los mejores del año

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LAS HAZAÑAS DE ELOÍSA: increíble poema épico realizado por las alumnas de 1ºB Bachillerato. (Laura Serrano, Amaia Andrés, Clara Ainciburu, María Aguirre y Nawel.

MI AUTORRETRATO: Belén Soto y María Galar (3ºB) MI AUTORRETRATO ESCRITO EN UN RATO

Nací a las seis de la mañana cuando el sol se guardaba entre las sábanas un 18 de Julio de 1999 donde amanecía sin nieve.

Cuello de una jirafa y estilizado al igual que sus manchas. Mis dientes se parecen a la nieve y mis labios son finos como el trigo. Orejas que solo escuchan reggae.

Mi cara es fina como la harina y dulce como la mandarina. Mi frente inteligente como un periquete y lisa como la Monalisa vestida para ir a misa.

Mejillas sin aire como en el sur de las Baleares. Cejas de España a Jamaica y delgadas como una espada.

Ojos soñadores y expresivos como la mente de un niño. Nariz redonda como una rotonda y boca con sabor a menta y una sonrisa de oreja a oreja.

Manos ágiles como Ágatha Ruiz de la Prada y delicadas como el cristal de mi ventana. Piernas de aguja. Color rosado como el vino y bronceado en la playa.


Cabello igual que Chile y liso como mi piel. Soy sana, madura y joven, un poco chillona y muy habladora. Con 8 años empecé a jugar a baloncesto y aunque no sea alta, siempre encesto. Me gusta salir con mis amigas e ir de fiesta, siempre que se pueda. Ir al cine y de compras, es mejor que una tarde de boda. Las puestas de sol en verano me gustan más que comer un helado. La repostería es mi vida y si podría, estaría con el móvil todo el día. Mi mundo el mejor con Tomorrowland en acción. Soy feliz como una perdiz, un león y soñadora aunque esté despierta. Extrovertida cuando estoy con mis amigas y divertida siempre que hay comida.

aunque a veces pego tortas. De confianza y segura cuando tengo una aventura. Siento pena y desgana cuando algo malo me pasa. Alegría y felicidad al ver mi vida pasar. Fastidio y aburrimiento si no me concentro. Bailaba de pequeña, pero ahora otro estilo corre por mis venas. Mis canciones me recuerdan a Cataluña y Francia por las vacaciones con comida rancia. Bailo y canto sin parar en San Fermines y este año también en Hondarribi, cuando me quité los calcetines para subir al monte con la bici. Este es mi autorretrato escrito en forma de poema, para que no paséis un rato buscando uno en la biblioteca.

Soy humilde y cariñosa

ALBORADA: María Calahorra (1º B Bachillerato) Rayos de sol tocan la tierra deseando verte con impaciencia late mi corazón desbocado. ¿Cuándo llegará mi amado? Rayos de sol que ya se alzan y minutos que se pasan el cielo se tiñe rosado. ¿Cuándo llegará mi amado? Rayos de sol, deslumbrantes cielo cada vez mas brillante de lejos, aprecio tu bello semblante. Por fin, ha llegado mi amado.


MILAGRO QUE LA VIRGEN HIZO A LA INFANTA Y AL YERNO: Julen Pastor (1ºB Bachillerato) Estos eran la hija y el yerno de un soberano Que en un palacete de Mallorca pasaban el verano Junto a la cuñadísima y el ilustre hermano Comiendo muy contentos de la misma mano.

Pero un desgraciado día, un temerario abogado De llevarse el dinero ajeno les ha acusado. Grande es el revuelo que se ha armado Por todas las televisiones el caso es pregonado.

El yerno que era gran deportista En asuntos menos limpios era un artista. Y su regia esposa que no le quitaba la vista Si le convenía se hacía pasar por poco lista.

A la infanta también han señalado Pero rápido ella todo lo ha negado Asegura que nunca se ha enterado Que no sabe que es lo que ha firmado.

El rey, amante de la cacería y de las mujeres Les recomendó que se ocupasen en otros quehaceres. Y mientras en el reino solo se hablaba de “eres” Ellos se entregaban sin dudarlo a sus placeres.

Nadie cree lo que la pareja cuentan Todos dicen que todo lo inventan Y aunque librarse de la cárcel intentan Los jueces severos no les sueltan.

No todo era maldad en la ilustre pareja Rezaban a la Virgen como cualquier vieja. Y como la iglesia a todos aconseja A los niños daban alguna colleja.

Por la puerta de la cárcel van entrando El resto de presos les van cantando. Al yerno muy angustiado se leve sudando Y a la infanta despeinada llorando. La primera noche en la prisión No hay para ellos consolación. Comienzan a rezar con devoción A la Virgen que es la salvación. La Virgen que escucha a todos los cristianos Se aparece con unas llaves en las manos. Ella que es la madre de todos los humanos


Cuentos del Conde Lucanor: María Aguirre (1ºB Bachillerato).

Cuento LXII Juan Manuel ______________________________________________________________ LO QUE SUCEDIÓ A UN MERCADER Y SU HIJO Un día se retiró el Conde Lucanor con Patronio, su fiel consejero y le dijo así: - Patronio, vos sabéis que me tengo por un hombre generoso con mis amigos y mi gente de confianza. Así pues me ha surgido una duda que espero que con vuestro buen criterio sepáis aconsejarme. El asunto, mi buen Patronio, es que un amigo de mi juventud al que hace mucho tiempo que no veía, ha venido a mí a pedirme dinero, pues se encuentra en una situación delicada. El problema es que tengo la sospecha de que si le presto el dinero nunca lo voy a recuperar y aunque en nuestra juventud pasamos juntos muchas aventuras, hace mucho tiempo que no sabía de él y de ahí mi desconfianza. - Señor Conde Lucanor, muchas veces el dinero nos nubla la mente y nos aleja de lo realmente valioso, como es la amistad. Seguramente si esa persona no le tuviese en tan alta estima y necesitara su ayuda evitaría el tener que pedirle dinero, más aún, cuando hace tanto tiempo que no se veían. Quisiera que supieses lo que le ocurrió a un mercader y su hijo. >> Este mercader, que se dedicaba al intercambio de todo tipo de bienes, iba y venía de un lugar a otro, más en ningún sitio tenía residencia. Su hijo le acompañaba, pues era viudo, y este mercader siempre le repetía: Hijo mío, has de saber que nuestras mercancías van y vienen, pero las amistades que hacemos siempre quedan. Y allá por donde vamos conocemos personas de fiar y personas que nos quieren engañar. Guíate siempre por tu instinto, porque el dinero y la amistad no valen por igual. >> Un día iban el mercader y su hijo andando por el camino cuando unos bandidos les asaltaron. No contentos con llevarse sus pertenencias, mataron al mercader y su hijo se quedó solo, sin saber qué hacer o dónde ir. Entonces, recordando las palabras de su padre se dirigió al pueblo más próximo a pedir ayuda a unos conocidos de este, los cuales recordando al mercader no pusieron reparo en prestarle dinero. >> El hijo, sobreponiéndose a sus penas, siguió haciendo lo que había hecho siempre con su padre, mercadear de un lugar a otro. Y con el paso del tiempo se convirtió en uno de los mayores y más influyentes comerciantes de la región, por


supuesto, después de devolver el dinero exacto que le había sido prestado e incluso algo más como muestra de gratitud por el gran favor que le hizo. >> Así pues, Señor Conde Lucanor, hay veces que hay que fiarse de la amistad pasada y no pensar en las monedas prestadas. Al Conde le gustó mucho este consejo, obró según él y le fue muy provechoso. Y como Don Juan vio que se trataba de un cuento muy bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo unos versos que dicen así:

El dinero va y viene Las verdaderas amistades se mantienen

FIN


MAITE URABAYEN (1ºA Bachillerato) Un final diferente para la Historia del rey transparente. … Se estremeció, asustado de lo que había entrevisto. Y luego aclaró la temblorosa voz, miró al Dragón y dijo “ la respuesta es”… Esas fueron sus últimas palabras. Giró, dio media vuelta y se marchó. Tras de sí quedo aquel enorme animal tirado en el suelo que segundos después volvió a dormitar tranquila y pacíficamente. El rey no dijo palabra alguna hasta llegar a palacio, y una vez hallándose en su fortaleza, se marchó directo a sus aposentos y no se dirigió a nadie, ni siquiera a su más fiel confidente. Acostado sobre su larga manta de piel, que se encontraba sobre una gran cama formada por estructura de madera y grandes almohadones de pluma, se pasó toda la noche pensando y meditando. La solución al acertijo era bien sencilla, y con ella por tanto la solución a su problema. Pero, tenía que haber alguna trampa. ¿Cómo todos sus problemas iban a terminarse simplemente con el silencio?¿Cuánto tiempo debía estar así?¿Era cierto que no podía hablar ni una sola palabra?. Es cierto que el hecho de pertenecer a la alta clase le había permitido poder disfrutar de una gran educación y por eso mismo el rey dominaba perfectamente el lenguaje, y sabía leer y escribir, así que esa misma noche decidió escribir una carta a un gran sabio del que había oído hablar. Según decían las gentes del lugar ese hombre poseía respuestas a todo. Tenía el poder de dar soluciones a cualquier problema, pero se encontraba en un lugar de difícil acceso. Vivía en una cueva de la que poca gente había oído hablar y solamente unos pocos ermitaños sabían cómo llegar hasta allí. Pero como el rey tenía gran poder escribió la carta y sin decir una sola palabra se la entregó a su más leal servidor, quien la recogió y mandó hacer que la carta llegara a su destino. Las semanas transcurrieron lentas en castillo y sobretodo extrañas. El rey pasaba las horas y los días en su habitación y no intercambiaba palabra alguna con ninguna persona, por mucho aprecio que le tuviera. Sin su gobierno el reino cada vez iba cayendo más y más y con esto el rey también. Cada día tenía peor aspecto, y cada día era un poco menos rey. No por el hecho de tener menos poder, sino porque cada día se hacía más transparente. Pronto enfermó y muchos médicos de la comarca pasaron por aquella habitación. Primero llegaron los mejores médicos de la corte, tras ellos otros no tan conocidos, después unos curanderos e incluso en última instancia recurrieron a un loco que vivía en la montaña y que curaba a la gente del lugar con extraños conjuros y pócimas. Pero nada, ninguno pudo averiguar qué le sucedía al rey. Y el rey no decía ni una sola palabra ni ponía de su parte para intentar curarse. Daba la impresión de que incluso prefería o quería morirse. Días y días pasaron y por fin, una soleada tarde de otoño sucedió algo completamente inesperado. Como cualquier día llegó el cartero. Entregó a la sirvienta las cartas y resultaron venir con sorpresa. Una de ellas estaba firmada con el siguiente mensaje:


“A su majestad el rey, entréguese en mano. De vital importancia”. Bernardo, el más fiel servidor del rey, recibió la carta y fue corriendo a entregársela a su majestad, que se encontraba acostado en la cama como llevaba haciendo varias semanas. Al entrar en la habitación el sirviente se acercó a la cama y le entregó la carta. El rey le hizo un gesto con la cara y con ello le mandó cerrar la puerta al salir. Una vez sólo el rey leyó con detenimiento la carta que decía así: A su majestad el rey, me honra y me complace saber que usted cede sus preocupaciones sobre mi persona, pues simplemente soy un mero adivino y curandero, enseñado y guiado por un gran maestro. Trataré de ayudarle lo máximo posible pero no le aseguro que los resultados sean todo lo satisfactorios que usted pueda esperar. Para comenzar considero que la solución a la adivinanza es demasiado sencilla como para ser la solución final a su problema. Pienso que la palabra “silencio” no hace referencia a un silencio máximo sobre su persona, sino que ese silencio se refiere a saber callar en el momento adecuado. Es de buen saber que usted es una persona de gran talante y de gran poder convictorio, y puesto que así lo es, su gran arma es la palabra. Creo que con estos datos le he proporcionado una ayuda para encauzar su camino y saber cuál es la solución para su desdicha, pues según tengo entendido su aspecto cada día está peor y las soluciones que usted necesita deben de ser inmediatas. Atentamente, Juan Faisán. El rey permaneció intacto en su sitio. Las palabras le llegaron muy hondo, más de lo que nunca habían conseguido. ¡Qué simple era la respuesta y cuánto le había costado descifrarla!. Ahora encajaba todo. El dragón desde un principio le había dicho que la respuesta era complicada pero la sorpresa fue la fácil solución que tenía aquel acertijo. “ Silencio” esa era la palabra; pero no silencio como el rey pensaba. Desde su más completa necedad él consideraba que para poder curarse debía de estar en silencio un gran tiempo o incluso el resto de su vida, pero jamás habría llegado a imaginar por sí sólo cuál era realmente su solución. Lo difícil de aquella respuesta no era la palabra “silencio” sino el cómo llevarlo a cabo. Todo el mundo en la provincia conocía el don de palabra que tenía el rey, y sabían que con sus artes era capaz de convencer a cualquier persona de realizar incluso la peor tarea en el mundo. Pero ahora le tocaba a él. Debía realizar la tarea, que probablemente, sería la más difícil de su vida. Debía enfrentarse a sí mismo. Sí digo a sí mismo, ese silencio del que hablaba el dragón se refería a eso mismo. A saber callar cuando fuese necesario, a darle la razón a la gente que la tuviera, a no salirse siempre con la suya, y sobre todo a ser justo. Llegados a este punto la pelota estaba sobre su tejado y era él quien debía decidir si cambiar su comportamiento para sobrevivir o mantenerse firme, ser la persona que hasta ahora había sido y morir así, de la manera más cobarde posible, sin enfrentarse a sus problemas y rindiéndose a la primera.


Es curioso cómo los humanos nos aferramos a la vida. Muchas veces la vida nos pone frente a situaciones que tienen difícil solución, pero es en estos momentos cuando las personas crecemos, nos hacemos fuertes y salimos adelante, llegamos hasta el final. Así pues el rey decidió comenzar a cambiar su actitud. Cambiar de un día para otro es algo complejo y difícilmente conseguible así que comenzó poco a poco. Con el paso de los días el rey fue mejorando y su transparencia fue haciéndose menos notoria, hasta que llegó el día en el que fue inexistente. El rey se volvió una persona buena, y ya no realizaba buenas obras para no ser transparente sino que lo hacía por gusto. Por fin había cambiado y por fin se podía vivir en paz y armonía en su reino.


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