Helen (Lara Flynn Boyle) es una escritora de éxito que ve como el reconocimiento a su carrera no la llena en su vida sentimental. Pese a la frialdad que despide, Helen añora que la vean como una mujer y no como alguien a quien admirar. Es tal su frustración que incluso desearía que la violasen. Trish es de las tres hermanas la que parece tenerlo todo: familia, coche, una casa maravillosa en los suburbios… Pero es a su vez la que más engañada está, pues desconoce que debajo de esa felicidad aparente y artificial se esconde el horror. Y por último están los padres, que tras 40 años de matrimonio deciden un día separarse, que no divorciarse, para buscar la felicidad que no han tenido anteriormente en la soledad. Diversas subtramas se mezclan con las vidas de esta familia: Un vecino de Helen, Allen (Phillip Seymour Hoffman) incapaz de mantener relaciones sexuales con ninguna mujer por su profunda timidez y que se dedica a masturbarse mientras realiza llamadas obscenas de forma aleatoria; una vecina
obesa que asesina y descuartiza al portero de su edificio de apartamentos tras éste violarla; Bill Maplewood (Dylan Barker), psicólogo, marido de Trish y pedófilo obsesionado con el amigo de su hijo mayor… Happiness no es una película fácil de ver o de digerir. No es una película para todos los públicos, y no estamos hablando de edad cronológica exclusivamente. Son diversos los temas que Solondz ataca y retrata con un inconfundible sentido del humor que podríamos calificar de negro, pero que va mucho más allá, pues no despierta las carcajadas de la gente, sino que tal vez te hace esbozar una sonrisa mientras te preguntas “ ¿Qué demonios estoy viendo?”, por no decir otra expresión quizá más impactante. Al mismo tiempo, estos retratos, quizá un poco distorsionados y tremendamente bizarros, nos dan una imagen que se acerca más a una realidad latente que se empeñan en ocultar por miedo, tal vez. Nos planteamos, tras el visionado de la cinta, entre otras cosas, si los monstruos
que las noticias nos pintan de asesinos, violadores y pedófilos no tendrán un trasfondo tan humano como el nuestro, y esto nos hace sentirnos incómodos en nuestro asiento. A nadie le gusta que le muestren la verdad que se esconde en la sombra, sobre todo si ésta es tan terrible como la que se refleja en Happiness; y mucho menos que las diferencias que siempre hemos creído que existen entre depredadores y víctimas, se vean mermadas a una fina línea. Y es que Solondz lo refleja de forma magistral en esta película donde, por poner un ejemplo, el psicólogo pedófilo tiene que oír como el padre del chico al que violará más tarde, trata de una forma despectiva y cruel a su propio hijo por tener ciertos amaneramientos que le convencen de que es homosexual.