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La novia de Medellín (Cuento

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Escrituras desde el Centro/Omar Castillo/13

La Novia

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Por: Omar Castillo Ilustraciones: Sebastián Bedoya

Muy de mañana, al salir de casa, el sol brillaba inundando las fachadas y los andenes del vecindario que se LQLFLDED HQ VXV UXWLQDV HQ VXV DMHtreos. A unos pasos de mi puerta apareció una mariposa de los arEXVWRVGHXQDQWHMDUGtQVXFRORULdo parecía desprenderse de un sueño que está siendo iluminado por la OX]GHOVROLQWHQVLÀFDQGRVXVWRQRV y lo nervioso de su aleteo que rayaba el aire en el inicio del día. De niño escuché decir que las lágrimas son un eco de los sueños, un eco del despertar de los sueños. Con los años me he dado a creer que eso es cierto, como también a corroborar que la risa hace parte de ese profundo eco, y al parecer no terminamos de despertar. Algo de esa membrana permanece ofreciéndonos una continua analogía para la vida, para esa existencia que a cada uno corresponde. Con un pequeño trapero la empleada de un almacén espanta una mariposa de la vitrina. En una esquina espero, hago tiempo. Entonces la YHR SDVDU EDMR OD OOXYLD EUHYH GHO verano, ella, como siempre, vagando por la ciudad mientras los otros QRV UHIXJLDPRV EDMR ORV DOHURV R HQ HO LQWHULRU GH DOJ~Q ORFDO9DJD FRPRVLHOPXQGRIXHUD~QLFRSDUD

HOODVXWRWDORÀFLR Surge otra vez como una huella haciéndose en las suspensiones posibles de su laberinto, una huella vagando por la ciudad en una derivación sucesiva de hechos que desliza en sus silencios, en el acumulado de sus apariciones. Así ella YXHOYHV~ELWDHQHOUHFRQRFLPLHQWR GHVXRWUHGDGDQWHPLVRMRVXQD\ otra vez, mostrándose tras los hilos de luz y penumbra donde provee su sueño, el sentimiento de sus sueños. Vaga por la ciudad luciendo su vestido blanco, de un blanco sucio y vuelto hilachas. En sus cuencas, sus RMRVSDUHFHQQRYHUPiVDOOiGHXQ instante detenido en ella, aprehendido solo para ella. Aparece y desaparece por las vías de la ciudad, a cualquier hora, a la orilla del río cerFDDOSXHQWH6DQ-XDQSRUOD$YHQLGD2ULHQWDO SRU /D 3OD\D R SRU DOJ~Q EDUULR LQWDFWD HQ VX GHFUHpitud, vagando en un olvido o en un presente que alcanzó a rasgarla en lo más hondo de su vida, en los sueños y la realidad de su vida. Sé que elODHVFLHUWDD~Q UHFXHUGR FXDQGRGHQLxRHVWXYHHQODÀHVWD de su matrimonio, el sol alumbraba las 11 de esa mañana cuando salí, tomado de la mano de mi abuela, para su casa que quedaba enseguida de la mía. Al entrar la vi, llevaba SXHVWRVXWUDMHEODQFRWHQtDDGRUnando su cabeza unas tiras blancas \WUDtDÁRUHVHQODVPDQRV(UDHOOD en medio de las voces, el movimiento de los invitados, las mesas \ORVREMHWRVODVVLOODV\ODFHOHEUDFLyQ(QODÀHVWDWRGRVXFHGtD/D luz brillaba en el patio, inundando ODVELÁRUDV\ORVURMRVDQWXULRVTXH se abrían. $ORVSRFRVGtDVGHVXÀHVWDODYL cerca al Puente de Industriales, desde entonces empecé a verla vagando por la ciudad, vestida igual que el día de su boda. Hundida en ella, como si algo muy recóndito estropeara su ser hasta hacerle inYLVLEOH HO PXQGR GHMiQGROD DMHQD a cualquiera de sus realidades, suPiQGRODDXQDWUDPD~QLFD\VROR para ella. No sé qué pudo suceder, qué la llevo a vagar así. Su familia y todo lo sucedido aquel día, quedaron en un silencio que parece extinguido, como si un fuerte gesto del tiempo hubiese hecho inexistente ese instante. Han pasado los años y sigo viéndola aparecer vestida con los haUDSRVGHVXWUDMHEODQFROOHYDQGR en sus manos restos de basura FRPR VL IXHUDQ ÁRUHV 6X DSDULción es impredecible, como una mancha que surge y desaparece de V~ELWR DO ERUGH GH Oas quebradas

14/Escrituras desde el Centro/Omar Castillo o perdiéndose entre los peatones y en su cemento se impone, orienGH OD FDUUHUD %ROtYDU ¢$FDVR VR\ ta la vida, diseña las intimidades y \RHO~QLFRTXpODYH"HPSHURQR las labores de quienes la habitamos. me creo capas de corroborar mis También parece recrearse sobre VRVSHFKDV SUHÀHUR PDQWHQHU HQ quienes no han querido sumarse a silencio la sensación que me prosus designios. Ayer la he vuelto a duce su imagen, la nebulosa de su ver. presencia como un sueño que pa)XH FHUFD DO YLHMR 3XHQWH *XD\Drece arrastrarme hacia un despertar quil cuando la volví a ver, la tela y el DMHQRDODUHDOLGDGGHPLVUXWLQDV blanco de su vestido prácticamente En su decrepitud conserva algo han desaparecido, descubriendo su GHHOOD8QDOJRTXHOHSHUWHQHFHD piel arrugada y pegada a sus hueHOOD \ OD KDFH GXHxD ~QLFD GH XQD VRV GH VXV RMRV VROR TXHGDQ ODV UHDOLGDGQRSHQHWUDEOHSDUDQLQJ~Q cuencas, su hierático rostro parece otro. En su orfandad una fuerza la perdido en el bronce que la contieimpulsa a vagar, a ir por la ciudad ne, y la base que agarra la escultura en una lentitud que parece levedad. GH VX ÀJXUD HV HQ FRQFUHWR 7RGD Su presencia no causa extrañeza, ella aparece igual a un nicho vacío a como si para todos ella fuera algo la orilla de una vía donde la lava de normal en sus rutinas, en el sucela vida se ha endurecido. der de sus vidas. Lo hierático de sus Parece real. Sí, el aciago del suceso facciones no perturba ni provoca ha cumplido su cometido. ninguna sensación. Quienes pasan cerca de ella, no evitan rosarse con su cuerpo y lo deshecho de su vestido blanco. Ella aparece como una sombra en los suburbios imaginarios de los habitantes de la ciudad, XQD VRPEUD TXH SUHÀHUHQ PDQWHner en los oscuros de sus vidas. La veo de pie, a la orilla de las quebradas o del río o caminando la ciudad, parece no cansarse, no hacer nada distinto a vagar luciendo su WUDMHGHERGDV7RGDHOODHYRFDQGR la representación de un día feliz, sorprendido por el aciago de un suceso que decide deshacerlo, exWLQJXLUORSDUDVLHPSUHGHMiQGRODD ella suspendida en el aire de un eco que no termina de repetirse. En Medellín las costumbres han mudado sus ritmos, todos parecePRV YLYLU HQ DVFXDV DO ÀOR GH XQ inmenso cuchillo en la penumbra de un sueño que no revienta. La ciudad en su hierro, en su asfalto

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