Amores turbulentos Rupturas y reconciliaciones se encadenan una y otra vez en una espiral agotadora. Son los amores turbulentos, a los que parece imposible renunciar. Su intensidad te atrapa. ¿Se puede abandonar una relación así?
Todas conocemos alguna relación turbulenta. Se gritan, se pelean, se besan, lloran, se reconcilian... sin importarles quién haya delante. Para ellos, el amor es pura intensidad y no pueden frenarse ante los sentimientos. Ni para bien, ni para mal. Los sexólogos definen este tipo de relaciones como “de efecto yoyó”, en los que la vida siempre da vueltas para acabar en el mismo lugar: la reconciliación. Es un ritmo frenético que agota a quien lo vive y le sume en la creencia de que la intensidad de su relación es lo que la convierte en auténtica. Lo que le lleva a pensar que sólo junto a esa persona logrará sentirse amada.
Por qué caemos en ellos Siempre se repite el mismo patrón: surge la pasión, ambos se entregan totalmente, se enfrían, se pelean, se odian, se separan y de nuevo vuelven a reconciliarse. Una y otra vez. Si es tan dañino este tipo de amor turbulento, ¿por qué es como una droga para muchas mujeres?
Los expertos destacan dos causas posibles para caer en este tipo de relación: una es el patrón que de niñas hayamos tenido en casa (como un padre ausente), y otra la falsa creencia de que cada vez que se reinicia la relación, lograremos cambiarla, esperanzadas de que todo será distinto esta vez. Pero es falso, porque este tipo de parejas se conocen tan al detalle que no existen puntos débiles desconocidos y, cuando la intensidad se pasa “al lado oscuro”, surgen las heridas abiertas justo donde más duele. Orgullo, temperamento, carácter y una pizca de masoquismo se dan la mano para que ambos crean que sólo podrán ser felices si todo se arregla, aunque hayan roto cien veces. Y de nuevo llega la reconciliación, tan sonora como la ruptura, para intentar volver a empezar de nuevo.