El cambio climático se presenta como uno de los grandes retos que tienen ante sí los poderes públicos y que marca la hoja de ruta de las políticas públicas a desarrollar por todos los niveles de Administración en los próximos años. En este marco, y desde hace décadas, el urbanismo no sólo se configura como un instrumento esencial para configurar el espacio en el que vivimos; sino también una potestad pública en la que cristalizan algunas de las políticas ambientales más relevantes.
La puesta en práctica de un urbanismo ambiental, que pueda afrontar las consecuencias del cambio climático, así como la consecución de ciudades turísticas sostenibles, plantea numerosos retos, entre los que destacan: la necesidad da aportar soluciones frente al uso intensivo de los espacios públicos y los entornos urbanos en el contexto de las ciudades turísticas; la gestión inteligente de los residuos urbanos; el uso de las nuevas tecnologías en el nuevo paradigma de la economía circular; el diseño e impl