
De entre los rayos apareció una guacamaya con plumas rojas, amarillas y azules.
—Hola, niños. Soy Macao—dijo el ave parlante—. Este libro es mágico… ¿quieren vivir una gran aventura por Honduras?

El libro brilló más fuerte y en un abrir y cerrar de ojos, los niños ya no estaban en su patio. Ahora estaban en una colina viendo una ciudad grande rodeada de montañas.
—¡Bienvenidos a Tegucigalpa! —dijo Macao. Nos encontramos en el Parque El Picacho, desde allí, la ciudad parecía un cielo lleno de estrellas.

En Tegucigalpa, Macao los condujo hasta la imponente Basílica Nuestra Señora de Suyapa. Al llegar, Suyapita abrió los ojos de asombro: ¡compartía su nombre con la patrona de Honduras!



Tegucigalpa está lleno de templos —como la emblemática iglesia Los Dolores—, lo que convierte a la capital en un destino ideal para quienes disfrutan del turismo religioso.

Volaron también sobre Cerro Juana Laínez donde disfrutaron una vista panorámica de la ciudad

