Revista Lectiva No. 12

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LA MISIÓN DE LA UNIVERSIDAD

ejemplo, a veces uno toma la acción comunicativa de otro como si fuera una acción estratégica. Uno de los gajes de la acción humana es que siempre tengamos que comprender mediante una interpretación. Y uno de los problemas más cotidianos que plantea la interpretación de los actos humanos es saber hasta dónde el otro está actuando estratégicamente y hasta dónde lo hace comunicativamente. Ahora bien, es claro que los tres tipos de acción considerados se requieren mutuamente. Por ejemplo, un grupo para llegar al más mínimo acuerdo de cómo va a cooperar para realizar ciertas labores necesita acción comunicativa (tanto más cuanto el propósito y la forma de la cooperación no estén determinados por la costumbre o la tradición). No puede concebirse la existencia de una humanidad dedicada al solo dominio de la naturaleza o dedicada a la sola competencia, o a la sola lucha estratégica de unos hombres con otros, o dedicada exclusivamente a la comunicación cooperativa. Por el contrario, la humanidad está librada irremediablemente en su práctica a la complejidad de la combinación de esas tres formas de acción. Si la acción comunicativa ha servido de soporte para la formación de las teorías y de los grandes sistemas ideológicos, es porque una característica de la acción comunicativa es la de involucrar necesariamente pretensiones de validez que pueden ser problematizadas, lo que puede conducir a la acción comunicativa discursiva. Pero las teorías que resultan de una acción comunicativa sistemáticamente cultivada y decantada por escrito pueden terminar teniendo (como ha sucedido en los últimos siglos) una gran incidencia sobre la organización de la acción instrumental. El asunto es similar aunque más completo para los otros tipos de acción, es decir para la acción

Medellín • No. 12 • Diciembre de 2006

estratégica y para la acción comunicativa misma. La discusión racional potenciada por el acervo de saberes decantados por escrito permite examinar explícitamente los medios, las finalidades, las condiciones y las consecuencias de prácticamente cualquier acción de un modo que permite una “racionalización” de la misma (entendiendo por tal, o una reorganización de la acción que aumenta su eficacia o su eficiencia, o una mejor comprensión de la misma, o un mejor entendimiento y una ampliación del campo con respecto al cual los interlocutores confían en la comunicación racional). El poder racionalizador de la tradición académica y los diversos ámbitos de proyección de la universidad En la medida en que en los más diversos ámbitos de actividad nos desprendemos cada vez más de lo que se venía dando por el uso y la costumbre, la combinación entre los tres tipos de acción señalados (instrumental, estratégica y comunicativa) se hace cada vez más compleja y cada vez es más importante el papel que en su racionalización juega la tradición académica (tradición que hemos representado esquemáticamente como el estrecho entrelazamiento de discusión racional, tradición escrita y reorganización y reorientación racional de la acción). Ésta es tal vez la razón última de la aparición e inevitable ampliación de lo que hemos llamado “campos de proyección” de la universidad. Pero la preocupación de la universidad en todos esos campos no debe ser tanto la de “actuar” en ellos o la de preparar en un sentido inmediato para la “acción” en ellos sino la de cultivar lo que le da peculiaridad a su intervención: en efecto, la eventual intervención del universitario en cualquiera de esos campos se caracterizaría por estar fundada en la medida de lo posible en la racionalidad dis-

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