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Erídano Suplemento de Alfa Eridiani nº 26 Ciencia Ficción Peruana 2

Varios autores.

frontera del imperio y no a su capital? ―el menor pateó un guijarro con tal furia que Oins temió por un segundo que fuera seguido por la gastada sandalia―. En este lugar no ocurre nada interesante. ―¿Por eso lo hiciste? ―No le gustaba gritar, pero ya no podía detenerse—. ¡Cambias de forma a tu antojo y tú mismo siembras ideas en humanos! ¿Por aburrimiento? Trib quiso responderle, pero un enrojecido Oins lo calló con un gesto de mano. No quería saber más de él. Ya tenía suficiente con haber descubierto que este tuvo un par de conversaciones con los lugareños y en particular con una joven llena de sueños revolucionarios que podría complicar la delicada misión del Enjambre. Los vientos ya calmados solo atestiguaban la escena. Dado que ninguno de ellos era un sembrador de ideas calificado (se necesitaba mucho cálculo para cambiar la historia), decidió arriesgarse y revertir lo sucedido. ―Retrocedamos unos meses. Podríamos ir juntos hasta el momento del primer encuentro de Trib con… ―¡No podemos! La certeza de Dabu primero lo golpeó y luego le hizo sentir estúpido al comprobar que tenía razón. Con el viaje ad portas, no tenían suficientes recursos para regresar tantos meses hacia atrás. No podría alterar esa parte de la historia. Todo parecía haber sido llevado a cabo con sumo cuidado. De pronto, asaltado por una revelación, apuntó un dedo acusador a su consorte: ―Tú ordenaste a Trib que lo hiciera. ¡Estás detrás de todo esto! Oins había fallado. Por descuido había permitido que un Observador de su grupo interactuase con los habitantes y había tardado tanto en reparar en ello que ya no había manera de volver y evitar sus ramificaciones. Probablemente, por eso no lo promovían entre los líderes: andaba tan absorto en sus propias observaciones que se olvidaba de las del resto. ―Dabú, siempre te he tratado bien. Al menos, ¿podrías decirme por qué lo hiciste? ―sonó un tanto más resignado de lo que hubiera querido. ―Por un poco de trascendencia, ¿no te gustaría tenerla? Los sembradores cambian el futuro de millardos de vidas y nosotros ni podemos hablar con una sola de ellas. ―Puedo cancelarlo todo. Antes de partir, informaré de lo sucedido y los Señores resolverán la situación. El frío comenzaba a descender. A lo lejos, una estrella fugaz calentaba el cielo a su paso, mientras que un absorto Trib seguía su estela. Página 67


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