Revista Raices de Papel Nº 10 (enero-junio 2013)

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Su estructura es la de un tríptico con un panel central y dos laterales. Las figuras están organizadas en triángulos, siendo el más importante el central donde se halla el cuerpo de un guerrero muerto y la lámpara como vértice, iluminando la escena, quizá un vestigio del farol del cuadro de Goya. Se trata de una obra concebida de forma clásica y con gran simetría en la que se observa una pronunciada perspectiva y un potente ritmo expresivo. El cubismo se descompone con su propio lenguaje, en este caso violento y fragmentado, y aparecen imágenes distorsionadas. Representación y significado Hay diversas interpretaciones histórico-políticas y pictóricas, que en este caso se trenzan. Claramente se trata de un icono del siglo XX, símbolo del sufrimiento de la guerra. La obra supone una denuncia de la violencia universal y un homenaje a todas las víctimas expresadas en Hay nueve símbolos: seis seres humanos y tres animales. Si miramos la obra de derecha a izquierda el primer hallazgo es una mujer gritando desesperada en una casa en llamas, cerca dos mujeres más, una avanza con la mirada perdida y lleva en su mano un quinqué que ilumina el escenario como queriendo ofrecer la antorcha de la verdad o quizá la necesidad de que salga a la luz lo que estaba ocurriendo. Otra mujer se arrastra, arrodillada y herida. En la parte central hay un caballo retorciéndose con la boca abierta y su lengua en forma de lanza, tiene el cuerpo hacia la derecha pero su cabeza se gira hacia la izquierda. Bajo sus patas un guerrero muerto, desmembrado, que con uno de sus brazos aún sujeta una espada rota y una flor que ofrece un toque de espereza. Arriba él sol, ovalado y con una bombilla en su centro, una luz artificial, algo misteriosa. En el lateral izquierdo, un toro con el cuerpo oscuro y la cabeza blanca observa aturdido. Cuando preguntaron a Picasso por su simbolismo respondió que era “brutalidad y oscuridad”. Entre los dos animales hay una paloma, solo trazada su silueta, con un ala caída y la cabeza hacia arriba con el pico abierto., como una expresión de la paz rota. Y al lado del toro una imagen pavorosa, la de una madre con el rostro hacia el cielo que lleva en sus brazos el cuerpo de su hijo muerto, su lengua es afilada y los ojos son lagrimas. Es el dolor psicológico de la maternidad lacerada cuyo niño muerto ya no tiene pupilas. Las cuatro mujeres pueden representan la población civil indefensa.

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