Revista Raices de Papel Nº 10 (enero-junio 2013)

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Rosa María Puig Pagán

LAS MUJERES BUENAS Dedicado a mi amiga Mari

El mismo día de mi nacimiento la comadrona ya le dijo a mi madre: Tenga ahí tiene a la criatura, que desde luego se dormirá de pie no le quepa duda. Mi madre no entendió aquel comentario hasta que me quitó la toquilla y me destapó las piernas. Allí aparecieron dos pies blancos y regordetes de 15 centímetros de longitud. Siempre me cuenta cómo los ojos se le abrieron como dos bocas de lobo, y cómo los familiares allí presentes sortearon la situación como mejor supieron. Qué ojillos tiene tan bonitos. Qué manitas. En cuanto a aquellos dos apéndices que parecían los cuernos de un alce, se hizo un silencio, lo cual era un síntoma bastante claro. Muy pronto empecé a tener problemas para encontrar calzado, y me vi obligada a comprarme zapatos de chico, que tenían mayor numeración, pero que eran horribles y por supuesto nada femeninos. ¡Vivan las peanas con salero! ¡Olé las diosas con pedestal XL! ¡Niña, con aletas no se anda por la calle! 154


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