El coyote, el jaguar y, por supuesto, el zorro © 2016 Panamericana Editorial

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Aída E. Marcuse

El coyote, el jaguar y, por supuesto, el zorro

Desde tiempos remotos, el hombre se valió de relatos cuyos protagonistas eran animales para preservar y pasar de generación en generación la manera en que cada pueblo comprendía el mundo e interpretaba la vida. A cada animal le asignó una personalidad, virtudes y defectos propios de los humanos. Así, el jaguar es poderoso pero tonto; el zorro, astuto; la serpiente, insidiosa; los monos y los conejos, pícaros e ingeniosos; el cuervo, malvado y ladrón; la lechuza y la tortuga, sabias y justicieras.

El coyote, el jaguar y, por supuesto, el zorro Aída E. Marcuse

www.panamericanaeditorial.com ISBN 978-958-30-5216-3

coyote jaguar tapa 2.indd 1-3

5/12/16 9:38 AM



Contenido Los cuentos que nos contaron

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El río pasa ¿Por qué el coyote es tan astuto? El coyote y la roca El coyote y el gigante El coyote y el conejo El jaguar y el conejo El jaguar y el grillo El jaguar y el burro El jaguar y la nube El jaguar y el fuego El zorro y la huachua El zorro y el sapo El zorro y la vizcacha El zorro y el tigre El conejo y los caites de su abuela El conejo, el burro y el lagarto El tlacuache vanidoso Anansi y la tortuga El sapo y la lora ¿Por qué el puercoespín tiene púas? La boda de Ts’unu’un, la colibrí ¡Cantemos ya!

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¿Quiénes eran estos pueblos? Bibliografía

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¿Por qué el coyote es tan astuto? Cuento de los indígenas karokes de California, Estados Unidos, y de Canadá

Kareya, el dios, creó el mundo y todo lo que existe en él. Hizo el océano y lo llenó de peces, hizo la tierra y, uno por uno, creó a los animales. Después hizo al hombre. A todos los animales les dio el mismo rango y el mismo poder. Pero más tarde se le ocurrió que 15


eso no estaba bien. Pensando hacer algo para dis­ tinguirlos, se dirigió adonde el hombre tomaba el fresco bajo un árbol y le dijo: —Quiero que hoy hagas algo por mí. —¡Por supuesto, Kareya, con mucho gusto! ¡Ordena lo que quieras! —El hombre se puso de pie de un salto y se echó a los pies de su creador. —No es mucho lo que te pediré. Ni siquiera tendrás que ir a ningún lado. Este árbol grande bajo el que descansas me servirá —dijo Kareya sonrien­ do, mientras lo ayudaba a ponerse de pie. —Dime qué he de hacer —el hombre son­ rió a su vez. —Quiero que extraigas todas las astillas que puedas de este árbol tan grande y que fabriques con ellas arcos y flechas para cada uno de los animales que hice. Pero todas han de ser de medidas distintas. Además haz que su tamaño vaya de mayor a menor. Cuando me los traigas, yo convocaré a los anima­ les, y le daré el arco y la flecha más larga al ani­mal que merezca tener mayor poder, y el más corto, al que ha de tener menos. —¡Ya mismo comienzo a hacerlos, señor! —dijo el hombre empuñando el hacha. Enseguida puso manos a la obra, y en nueve días de arduo trabajo consiguió hacer arcos y flechas 16



Aída E. Marcuse

El coyote, el jaguar y, por supuesto, el zorro

Desde tiempos remotos, el hombre se valió de relatos cuyos protagonistas eran animales para preservar y pasar de generación en generación la manera en que cada pueblo comprendía el mundo e interpretaba la vida. A cada animal le asignó una personalidad, virtudes y defectos propios de los humanos. Así, el jaguar es poderoso pero tonto; el zorro, astuto; la serpiente, insidiosa; los monos y los conejos, pícaros e ingeniosos; el cuervo, malvado y ladrón; la lechuza y la tortuga, sabias y justicieras.

El coyote, el jaguar y, por supuesto, el zorro Aída E. Marcuse

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