La rebelión de las ratas © 2022 Panamericana Editorial

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FERNANDO SOTO APARICIO

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Adaptado de la obra homónima de

FERNANDO SOTO APARICIO

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Adaptado de la obra homónima de

Antes todo era sencillez, rusticidad, paz. Y de pronto el valle se vio invadido por las máquinas; el mediodía fue roto por el grito estridente de las sirenas [...]. Así como el paisaje, los rostros cambiaron también. Ya no era la cara ancha y sonrosada del sembrador; ya no las mejillas frutales de las muchachas ni los ojos risueños de los niños. Eran semblantes deformados por grandes cicatrices; con hirsutos pelos que les daban apariencias bestiales, ridículas [...]; eran ojos asustados, huidizos, brillantes de codicia, señalados por las huellas imborrables de crímenes pasados.

LA REBELIÓN DE LAS RATAS

FERNANDO SOTO APARICIO

A eso lo llamaban algunos, pomposamente, civilización.

www.panamericanaeditorial.com ISBN 978-958-30-6434-0

rebelion ratas tapa.indd All Pages

12/15/21 11:49 AM



Adaptado de la obra homónima de

FERNANDO SOTO APARICIO

L A

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Luis Silva Gaitán - Julio Segura - Gravetated - Jonathan Prada

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Buenos días, compañero. Siempre somos los más madrugadores, ¿no?

Me gusta mirar el valle desde esta altura.

Los miserables ranchos del barrio obrero, las lujosas residencias de los místeres…, Desde aquí puedo ver la injusticia de la vida y maldecirla.

Todo se abarca: nuestras casas de las veredas…

Hoy es día de pago, compañero. Debemos estar alegres. ¿Feliz por quince o veinte pesos?

Son cuarenta y cinco, compañero. Desengáñese, hombre. Nos quitarán durante el primer mes veinte pesos por cada diez días, para formar la cuota de afiliación a la Caja de Previsión Social.

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Nada de lo que se hace en esta compañía es justo. Veinte pesos cada diez días, sesenta pesos al mes.

¿Nos quitan veinte pesos? ¡Pero eso no es justo! Claro que no es justo, hombre.


Sesenta pesos al mes… Hemos tratado de comunicar nuestras quejas, pero carecemos de sindicato. Así cualquier queja es inútil. No podemos formular peticiones legales y concretas, ni mucho menos pueden ser autorizadas sin un sindicato.

¡Buenos días, compañero Grimaldos!

¿Seremos tan pendejos de no hacer algo al respecto?

¿Cómo les parece, compañeros, eso de que nos quiten veinte pesitos en la primera paga del mes?

Eso ni siquiera es ley. Debemos protestar contra los místeres que se llenan los bolsillos de plata a costillas de nuestro trabajo, ¡maldita sea!

¡Hay que formar un sindicato, compañeros! ¿Nosotros qué ganamos con eso del sindicato, compañero?

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Pues, compañero…, seremos un cuerpo unido y serio. Un ejército, por así decirlo. Con un presidente y un vicepresidente que hablen por nosotros. ¿Un ejército? ¿Como los policías?

Mejor, con un sindicato, si a usted lo botan sin justificación, le tienen que pagar. ¿Sabía eso? ¿Y por qué no lo hacemos? ¿Eso del sindicato?

Si no nos permiten sindicalizarnos, haremos un paro general. Aguantaremos hambre hasta que hayamos ganado.

Ya casi, compañero, ya casi. Está circulando la orden por todas las minas, por todos los caminos de este valle.

¿No trabajaremos? ¿Y no nos pagarán?

¡Bueno, bueno, a trabajar!

No, compañero. Pero es por un bien mayor.

Más tarde en las oficinas de la compañía.

¿Dieciséis pesos? ¡Eso es un robo!

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¿Me escucharon? ¡Un robo! ¡Todos en esta empresa son unos pícaros y unos ladrones!


Calle, compañero. No diga esas cosas tan alto, que están oyéndonos.

Eso es precisamente lo que quiero, que me oigan. Que sepan que, al menos, hay un hombre que no tiene miedo. ¡Pronto vendrá el sindicato! ¡Para protestar unidos!

¿Su número? Veintidós, cero, cuarenta y ocho.

¿Dieciséis pesos?

Sí, señor. Son ochos días, a cuatro con cincuenta, menos veinte pesos de cuota de afiliación. Ahí tiene su saldo.

A ver, para usted son… dieciséis pesos.

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Unas horas después en la mina. ¿Dónde está Grimaldos? ¿Por qué no ha llegado todavía?

¿Son mudos o qué, parranda de animales?

Ya veremos cómo se le castigará a ese desgraciado. Nosotros no somos parientes de Grimaldos ni tenemos que vigilarlo.

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Adaptado de la obra homónima de

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Adaptado de la obra homónima de

Antes todo era sencillez, rusticidad, paz. Y de pronto el valle se vio invadido por las máquinas; el mediodía fue roto por el grito estridente de las sirenas [...]. Así como el paisaje, los rostros cambiaron también. Ya no era la cara ancha y sonrosada del sembrador; ya no las mejillas frutales de las muchachas ni los ojos risueños de los niños. Eran semblantes deformados por grandes cicatrices; con hirsutos pelos que les daban apariencias bestiales, ridículas [...]; eran ojos asustados, huidizos, brillantes de codicia, señalados por las huellas imborrables de crímenes pasados.

LA REBELIÓN DE LAS RATAS

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A eso lo llamaban algunos, pomposamente, civilización.

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