Observar la pintura de Ismael Guardado es aproximarse a un universo lleno de posibilidades, de sugerencias; es un reto para el espectador en el que la imagen le habla de algo que no conoce del todo, escenas que le parecen ajenas a primera vista, pero que al observar detenidamente le son propias, pues en la insinuación de su pintura se encuentran símbolos intrínsecos a la humanidad.