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del centro a los barrios

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cartografías

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El primer barrio de Buenos Aires en definir un fuerte carácter propio y un perfil decididamente pintoresco fue la Boca. En su documentada historia cultural de este barrio, Silvestri rastrea en el siglo XIX las raíces de un movimiento cultural propio, que llegó a tener en la plástica su formulación visible. En los orígenes del grupo de artistas, bastante heterogéneo, de “pintores de la Boca” se ubica Alfredo Lazzari, aun cuando sus paisajes urbanos y rurales no tengan siempre una ubicación precisa en el barrio. Podría decirse que su pintura inaugura una poética del paisaje suburbano alimentada, sin duda, por su aprendizaje de la pintura moderna italiana (macchiaioli), pero también –como sugiere Burucúa– sesgada por sus lecturas: Carducci, Pascoli, D’Annunzio. En tablitas de muy pequeño formato representó calles, esquinas y rincones de la ciudad y del suburbio, con el acento puesto en sutiles efectos lumínicos. De los artistas formados por él, Benito Quinquela Martín fue el primero en alcanzar fama y reconocimiento. No sólo dedicó su obra a representar el barrio sino que también lo transformó en buena medida. Construyó una imagen típica, puso color a los muros y fue un activo propulsor y benefactor de sus actividades culturales. Pero su obra se distancia mucho del clima que impera en la mayoría de los otros artistas de la Boca, tal vez más cercanos al ambiente intimista y calmo de las pequeñas tablas de Lazzari (que en general eludió el ajetreo del puerto), aunque atentos a las novedades formales de la pintura europea de entreguerras. Ellos imprimieron a sus paisajes urbanos una serenidad que parece volver

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ALFREDO LAZZARI

Calle Paseo Colón, 1899 Óleo sobre cartón 8,5 x 14 cm

ALFREDO LAZZARI

La Boca, 1897 Óleo sobre madera 7,5 x 16 cm

la espalda al fragor del trabajo y la vida cotidiana. Fortunato Lacámera, en sus estudios de contraluz y sus inusuales puntos de vista, parece poner su atención en construir vínculos entre el interior y la calle. Esto aparece con mayor evidencia en obras como Desde mi estudio o Conventillo de Bachicha, pero también se adivina tras las persianas cerradas y el humo de las chimeneas en Sábado inglés. Líneas netas, planos de color amplios y una organización ordenada en horizontales y verticales se advierten en la obra de Onofrio Pacenza, de la cual buena parte estuvo dedicada a la Boca. Pero él también transformó otros barrios en motivo de su pintura. Un ejemplo puede verse en su Esquina de Flores. Los paisajes urbanos de Eugenio Daneri tienen una paleta cálida y baja, de ocres y grises, que producen un efecto de melancolía. En Plaza Mitre y Calle de la Boca –su envío al Salón Nacional en 1936–es bien evidente su particular interés por la materia pictórica y las texturas, que lo llevó a ensayar audaces experimentos con el óleo.

No ha habido en Buenos Aires una tradición pintoresca como la de la Boca, aunque –sin llegar a conformar una escena colectiva– otros artistas han establecido vínculos intensos y duraderos con su barrio. Es el caso de Marcia Schvartz en los años 80 en el Abasto, donde vivió luego del exilio en Barcelona. Los camiones, los patios con macetas, el edificio del mercado abandonado, los conventillos, las vecinas fueron el centro de interés a partir del cual recompuso sus lazos con la ciudad.

En la construcción de ciertos tópicos urbanos –la intimidad de los barrios y conventillos, las calles adoquinadas y plazas arboladas de los suburbios– aparece otra vez el problema del paso del tiempo: una cierta melancolía frente a lo que se sabe de antemano condenado a desaparecer en una ciudad que se transforma, y la urgencia por capturar su alma antes de que “todo cambie”.

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EUGENIO DANERI

Plaza Mitre, 1923 Óleo sobre hardboard 35,5 x 50 cm

EUGENIO DANERI

Calle de la Boca, 1936 Óleo sobre tela 84 x 89 cm

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ONOFRIO PACENZA

Esquina de Flores, 1931 Óleo sobre tela 80,5 x 86 cm

ONOFRIO PACENZA

Suburbio, ca. 1955 Óleo sobre cartón 35 x 45 cm

MARCIA SCHVARTZ

Abasto, 1985 Técnica mixta sobre tela 115 x 130 cm

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FORTUNATO LACÁMERA

Conventillo de Bachicha, 1928 Óleo sobre cartón 69 x 70 cm

Sábado inglés, ca. 1940 Óleo sobre cartón 59,5 x 47 cm

FORTUNATO LACÁMERA

Desde mi estudio, 1929? Óleo sobre tela 104 x 76 cm

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