Al cumplirse, en el mes de marzo de 2014, ochenta años del llamamiento inicial para el establecimiento de la escuela taller y habiéndose reunido un conjunto de obras de los principales miembros del grupo, se realiza esta muestra que, por primera vez, da a conocer al público de Rosario y Buenos Aires uno de los acontecimientos capitales de la historia plástica argentina.1 Se trata de un grupo heterogéneo de pinturas y dibujos, grabados y esculturas, a lo que se agregan fotografías, documentos y piezas gráficas que permiten armar diversos núcleos temáticos. En primer lugar, las “adhesiones a la realidad” manifiestas en la representación de tipos y ambientes populares, de escenas del trabajo y temas “revolucionarios” que muestran la preocupación y el compromiso de los artistas con las situaciones más candentes de la época: obras inscriptas en variadas formas del realismo y resueltas en escalas que abarcan desde los tradicionales cuadros de caballete hasta composiciones de gran formato influidas por el muralismo de David Alfaro Siqueiros. Luego, la “devoción por el ensueño” que se desarrolla invocando lo cotidiano pero siempre en el dominio de lo misterioso, extraño e improbable, de acuerdo con las influyentes consignas del realismo mágico alemán teorizado por Franz Roh. Finalmente, el deslizamiento hacia los “dominios encantados” del surrealismo, donde la reflexión y las críticas de la realidad se manifiestan por medio de imágenes que muestran situaciones imposibles. Estos conjuntos, relativamente diferenciados a pesar de compartir profundas afinidades, permiten un nuevo acercamiento a los artistas y a sus obras, a las ideas y tendencias estéticas cultivadas por este significativo grupo. También se trata de una aproximación a creadores como Luis Ouvrard y Amadeo López Armesto que, respectivamente, actuaron como amigos y aliados de Berni y de sus compañeros en los convulsionados años treinta y cuarenta; o como Aldo Magnani, un genuino heredero que, al conocer posteriormente a varios miembros del movimiento y frecuentar intensamente a algunos de ellos, recuperó y proyectó los compromisos estéticos e ideológicos de la Mutualidad en los años cincuenta y las dos décadas siguientes.
En función de lo planteado, el primer núcleo de la muestra comienza con las obras de Ouvrard quien, sin compartir la radicalidad política y el extremismo estético de Berni y sus compañeros, supo interpretar en claves muy personales las ideas del
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Las exposiciones La sociedad de los artistas. Historias y debates de Rosario, Rosario, Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”, 2004, curada por Andrea Giunta, y Figuras de mujeres, Imaginarios masculinos. Pintores rosarinos de la primera mitad del siglo XX, Rosario, Fundación OSDE, 2009, curada por Adriana Armando, abordaron a partir de sus recortes temáticos a algunos artistas y significativas obras de este agrupamiento.