Revista ARS n° 11

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SUMARIO Editorial 4 BIBLIOGRAFÍA de

RICARDO LINDO

Narrativa y teatro

7

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Páginas Intemporales

10 La herencia

inédita de Ricardo Lindo

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Alexander Hernández

Poemas inéditos:

Madrugada Memoria ...Y más silencios... Humo solo

Olvido en la nube Queda tu voz Rumor Salterio Sandez cuarta Sandez póstuma

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Relatos inéditos:

ENSAYOS

24 Una apreciación de experiencia

25

compartida con

Ricardo Lindo Claudia Ramírez Moros y cristianos: 28 continuidad

sociocultural en la

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identidad indígena

Carlos Benjamín Lara Martínez

Capítulo décimo: con clases de

31

lectura

Capítulo vigésimo tercio

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El ahorcado

34

Halloween

36

Micromemorias

38

de un fumador de cinco décadas

Papá Oto y Mamá Oto

Teatro: El asesinato de Óscar Wilde

40 42


REmembranzas

Crítica

literaria 46

Unos cuentos de Ricardo Lindo Ricardo Roque Baldovinos

58 Comentario

sobre el libro

Crítica

DRAMATúrgica Algunos apuntes sobre El asesinato de Óscar Wilde de Ricardo Lindo Roberto Salomón y Alejandro Córdova

48

Crítica

Plástica Ricardo Lindo 50 pintor

Astrid

Bahamond

Bello amigo, atardece… Rafael Menjívar Ochoa Adiós a Ricardo Lindo, último

59

60

señor de los mares

Elena

Salamanca Ricardo Lindo en el alba de los

69

milenios

Élmer L. Menjívar Cuando yo tenía unos veinte años

Lauri García Dueñas

Cenizas del poeta Mario Noel Rodríguez

76 77

Autoras, autores

78 Ilustraciones e ilustradores

80


ARS, Revista de la Dirección Nacional de Investigaciones en Cultura y Arte de la Secretaría de Cultura de la Presidencia. ARS, arte en latín. Fue el nombre de la revista de la extinta Dirección de Bellas Artes. Retomamos el título y retomamos, en la medida de nuestras fuerzas, algo de la fe que la hizo crecer. SECRETARIA DE CULTURA Silvia Elena Regalado DIRECTOR NACIONAL DE INVESTIGACIONES EN CULTURA Y ARTE Carlos Pérez Pineda DIRECTORA DE ARS Astrid María Bahamond COMITÉ EDITORIAL DE ARS Alexander Hernández Harold Sánchez Gabriela Morán Óscar Meléndez Guillermo Cuéllar Mario Noel Rodríguez COORDINACIÓN EDITORIAL Harold Sánchez CORRECTOR DE ESTILO Alexander Hernández DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Gabriela Morán Las opiniones vertidas en ARS son de exclusiva responsabilidad de sus autores. El contenido de esta revista puede ser reproducido total o parcialmente citando la fuente. Secretaría de Cultura de la Presidencia, Dirección Nacional de Investigaciones en Cultura y Arte Centro de Gobierno, San Salvador.

EDITORIAL

ARS Nueva era Número 11, Año 2017

E

ste número monográfico de nuestra revista va dedicado a Ricardo Lindo, quien fue su director durante la segunda y tercera época desde 1994 hasta 2009, y desde 2010 hasta 2016, respectivamente. Su fallecimiento, el 23 de octubre de 2016, dejó un puesto insustituible en la historia de la cultura, el arte y la intelectualidad salvadoreña. La distribución del contenido de este número está dirigida y diseñada por la misma producción de Ricardo Lindo. Cada artículo contiene en síntesis la creatividad del editor, poeta, cuentista, dramaturgo, antropólogo, pintor, arqueólogo e historiador del arte precolombino. La multifacética producción de Ricardo Lindo será acompañada por textos críticos de especialistas, a quienes les agradecemos su amable colaboración: Ricardo Roque Baldovinos, Roberto Salomón, Claudia Ramírez, Carlos Lara Martínez y mi persona. Asimismo, se añaden remembranzas conmemorativas de escritores amigos y discípulos: Elena Salamanca, Élmer L. Menjívar, Lauri García Dueñas y Mario Noel Rodríguez. El formato y el contenido de esta edición será el que iniciamos junto al Comité Editorial en 2017. El perfil multivalente del poeta nos guiará para dar inicio a una nueva etapa que está destinada a la multidisciplinariedad del arte salvadoreño, es decir, la proliferación de las distintas expresiones en las últimas décadas es notable, un epifenómeno como Ricardo Lindo, quien es artífice de muchas disciplinas, no se da sino en un siglo en la historia de las artes. Sin embargo, nos inspirará a auscultar la situación real de las mismas, éstas adolecen de un corpus crítico que les custodie. A la situación contemporánea de las


artes y de su status, sea mayor o aplicado, popular o artesanal, se les debe el escrutinio que desglose cada uno de los lenguajes con las que estas diversas manifestaciones artísticas están compuestas, con el objetivo de acercar al público que las consume a las formas intrínsecas estéticas y a sus significados profundos. Conocí a Ricardo Lindo en 1985, en una visita de turismo que hice a El Salvador, ya que en ese entonces estudiaba y vivía en Praga. Lo visité en la Sala Nacional de Exposiciones “Salarrué”, la cual dirigía, y me habló de un libro que estaba escribiendo sobre los petrograbados del lago de Güija, su ternura y el acento afrancesado, grave y lento con el que tejía sus atinados juicios con conocimiento de causa sobre el arte nacional y mundial me estremecieron e impactaron. Tres años más tarde, en 1989, lo visité de nuevo en su lugar de trabajo y me obsequió su libro La Pintura de El Salvador, en ese momento Ricardo estaba curando una exposición pictórica retrospectiva de Bernardo Crespín, lo cual fue para mí una atrayente sorpresa: el hecho de conocer a un artista “contemporáneo compatriota” que pudiera haber estado en cualquier museo o galería de primer mundo por la excelencia y originalidad de su obra. Esto despertó en mí la curiosidad de indagar más sobre el arte salvadoreño y hacerme cómplice y eterna amiga de Ricardo, quien no solamente me lo demostró con su peculiar generosidad, sino que lo admiré con gran respeto por su bagaje cultural, su sabio sentido psicológico de los fenómenos humanos e históricos y, por supuesto, por su capacidad de aprehender, hacer, crear y recrear todo un mundo artístico del que había sido juez y parte. Textualmente cito las últimas frases que el intelectual me confesó en sus últimos días de descanso en esta tierra:

Me voy de este mundo, sin la menor de las penas, pues he hecho lo que a cualquier humano le hubiese apetecido hacer: crear un mundo alterno maravilloso y poseer el gran privilegio de haber cosechado amistades con gente extraordinaria como tú, Astrid María… Lo cual me partió el alma y lloré ante aquél que con valentía y resignación se enfrentaba a la muerte. En 1993, después de los Acuerdos de Paz, regresé a mi país, uno de mis principales referentes y amigos era el escritor, con quien nos encontrábamos frecuentemente en exposiciones de arte, conciertos, obras de teatro o tomábamos un café para conocernos más… ambos nos sentimos completamente identificados, le atrajo sobremanera mi experiencia vivencial y académica, no obstante, para mí, tener la dicha de ser amiga del hijo del gran poeta salvadoreño Hugo Lindo, con quien Ricardo no pudo tener mejor maestro y con quien, gracias a la trayectoria de éste como escritor y diplomático, padre e hijo vivieron experiencias contrarias, pero igualmente contundentes en arte y cultura: Chile, Colombia, España, Francia; el hijo como estudiante y agregado cultural. Sin embargo, para mí, dicho privilegio fue incomparable. Astrid Bahamond.


En sus últimos años, además de la dirección de la revista ARS, se encontraba realizando una investigación biográfica sobre su padre, Hugo Lindo, en el marco del centenario de su natalicio (1917-2017).

Fotografía por Augusto Vásquez

Ricardo Lindo nació el 5 de febrero de 1947 en San Salvador, estudió la primaria en Chile y la secundaria en Colombia. En 1962 dio a conocer sus primeros poemas con “Cantos del extraño Oriente”, en la Revista Cultura, en la cual pasó a colaborar permanentemente. Un año después, en 1963, publicó un relato breve en la revista La Universidad de la UES, mismo año en que se graduó de bachiller. En 1964, viajó a España a cursar estudios superiores de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Seguidamente, cursó la carrera de Publicidad, de la cual se graduó en 1968. En ese mismo año se trasladó a París a estudiar Psicología, graduándose en el año de 1974 de la Universidad de la Sorbona. Durante esa época, en nuestro país obtuvo una mención honorífica en el Concurso del Premio Nacional de Cultura de El Salvador con su cuento Equis, equis, equis (XXX). Su poema en prosa “Ricardo Avis in terra” fue publicada en 1972 por la DPI, en él utilizó el pseudónimo Ricardo Jesurum. Desde su retorno a El Salvador (1978) se le otorgó la dirección de la Sala Nacional de Exposiciones y la Escuela Nacional de Teatro del Centro Nacional de Artes. En 1994 dirigió en su segunda época la revista ARS, cuya tercera época inició en el 2010. Además, incursionó en otras áreas como la docencia (Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, UCA; Universidad Dr. José Matías Delgado y en el CENAR), guionismo televisivo y curadurías de artes visuales.


Narrativa 1968 - Equis, equis equis (XXX) 1987 - Cuentos del mar 1990 - Lo que dice el río Lempa 1996 - Tierra 1998 - Participación en Cuentos y leyendas de amor para niños 1998 - Arca de los olvidos 1999 - El canto aún cantado 2001 - Cuscatlán de las aguas azules 2001 - Oro, pan y ceniza 2003 - Cuscatlán aux Bleues 2014 - Sigue, vivito y coleando Teatro 1984 - Ajedrez 1994 - El nacimiento de la flor 2000 - Historia del barco embrujado 2002 - La burra de Suchitoto 2003 - 400 ojos de agua 2004 - Tía Bubu, Tita y Lipe en el reino de Epaminóndas 2007 - El asesinato de Óscar Wilde 2009 - Prudencia en tiempos de brujería 2009 - Versión del Lazarillo

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Poesía 1972 - Rara avis in terra 1981 y 1983 - Jardines 1985 - Las monedas bajo la lluvia 1988 - El señor de la casa del tiempo 2000 - Alba de otro milenio 2004 - Injurias y otros poemas 2010 - Bello amigo, atardece... Ensayos 1989 - Morería de papel 1991 - El esplendor de la aldea de arcilla 1992 - Las estrellas y las piedras Traducciones Memorias de Oppéde. Consuelo Suncín El médico a palos. Jean Baptiste Molière Malditos, decadentes, simbolistas. Charles Baudelaire El Principito. Antoine de Saint-Exupéry Investigación 1980 - La Pintura en El Salvador 2016 - José Jorge Laínez, escritor olvidado (inconclusa)

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Fotografía por Augusto Vásquez

Reconocimientos Premio de Cultura “Lic. Antonia Portillo de Galindo” 2015-2016. Especialidad Literatura: Cuento. Revistas ARS Nueva Era (números del 1 al 10, DNI), disponibles a través del enlace: https:// issuu.com/arsrevista Artículos, críticas y otras publicaciones “Moros, cristianos y brujos en San Antonio Abad”. Publicado en Religiosidad popular salvadoreña, DNI, 2015. “Arte rupestre en Corinto, Morazán”. Publicado en revista Identidades, número 1. DNI, 2010.

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pag i nas IntempOrales


La herencia inédita de

Ricardo Lindo

E

Estamos conscientes de que la obra inédita de Ricardo Lindo merecerá una labor mayormente exhaustiva, lo cual conllevará a seguras publicaciones que vendrán a enriquecer más su legado literario.

Dejamos claro, pues, nuestro agradecimiento y admiración a Ricardo por su obra tan vasta y necesaria en nuestras letras nacionales, pero sobre todo por su dimensión humana y espiritual.

Páginas intemporales

Alexander Hernández

sta recopilación de textos inéditos de Ricardo Lindo es sólo una muestra del numeroso y complejo trabajo literario al que nuestro autor estaba dedicado de forma permanente. En ese sentido, la actual selección -que amablemente me encargó la DNI- busca mostrar la mayoría de las temáticas y estructuras recurrentes en el hacer literario de Ricardo. Este homenaje póstumo se compone en principio de textos poéticos, la mayoría fueron extraídos de poemarios ya orquestados con miras claras a una publicación. En la parte dedicada a la narrativa se incluyen varios relatos breves, los cuales están enlazados temáticamente con un aire juvenil, como El Príncipe de la Atlántida. Además, se presenta un fragmento de El asesinato de Óscar Wilde, obra drámatica que ya fue montada en escena pero aún no publicada en físico. Por último, la selección cierra con dos memorias de nuestro escritor, cuya naturaleza obedece a sus años en Europa y al recuerdo de los abuelos de su padre.

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MADRUGADA

I

Visitado en el aire por un canto lejano1 oigo rumor de mar, oleajes de lo desconocido. Pan de antiguos misterios dora la larga mesa leñosa y ruda bajo la bóveda y la luz de la llama hace temblar el gesto de las sombras. Tras las montañas que un claror perfila hay gran silencio: un Dios está naciendo. II El año sin memoria vuelve a nacer, voz de las mudas piedras en la alta montaña. Un Dios antiguo vuelve en su círculo eterno,

Páginas intemporales

anillo puro de la luz.

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Un hechizo de razas que fueron lo convoca. 1 Todos los textos inéditos se presentan tal como Ricardo Lindo los dejó al momento de su partida.

Título: Actuó movido por el frenesí de la inspiración... Tamaño: 80 x 60 cm. Técnica: Acuarela Año: 1994



MEMORIA (…) III Y fuimos los primeros en la tierra de las grandes rocas de las enormes rocas como antiguas bestias de piedra y con ellas hicimos nuestro calendario mirando al horizonte de montañas donde el sol se hunde. Y fuimos los primeros en la tierra de los grandes pinos, de los hongos que fosforecen y en el altiplano contra el mar de montañas navegamos ilusoriamente, los hongos ayudando, en los inmensos barcos de piedra. En la proa de la más alta y fuerte nave, el astrónomo indicaba los rumbos a seguir: hacia adentro, hacia adentro, hacia adentro del alma de los tiempos, hasta las estrellas y la noche hacia el árbol de estrellas que la noche despliega y cuyo tronco es un inmenso imán en medio de la noche que hace girar la rueda de las constelaciones. Hacia adentro del mar, hijos del aire, (nosotros nos llamábamos hijos del aire)

Páginas intemporales

alzando el estandarte de entretejidas plumas

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de muy preciosas aves cuyo vuelo honra al viento. Hacia adentro, hacia adentro, soñadores, (nosotros nos llamábamos hijos del sueño) hacia la honda caverna de los sueños


a donde la simiente de la sabiduría, donde las altas magias crezcan del sol que muere hacia la noche, crezcan y fortalezcan, crezcan sean, entre las ronroneantes abejas de los astros. Una navegación alta de nubes, un navío de nubes nos engendra y de alucinaciones un tesoro creamos, soñadores del aire, hijos del sueño, y si la lluvia y si las vastas lluvias y sólo entonces, hijos de las ramas del árbol incesante de los relámpagos (nos llamábamos hijos del relámpago) y si la lluvia, las inmensas lluvias donde habita el relámpago, entonces en profundos naufragios sin edad, luz de los altos mares, luz de las altas aguas que un trueno anuncia, entonces vamos a los vastos olvidos, al hondo sueño de los soles idos. Detrás del horizonte donde algo empieza, un algo

Páginas intemporales

del que nada sabemos.

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…Y MÁS SILENCIOS… I

III

Esta música extraña

Cómo puedo alejarme ya

mueve el aire de lluvias,

venciendo

labios de sortilegios

desde el silencio todo lo que fue,

trazan ramas,

olor de hojas de yerba

mencionan ramas y ya son.

que queman en la noche.

Cuántas lluvias hacen falta esta noche para llegar a ti. Muero siete silencios y dices: No se puede, estoy lejos. II Ah, no importa que nadie nos quiera ya, que todo haya sido sombra y que la sombra crezca por dentro, tan por dentro. La hora tañe la campanada de lo lejano y el viento sólo trae silencio, y es bueno estar contigo, silencio, viejo amigo.


Páginas intemporales

Título: Señor Crepuscular Tamaño: 30 x 40 cm. Técnica: Óleo Año: S/F

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HUMO SOLO Poema de la taza de café

en la mañana de los años grises a la orilla de un río imaginado que va al mar de las latientes olas grises de una fría mañana de invierno de otra latitud

y envolvían en lienzos, blancos lienzos de niebla, agua del aire, los pinares sombríos.

Las palabras azules se enredaban con las palabras grana

toda la lejanía,

y el humo circular desenroscándose del brocal de la taza de cerámica negra cuando ya el horizonte. Leves horas teñidas de azulidad

el humo surgiendo del brocal de la taza de cerámica negra era fría niebla en los pinares que inventaba la memoria, ese bosque de pinos de esponjoso,

van al olvido.

húmedo suelo de doradas agujas y piñue las caídas,

Vuelven de los sarcófagos lacustres

creado solitariamente para un canto

fantasmas de algas en yodo, en amargor, en fósforo,

sólo hecho de palabras que se enredan

y se va todo aquel extrañado silencio de las vastas estancias

Páginas intemporales

por el acantilado de basalto

que un mapa no consigna.

en el hondo lecho del río

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un canto hecho de nubes que pasaban un día

como se desenredaba gris el humo desde el brocal aquel,

por rutas ya sin nombre

del café aquel,

y quedan más calladas aún sin su silencio.

de aquella taza de cerámica

Enredadas palabras

donde cabían todas las palabras

hacen crecer un canto que no dice nada

y un poco, un poco de café,

y nada quiere ya decir,

única taza de cerámica

como la arena que sólo arena es y se va con el viento o

semejante a otras tazas de cerámica

humedecida de olas retiradas queda astillada de estrellas.

por milenios y por milenios, incubando en su seno

Un canto es este canto.

un poema sólo hecho de palabras irrepetibles

Sólo un canto,

que se repiten siempre,


OLVIDO DE UNA

NUBE siempre, siempre. En el agua del viento que se fuga, con el pincel de una sola rama escribe el añoso árbol malherido un canto. Después la hoja del pincel se desprende. Era la hoja última. Cada quien tiene en niebla su parte de fantasma Suyo ya fui, ya estuve entre los vivos

(...) En el columpio donde se columpiaban los niños hay ahora un silencio y el viento hace chirriar los viejos goznes. Yo recuerdo que todo lo he olvidado, el cobertizo de los inciertos cachivaches, el crepúsculo al fondo del espejo, y esa única nube que olvidé para siempre donde cabía todo el cielo del mundo y como ya he olvidado hasta mi nombre me pondré uno cualquiera para ir por la calle con un paraguas roto una tarde de lluvia y contaré mi historia a los pasantes

y me disuelvo en la fresca penumbra

que no me escucharán

como una absolución de haber hecho o deshecho.

porque están apurados y van lejos y llueve, y quién querría oír, en realidad,

Mucho nació de tan alta distancia.

la historia de una nube que no existió jamás. He de inventarlo todo pues no tengo una historia (la historia de esa nube que no existió jamás). He de inventarlo todo pues es larga la lluvia que en los cristales sucios traza sinuosos derroteros. Caen todas las tardes y todas las estrellas. Vienen de aquella nube que no estaba en los libros ni estaba en las palabras. Yo quise retenerla y envolverla en mis versos, y no quedó la noche pero quedó su aroma.


QUEDA TU VOZ

Una fatiga de oros gobierna mi silencio, una fatiga de mil años de angustia, de terror y silencio, de muerte de oros lentos de crepúsculos. Pero queda tu voz, Padre, en los libros, sólo la voz

Páginas intemporales

que en el alma persiste.

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RUMOR

Hace rumor de viento entre las hojas. Luz de los días venideros viene volando por el aire. Hay sueños de esperanza en el aire que vuela. Es la gentil mañana que precede todo, osea, tu venida. Ha envejecido el alma lentamente. Ya se parece a todo lo que muere y a todo lo que nace lentamente. Blanca es la luz y azules las estrellas. Bello es el mar que hace girar la tierra, bella la luna que alza el horizonte y los peces que vuelan en el agua y ya puedo morir y decir a la lluvia, al viento, al mar, a la luna, a la estrella, a las plantas, al mar, escuchen: los amé.

Páginas intemporales

Textos extraídos de Tinieblas 2, poemario inédito.

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SALTERIO

Avena del monasterio y ave del salterio. Una inicial de oro y lluvia sobre las siembras, raíces de viejos árboles agrietan las baldosas del viejo monasterio. Creer en las palabras cuando ya sólo eran palabras sin ideas. Creer en las palabras sólo porque son bellas las palabras. El monje ante el salterio abierto: una imagen de cera de un tiempo ido hace tiempos. Gorrión del monasterio come la avena que él dejó.

Páginas intemporales

SANDEZ CUARTA

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Y después yo me iba volviendo viejo y después mucho más viejo que el más viejo. Dentro de dos milenios habré alcanzado la edad de cinco años, lo cual es una suma considerable, fuerza es reconocerlo. Me montaré en un caballito de madera. Redactaré mis memorias.


SANDEZ PÓSTUMA

Título: La placa conmemorativa Tamaño: 80 x 60 cm. Técnica: Óleo Año: 1996

Esta es mi última voz. Pues en todo fui defraudado Regreso por mi mano a la presencia de aquél que nos creó, infringiendo sus leyes. Voy no a rendir cuentas: a pedírselas. Textos tomado de Sandeces, poemario inédito.

Páginas intemporales

y procuré ser justo.

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Una apreciación de experiencia compartida con

Ricardo Lindo

A

En la Gruta del Espíritu Santo se emocionaba muchísimo al observar las pictografías, la interpretación que él les daba y las ideas que surgían con el fin de documentarlas, para lo cual se hizo acompañar de fotógrafos para ayudarle a realizar su investigación.

La partida de Ricardo Lindo, su legado y la amistad brindada por él, me hizo reflexionar sobre la forma en que muchos observamos el día a día. Hasta la fecha no he conocido a nadie que se maraville tanto por una pictografía, por el color de una flor, o por un simple relato que escuchó en algún lugar. Esa forma genuina de ver, vivir, sentir y experimentar el mundo como un niño intensamente maravillado por la vida. Así recuerdo a Ricardo Lindo.

Con el paso del tiempo y las conversaciones en la casa del proyecto, llegué a conocer a Ricardo Lindo como un alma muy genuina, su corazón no albergaba maldad. Hablaba con franqueza de su vida, de su legado familiar y de sus amigos más cercanos. También llegué a ver a su lado al Ricardo Lindo extraordinariamente divertido, ocurrente y hasta irreverente. Un alma con mucha tranquilidad, con el don de escuchar y debatir. Una persona sin ínfulas que le gustaba conversar de muchos temas sin aires de grandeza o de superioridad, aunque su vida había sido increíblemente rica en experiencias y aprendizaje.

Ensayos

Claudia Ramírez

inicios del año 2010, tuve la oportunidad de conocer a Ricardo Lindo. Mi primera impresión fue la de conocer a un niño curioso, sonriente y tímido. De manera no oficial se adhirió al proyecto del sitio arqueológico de la Gruta del Espíritu Santo. Lo que más me sorprendió fue la emoción con que se refería al sitio, la curiosidad que todo despertaba en él.

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Fotografía por Augusto Vásquez

Ensayos


Fotografía por Augusto Vásquez

Ensayos

Fotografía por Augusto Vásquez

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Moros y cristianos: continuidad sociocultural en la identidad indígena Carlos Benjamín Lara Martínez

Ensayos

Valoración sobre el trabajo antropológico de Ricardo Lindo “Moros, Cristianos y Brujos en San Antonio Abad”, 2014.

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L

a identidad sociocultural de diTeatro escrito por monjes españoversos pueblos indígenas de El les es también teatro indígena, pues Salvador (Santo Domingo de fue modificado al ser adoptado y Guzmán, San Antonio Abad y de tal forma se integró a la vida de otros) tiene como una de sus práctinuestros pueblos que se convirtió cas culturales fundamentales La Danen signo identitario.1 za de Moros y Cristianos, la cual fue Pero el componente indígena está estudiada con mucho detenimiento más presente en la puesta en escena, por parte del escritor Ricardo Lindo en la realización de la danza, la cual se Fuentes. lleva a cabo de la siguiente manera: Esta danza crea y recrea los valores se colocan dos filas, una de moros de la identidad indígena, en el senti- y otra de cristianos, y los danzantes do de que por una parte resalta la bailan al ritmo del pito y del tambor presencia de poblaciones nativas en chocando sus espadas. nuestro territorio, por otra parte, esEn el caso de Santo Domingo de tablece la continuidad de estas idenGuzmán, los moros están compuestidades étnicas con un pasado lejano, tos por seis muchachos y una mucon el origen de la sociedad mestiza chacha que representa a la princesa salvadoreña. mora, mientras que los cristianos esEn efecto, La Danza de Moros y tán constituidos únicamente por seis Cristianos está asociada a la identidad muchachos. La danza se desarrolla de los pueblos indígenas, ya que re- en tres tiempos: primero los moros y presenta el proceso de sincretismo los cristianos bailan entre sí, luego los o hibridación sociocultural que estos moros bailan en bloque con los crispueblos han experimentado desde tianos y, finalmente, cada uno de los la venida de los españoles. Es una moros baila con un cristiano, siempre representación artístico-ritual que chocando sus espadas. La danza finalos conquistadores trajeron a estas liza cuando la princesa mora se enatierras en el período de la Colonia, mora de un cristiano y entonces conla cual fue adoptada por los pueblos vence a los moros de que se rindan y indígenas e integrada a las celebra- acepten el cristianismo. ciones de las cofradías incorporando Es claro que esta danza, como ya lo elementos de las culturas nativas, soha resaltado la antropóloga estadoubre todo en la puesta en escena más nidense Victoria Bricker a propósito que en los textos. del sur de México y Guatemala2 y mi Estos textos corresponden al Siglo persona,3 no representa las batallas de Oro español, aunque muchos de entre árabes y españoles antes de la sus personajes atañen al medioevo. conquista de América, de las cuales No obstante, señala Ricardo Lindo: los indígenas de Santo Domingo de


Guzmán y de San Antonio Abad no tienen conciencia, sino las batallas entre los españoles e indígenas en la conquista de México y Centro América, y por extensión las batallas de los mestizos y los ladinos en contra de los indígenas, como en el caso de 1932, en las cuales los indígenas han salido derrotados y los blancos (como los indígenas identifican a españoles, mestizos y ladinos) han impuesto su poder.

1 Ricardo Lindo, “Moros, Cristianos y Brujos en San Antonio Abad”, en Religiosidad Popular Salvadoreña, Comp. Antonio García Espada (San Salvador, Dirección Nacional de Investigaciones en Cultura y Arte, SECULTURA, 2014).

Victoria Bricker, Humor Ritual en la Altiplanicie de Chiapas (México, FCE, 1986); Victoria Bricker, El Cristo Indígena, El Rey Nativo (México, FCE, 1989).

2

Carlos Benjamín Lara Martínez, La Población Indígena de Santo Domingo de Guzmán. Cambio y Continuidad Sociocultural (San Salvador: Dirección de Publicaciones e Impresos, CONCULTURA, 2006).

3

Ricardo Lindo, “Moros, Cristianos y Brujos en San Antonio Abad”, 127.

4

Pero la hibridación cultural de La Danza de Moros y Cristianos también puede observarse en las vestimentas de estos danzantes, sobre todo en las capas, las cuales son elaboradas por los propios historiantes, en ellas incrustan diferentes figuras de animales, querubines y hasta figuras actuales como el conejo Bugs Bunny. Ricardo Lindo también resalta los implementos, los cuales “están cargados de imaginación nativa”.4 El autor se refiere a las máscaras, los cascos, adornados de cruces y flores, figuras de animales y seres mitológicos.

Ensayos

Así, el proceso de hibridación sociocultural generado a partir de La Danza de Moros y Cristianos condiciona que esta representación artístico-ritual se constituya en uno de los símbolos más importantes para diversas poblaciones indígenas actuales en El Salvador.

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de Ricardo Lindo


Relatos ineditos Capítulo décimo: con clases de lectura

M

ientras cocinaba, Mirtala solía cantar canciones que eran como un plañido. Canciones de amores perdidos bajo la hojarasca, de amantes separados por la distancia o la muerte, de besos que se pierden en el aire sin hallar jamás su destino. Omar, entretanto, ordenaba las hojas en botes de cristal que llevaban amarilladas viñetas con sus nombres en letras góticas. Por las tardes, Mirtala le fue enseñando una ciencia que incluso el gnoli ignoraba, la ciencia de leer las venas de las hojas. Si uno las interpretaba correctamente, lo cual era a veces un tanto difícil, podía leer: “Macerada y disuelta en sopa sirvo para los males de estómago”, o “Mezclada con pimienta y espolvoreada sobre un muñeco con el retrato de alguien puedo provocar al susodicho alguien una insufrible picazón”, o aún: “Cocida en sopa doy sueños benéficos. Comida en ensalada, causo la muerte. Fumada doy una paz azul que ilumina por dentro”. Pero esos mensajes de las hojas no estaban en los botes ni se registraban en libro alguno y había que ser muy cuidadoso a la hora de interpretarlos y aplicarlos, pues una equivocación podía tener insospechadas consecuencias. Si, por ejemplo, en vez de la hoja contra el dolor de muelas se daba al paciente la hoja que atrae los amores, el resultado no era que atrajese amores, pues el procedimiento y el modo de administración eran diferentes, sino que pudiera ser que los dientes se atrajesen entre sí, cerrando filas, o bien que el dolor se convirtiera en un ansia indecible de morder la yugular del ser amado hasta chupar la última gota de su preciada sangre. Estos errores no los cometía alguien con tanta experiencia como Mirtala, pero recordaba una vez que debió asistir como testigo a un juicio por vampirismo y modificó el criterio del jurado al demostrar lo antedicho con un ratón de laboratorio con las muelas cariadas. El acusado salió libre, pero la hechicera que pretendió curarlo fue juzgada a su vez por mala praxis de su profesión. Contaba esto Mirtala cuando sintió un crujido bajo su falda. Un huevo había estallado. De él salió un pequeño gnoli vestido como un hombrecito que los saludó con una reverencia y saltó por la ventana. Luego reventaron otros huevos de los que, al parecer, no salió nada. –Son los gnolis de la telepatía –explicó Mirtala–. Son transparentes. –Bah, todos somos algo telépatas –dijo ella–. Estamos rodeados por una telaraña magnética que ellos controlan, fabricando lo que llamamos coincidencias. ¿No has visto, por ejemplo, con cuánta frecuencia mencionamos a alguien que inesperadamente se asoma poco después? –Sí –dijo Omar–. Recuerdo que una vez mi profesor me había puesto a leer una página de Don Quijote de la Mancha cuando un amigo llegó a interrumpirnos; me llevaba de regalo un queso manchego.

Narrativa y teatro

Omar pidió más explicaciones.

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Capítulo vigésimo tercio

Título: Laboratorio Tamaño: 60 x 80 cm. Técnica: Acuarela Año: 1999

Cae la noche en Manhattan y se alumbran como colmenas-lámparas los rascacielos. Un chico reconoce a Omar y se acerca. –¿Cómo haces eso? –pregunta. –¿Cómo hago qué? –responde absteniéndose de decir “entrometido”. –¿Cómo vuelas? –pregunta. –Es sencillo, –dice Omar, petulante–: soy el primer agnado de la Atlántida. –Yo no hablo inglés –responde el otro.

Narrativa y teatro

Obviamente, los conocimientos del chico en materia de Derecho romano no iban muy lejos.

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Ambos se detuvieron. Omar, porque hasta entonces advirtió que el muchacho le hablaba en español, lengua oficial en la Atlántida y porque entendió entonces que la lengua que escuchaba de continuo a su alrededor era inglés, que el gnoli le había enseñado como lengua muerta para leer a Mr. W. Shakespeare. El otro, porque a saber qué diablos era eso de “agnado”. Tomando la profesoral actitud del gnoli, Omar explicó que un agnado es un heredero del trono. El otro reflexionó, se admiró, puso después cara de desprecio, y dictaminó contundentemente: –¡Esas son babosadas! El baboso de Omar no se inmutó. Por respuesta, se quitó los ladrillos de los bolsillos y pegó un salto de quince metros de altura.


–Señor, usté Rey –rogó el chico–: no me vaya a hacer daño. Omar rio y le dio la mano.

Omar tardaba en conciliar el sueño. Recostado sobre unos cartones, observaba el irregular techo de piedra. Y como tampoco Alexis dormía, Omar habló de los sueños.

–¿Sabes? –dijo Omar–, a ti ya te había conocido También el otro tenía hambre, pero no era aún en un sueño. la hora, explicó. Contrariando todas las leyes de la Y le habló del niño de ojos claros ante la puerta ciudad, una cocinera salvadoreña daba las sobras cerrada. de la comida de un gran hotel a los sin casa, pero para eso había que esperar la medianoche. –Es como si hubiera encontrado a un hermano –concluyó. –Debieras afeitarte –dijo Alexis–. Eres guapo pero te ves mal. –A un hermano no –respondió el otro con aspereza, soltándolo. Omar se palpó las mejillas. Estaban cubiertas de ásperos canutos de barba. Se miró entonces en Después se calmó y contó cómo, siendo muy una vitrina. Su llegada allá afuera había provocado pequeño, su padre, un griego borracho, estibador inesperados cambios. Ya era un hombre de vein- en el puerto, le pegaba siempre diciéndole que era titantos años. Sólo en ese instante cayó en cuenta malo. El bueno era su hermano gemelo, muerto de que la demasiado larga ropa de la casa de las al nacer. Alexis caminaba a veces dormido en las sombras le había quedado a la medida al salir del noches y despertaba de madrugada ante la tumba ascensor. de su hermano perdido. No, no quería tener un hermano. Y peor si era bueno. El chico era griego y a medias huérfano, con padre en la cárcel en un estado lejano, y creció en una El irritable griego asesinó a su madre una tarde barriada latina conformada mayormente por salva- de celos y fue a dar a la cárcel. Solo, abandonado, doreños. Por ello era su inglés pobre y defectuoso, sin saber más que griego ni conocer a nadie, Alexis y su español salvadoreño, bien vistas las cosas, no se dedicó a vagar por las calles, a mendigar, a robar se parecía mucho al de don Miguel de Cervantes a veces. Pero las calles son pródigas y pronto se y Saavedra. encontró con un grupo de salvadoreños con los que aprendió un español bastante elemental. Si el Llegada la medianoche, en el área de servicio idioma de Alexis era más rico, era porque había del hotel, compartieron suculentos restos de “filet visto que ciertos mecanismos transformaban vamignon” con papas horneadas. Lástima que no hurias palabras griegas en castellano. biera comida chatarra… Todos somos esencialmente egoístas. Mientras El pequeño llevó después a Omar al parque donAlexis contaba sus recuerdos, Omar tornaba a los de solía dormir. Era un inmenso jardín público y hasuyos, al padre que era sólo un variable retrato, a bía que saltar una verja y eludir las patrullas. Vieron su madre que era de algún modo la dama blanca. otros jóvenes que buscaban refugio, obviamente Y Omar habló entonces de la Atlántida, aunque conocidos de Alexis. Se saludaron en silencio, alno de sus padres y esta vez el otro lo escuchó con zando la mano, y Alexis llevó a Omar a una gruta asombrada credulidad. que llamó “su” gruta. Pese al extenso día fatigoso,

Narrativa y teatro

–Sabes –dijo Omar–, tengo hambre.

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M

El ahorcado

e colgarán mañana. Son malvados. Escupen siempre. Ellos me subieron sólo para bajarme después a empujones y escupirme. Cuando me subieron me sentí dichoso, creí que se cumplían todos mis sueños. Mañana me subirán, pero de otro modo.

Son tontos y malvados. No saben nada.

Me gusta el calabozo. Se parece a mi casa. O sea, es de cemento húmedo y adentro no hay nada. Ni un catre. Ni un ratón. Sólo yo. En cambio ese cuarto donde me tenían, con una camota con colgajos y cosas doradas y sólo yo, me hacía sentir mal. Me hicieron un juicio, dicen ellos, pero ya me habían enseñado mi horca. Dijeron que yo quería ser un rey. Están locos, nunca quise ser un rey. Los reyes están sentados en un sillón colorado y son aburridos. Yo quería ser un príncipe, porque los príncipes corren aventuras y matan dragones y rescatan princesas de las cuevas de los dragones y después se casan y son felices para siempre. Yo fui príncipe un rato, pero mañana seré muerto para siempre. Hace frío aquí, pero cuando me preguntaron que quería cenar por última vez, yo, que casi nunca ceno, pedí una charamusca.

Narrativa y teatro

Capítulos extraídos de El príncipe de la Atlántida.

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Narrativa y teatro

Título: La muerte Tamaño: 30 x 40 cm. Técnica: Óleo Año: S/F

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Halloween

C

laro que ya no puedo volver a ponérmelo, pero puedo escudriñarlo, consultarlo. Pero no lo hago muy seguido. Hablo del regalo que me envió mi esqueleto para mi aniversario de muerte. Me enviaba mi corazón lavado con alguna fuerte sustancia que desconozco con la inscripción “Aún palpita”. Latía sí, pero a un ritmo extremadamente lento, una vez cada diez horas, más o menos. Se lo agradecí enviándole un pequeño recuerdo que no recuerdo. Mi corazón es bastante triste y evito consultarlo muy seguido. Puede darme problemas como cuando estaba vivo. Pero tiene partes frías. Lo ha de haber encontrado en algún lugar lejano y helado, me digo, porque antes no era así. Quizá lo halló bajo la nieve. Como fuera, mi corazón tenía un aire de casa desolada, abandonada largo tiempo atrás. En una esquina encontré un caracol marino fosilizado. Mi corazón no parecía advertir mi presencia.

Narrativa y teatro

Tomado de Esqueleto esquelético y Michelle de Nostradamus.

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Título: Luna llena Tamaño: 30 x 40 cm. Técnica: Óleo Año: S/F


Memorias

Micromemorias de un fumador de

Y

cinco décadas

Narrativa y teatro

o tenía diecisiete años y todo el mundo fumaba entonces en Madrid. Yo era un estudiante que por primera vez se alejaba de su familia y acababa de entrar a la universidad. Hice lo que todo el mundo: la cajetilla azul de los DUCADOS pasó a formar parte de mi vida. Los niños bien de la calle Serrano (los aristocráticos “pijos” por contraposición a los plebeyos “gatos”) habían desarrollado un lenguaje: “Acelérame un cilindrín”, “acelérame el cáncer”…

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Fumaba el profesor, fumaban los compañeros, fumábamos en clase. Las delicadas volutas de humo se desenvolvían como lentos pergaminos misteriosos hasta crear una copiosa nube de tormenta en el techo del aula, en todos los techos de todas las aulas de aquella universidad antigua, prestigiosa y rancia, donde enseñaban teología medieval a título de filosofía y donde jamás se mencionaba al papá de la filosofía del momento, el buen señor Jean Paul Sartre, quien más allá de los Pirineos fumaba junto a su tasa de café con su discípula, alumna, seguidora, su amante, la filósofa del feminismo a quien las feministas aún invocan, Simone de Beauvoir. La dama sostenía un blanco cilindrín humeante como su tasa de café entre sus finos dedos largos y entre ambos había crecido (entre la dama y Sartre, no entre el cigarrillo y el café), el existencialismo como un hijo del espíritu. Pronto me harté de la arcaica universidad franquista y me fui a fumar al otro lado de los Pirineos, a la ciudad aquella, París llamada. Sartre me interesaba más y la vida intelectual allá era más atractiva. Sartre no es hoy muy leído pero lo cierto es que el existencialismo hizo cambiar el mundo del pensamiento y mucho de lo que hoy vivimos no sería comprensible sin esa escuela. Pero sabios médicos nos hacen saber ahora que el humo afecta al sano funcionamiento del cerebro. Quizá por eso fueron tan tontos Sartre y Simone de Beauvoir, Winston Churchill y Mark Twain. En todo caso, tampoco lo hace a uno ni sabio ni inteligente, pero ayuda un poco. Cuando uno no sabe qué hacer y enciende un cigarrillo con frecuencia encuentra la solución. Como dijo el novelista norteamericano Norman Mailer, es “una pequeña herida en los pulmones que enciende una idea en el cerebro”. En lo que a mí respecta, años después, por consejo médico y a duras penas, me abstuve de fumar por un par de años. Entré en crisis. Después volví a hacerlo con tal desesperación que los compensé en un par de semanas. Había llegado a una sencilla conclusión: sin el cigarrillo no puedo escribir y sin escribir no puedo vivir. Entre mis pulmones y las letras, opté por


Título: Las fábricas dieron en producción aquellos objetos tan extraños... Tamaño: 60 x 80 cm. Técnica: Acuarela Año: 1994

las letras. No ha cambiado mucho mi rutina, pese a nuestros padres de la patria, los legisladores, pues vivo bastante aislado. No aguanto mucho estar donde no se puede fumar y, en cuanto puedo, me voy con mis colillas a otra parte. El moralismo está muy bien pero tengo el vicio bastante arraigado y, de todos modos, ahora soy un viejo y los años que me quedan son sin duda menos que los recorridos. Narrativa y teatro

Tomado de Humo.

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Los abuelos

de mi padre:

Papá Oto y Mamá Oto

L

Narrativa y teatro

a Unión era un pueblo pequeño, a uno de los extremos de un gran golfo azul, un golfo que da al océano Pacífico, donde se alzan aquí y allá islas e islotes verdes brillando como esmeraldas bajo un sol radiante. Ahí vivían sus abuelos y junto a esos abuelos vivían tres hijas, una de las cuales estaba destinada a casarse con Óscar Lindo, su padre. Con mis hermanos hemos procurado reconstruir esa prehistoria de nuestro padre, de la cual muy poco hablaba. De esos abuelos ni siquiera sabemos sus nombres sólo que él los denominaba Papá Oto y Mamá Oto. Los pongo en mayúsculas pues él los utilizaba como nombres. Mama Oto había nacido en Italia. Papá Oto era -creo- unionense y era “el” médico del pueblo. En realidad era el boticario y en aquellos tiempos era normal que un boticario recetara. En su farmacia se alineaban botes de cerámica en estantes de lustrosa madera, conteniendo polvos y yerbas medicinales, y poseía asimismo una pequeña balanza para medir las dosis y un mortero de bronce para hacer sus mezclas. Por entonces cada enfermo recibía una medicina personalizada que Papá Oto preparaba tras emitir su diagnóstico. Arturo, que vive en Italia, buscó en vano alguna palabra que nos llevara a Oto. No la encontró, ni sabemos de nadie que hable sardo. Mi hermana Matilde sugiere una alteración infantil de la palabra “otro” que perduró.

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La casa de Papá Oto, bella y espaciosa, estaba en una esquina de la plaza del pueblo. La alcancé a conocer. Ignoro si aún está. Mi padre nos había llevado a conocer a sus tías, hermanas de nuestra abuela Matilde. Yo tendría menos de cinco años. Recuerdo que enfermé, quizá por el calor, y que sudaba helado, copiosamente. Las tías abuelas me hicieron acostarme en una hamaca y, herederas de la farmacia y de las artes de Papá Oto, me aplicaron un aceite en la frente y los témpanos y me dejaron descansando. Mecido por la hamaca que la brisa del mar movía, oía ese rumor de mar que se encuentra al origen de los versos de Hugo Lindo. Años después, mi hermano Arturo preguntó a la abuela Matilde si ella hablaba italiano y respondió que no, que en su casa se hablaba sardo. Mamá Oto era nativa de la isla italiana de Cerdeña. No creo que nuestra abuela Matilde hablara sardo, pero ha de haberlo entendido. Lo curioso es que Papá Oto sí lo había aprendido para comunicarse con su mujer. Mi hermana Astrid preguntó una vez a Hugo Lindo como es que su madre había venido hasta acá desde tan lejos. Él dijo que creía que había venido porque su familia vino huyendo de algún problema. Algún problema muy grande tenía que haber sido, pues, cómo una familia italiana vino en un barco bordeando toda la costa atlántica de América del Sur, atravesando el peligroso estrecho de Magallanes donde aún hoy se despeñan bloques de hielo sobre las embarcaciones, para remontar luego por la costa pacífica hasta llegar a un


país del que presumiblemente jamás había oído hablar y decidieron quedarse en un pueblito marinero. Pienso en una de esas terribles “vendettas” que estaban ya arraigadas en la península italiana desde antes de los tiempos de Romeo y Julieta. Mi hermana Astrid recuerda: La tía Lety era viuda de un señor de apellido Mena, y tenía un hijo que se llamaba Jorge y otro que se llamaba Edgard (creo). Este último tenía un problema parecido a la elefantiasis y tenía un pie enorme, tanto que sus últimos años los pasó en silla de ruedas. Vivían en Estados Unidos, creo que en California. En La Unión vivían la tía Mari y la tía Lina, creo que la última era la que se pintaba el pelo de rojo y no me acuerdo cuál de las dos era la viuda o si alguna lo era. Tenían una tiendita en La Unión y hacían flores de papel, no sé si todo el tiempo o sólo para el día de muertos. Matilde, por su parte, recuerda que hubo una tercera hermana de la abuela que vivía fuera. Cuando mi padre dio inicio a su último libro, DESMESURA, el año mismo de su muerte, dijo que iba a hacer su autobiografía en verso. Yo no había vuelto a abrir ese libro desde años atrás, pero pensé que ahí podría encontrar referencias a Papá Oto y Mamá Oto, pero no. Comienza hablando largamente del mar y de ahí se va a su vida de adulto. En vano las he buscado en otros libros suyos. Papá Oto y Mamá Oto ingresaron al olvido sin obtener que los recordaran un par de versos del gran poeta Hugo Lindo. Pero, por de pronto, prefiero dejar esto entre paréntesis, por si encuentro algunos. Tomado de una biografía inconclusa de Hugo Lindo.

Narrativa y teatro

Título: Recuerdos Tamaño: 60 x 80 cm. Técnica: Acuarela Año: 1997

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Teatro:

El asesinato de Óscar Wilde

(fragmento de la obra de Ricardo Lindo) PARA UN SÓLO PERSONAJE.

Narrativa y teatro

ENTRA EL ACTOR CON UN BALDE Y UNA PALITA Y VA HURGANDO EN EL SUELO.

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los desempolva y acicala... Es como una sesión de espiritismo. Por eso se apagan las luces del teatro.

Vamos, Rodrigo. Sonó ya la tercera llamada. Debo asistir a un juicio que sucedió hace mucho tiempo en la Inglaterra victoriana. Debo represenPor aquí lo enterraron... (SACA UNA CALAVE- tar a Óscar Wilde. RA Y LA OBSERVA) No, no eres Óscar... tampoSALE Y REGRESA AJUSTÁNDOSE EL SACO co eres Hamlet. ¡Rodrigo! Sí, eres tú... Ay, Rodrigo, DE WILDE Y PONIÉNDOSE LA CORBATA. por qué tuviste que terminar de tan mala manera. Te hubieras tragado tu orgullo y tus insultos, te hubieras ido con el alma más limpia. De qué (….) te sirvió… Mira en qué termina todo... y lo ves, cuando moriste sólo nosotros dos estuvimos a tu lado... Pero bueno, dejemos esto. Es teatro, ¿saActor: Distinguidísimo señor juez de su majesbes? Como dijo Óscar: Quizás la vida también sea tuosa majestad británica; honorables miembros sólo un teatro, un teatro donde nunca sabemos bien del jurado: Han oído ustedes las acusaciones del representar nuestros papeles. fiscal, visto las pruebas en mi contra, escuchado a Ya terminó tu papel. Y lo ves, pese a tu fanfa- testigos empeñados en mi ruina, y bajo cuyas parronería igual te comieron los gusanos. Y no fuiste labras se desliza la astuta serpiente de la envidia. grande como Óscar. Y nadie te recordará como a Pues bien, emprenderé yo mismo la tarea de mi Hamlet, cuando nos hallamos ido los pocos que innecesaria defensa. Innecesaria porque leo en sus a pesar de todo te quisimos. Pero bueno, para mí ojos ya escrita mi condena, e innecesaria porque nunca dejaste de ser aquel niño encantador que me sé culpable del peor de los pecados: la ligereza. hablaba todo arrevesado... Pero soy un actor, y He entregado a lo fútil la abundancia de mi vida, algo tiene la actuación de magia negra, pues re- que debió dedicarse por entero al arte haciendo a vive a los muertos, los extrae de sus sarcófagos, un lado el despilfarro mundanal. Pero es vano decir


que me arrepiento. No deploro ni un sólo instante de los que he dedicado al placer. Lo hice plenamente, como debemos hacer todo cuanto hacemos. No hubo placer que yo no experimentara. Eché la perla de mi alma en una copa de vino; descendí por el sendero de margaritas al son de la armoniosa música de las flautas; viví de panales de miel. Continuar la misma vida hubiera sido un error, pero abandonarla habría sido una limitación.

ejercen sobre mí su mirada como un escupitajo, y sueño que yo existo. Sueño... Quizá soñé que fui un escritor famoso y feliz por cuyas manos circulaban adolescentes encantadores... y sueño, sueño con un día en que no sea culpable el ser libre, y en que no sea culpable, al fin, amar.

Algunos de ustedes recordarán una de mis fábulas: Un escultor crea en bronce la imagen del Dolor, que dura para siempre. Pasa el tiempo, y el escultor desea hacer la imagen del Placer, que dura sólo un instante. Pero se ha acabado el bronce, todo el bronce del mundo. El escultor funde la estatua del Dolor, y con el bronce de la estatua del Dolor, que dura para siempre, crea la estatua del Placer, que sólo dura un instante.

He venido a hablarles del amor que se niega a decir su nombre. El amor que no se atreve a decir su nombre en este siglo es el de un hombre maduro por un hombre joven, como el que unió a David y a Jonathan, como el que inspiró la filosofía de Platón, como el que se encuentra en los sonetos de Shakespeare y Miguel Ángel, como el que colma mis propias cartas... Nada hay en el contrario a la naturaleza. Es la más hermosa, la más fina, la más noble forma de afecto. (BUSCANDO SUS PALABRAS Y TROPEY ahora, qué decirles. La otra mitad del jardín ZANDO) Es intelectual y existe repetidamente entre tendrá también secretos para mí. El jardín del dolos hombres maduros y los jóvenes... Es intelectual... lor tiene muros de piedra y suelo de piedra. Es el (CARRASPEANDO) Perdón. calabozo que ustedes me han preparado, y dentro del cual se ocultan horrores que aún desconozco. SACA UNA CARTA DEL BOLSILLO. Te escribí una carta que nunca envié. Tú, hundido entre las sombras, sabrás que es para ti. MIENTRAS LEE VA DISMINUYENDO LA LUZ. Yavy, cuando recibas esta carta ya no te será posible responderla. No te culpo por no haberme amado, pues eso no se puede ni se debe fingir. Te amé, y toqué el cielo al acariciar tu cuerpo delicado que cedía a mi deseo por indolencia, casi por cortesía, sin comprometer sentimientos.

Pero supe cuánta es tu capacidad de lástima al verte cuidando de Rodrigo, y cómo la supiste oculPero no... Sueño, sueño ahora. Sueño que uste- tar para no herirlo más. Ni siquiera te alteraste des existen, bien educados, calmos, ustedes que cuando en sus últimos momentos te soltó aquella

Narrativa y teatro

Estoy, por tanto, condenado. Se preguntarán entonces por qué asumo mi defensa, por qué me empecino en hacerles perder su valioso tiempo en vez de aceptar que mis huesos vayan a dar directamente a la cárcel. La respuesta es sencilla: quizás alguno de ustedes regrese a su casa cavilando después de ver, por un rato al menos, la vida a través de mis ojos, la vida a través de mis palabras. Pero no. Los más irán a comer una buena cena que los hará eructar, y harán chistecitos obscenos de los cuales tendré el dudoso honor de ser el personaje principal. Después roncarán sobre almohadones de plumas, mientras las ratas corretean sobre la tabla que me servirá de colchón, y yo me sentiré mejor que así, protegido por el silencio y la soledad. No tendré ya que soportar sus miradas condenatorias, ni sus burlas imbéciles, ni su fingida lástima, ni su fingido cariño, esa hipocresía más hiriente que el insulto, y si las ratas me lo permiten, podré soñar con bellos adolescentes en una luminosa playa.

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Título: Los jardines de la inquisición Tamaño: 80 x 60 cm. Técnica: Acuarela Año: 1999

andanada de insultos. Al contrario, bajaste solícito sus párpados. Creo que llegaste a amarlo, y una vez que él murió no tenías razones para permanecer a mi lado. Pude dejar el país, pero mientras viviera en San Salvador todavía tenía la posibilidad de encontrarte por la calle, de verte al menos.

Si esta noche, aunque culpable, llego a Su presencia, llevaré como escudo el hecho de haberte amado. TIRA LA CARTA AL SUELO. PAUSA.

Narrativa y teatro

Señoras, señores: todo hombre mata lo que ama. Viví los meses que siguieron, los siglos que siQuizá no me he amado lo bastante a mí mismo guieron, aferrándome a la idea de que quizá volviecomo para darme muerte, pero quiero encender ras. Ya es demasiado tarde. una vela en nombre de aquel amor que invocaba No eres la única razón de mi partida. Me era el gran Wilde y en nombre de una inmensa rabia muy duro soportar, me es muy duro soportar, esas de la que probablemente también ustedes deban continuas burletas que se abaten sobre el gay de sentirse responsables. continuo, ese tratamiento hosco y despectivo de quienes se creen superiores a ti por ser heterosexuales o fingen serlo, esa burleta que los propios ENCIENDE UNA VELADORA Y LA DEPOSIgays ejercen los unos sobre los otros señalando TA EN EL SUELO MIENTRAS RECITA: con el dedo para dejar patente tu condición ante desconocidos, o ante gentes que antes te trataban con respeto. Todo hombre mata lo que ama,

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Al conocerte soñé que podríamos vivir arrojándole a ese pequeño mundo nuestra felicidad a la cara. No fue posible mi sueño. Quizá lo sea en el futuro, para otros.

Unos con una palabra,

Cuando encuentro un sobre al llegar a mi apartamento me abalanzo pensando que pudiera contener unas letras tuyas. Es otro recibo que no puedo pagar, es el aviso de que me cortarán la luz o una oferta de hamburguesas al dos por uno.

Los valientes con una espada.

Otros con una lisonja, Los cobardes con un beso, Pero todo hombre mata lo que ama.

Les ruego que se marchen en absoluto silencio, Pensé enmascarar mi suicidio contagiándome de sin ningún aplauso. SIDA, pero me lo impedía tu rostro grave y dulce TOMA LA CALAVERA. grabado al fondo de mi pecho. Vamos Rodrigo. Rodeado por las deudas, por el escarnio y la amargura, pienso que puedo dar fin a mi vida sin que el SALE EL ACTOR ARRASTRANDO EL TRENCreador me juzgue con demasiada severidad. CITO, Y NO VUELVE A ENTRAR A ESCENA. FIN


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Narrativa y teatro



Unos cuentos

Ricardo Roque Baldovinos

Ricardo Lindo

C

ruel es nuestra sociedad con los espíritus sensibles, trituradora de sueños, enemiga de vocaciones. Pero Ricardo Lindo encontró desde temprano el refugio de los libros, y de ese cohabitar con la palabra libre construyó su propio mundo, un mundo donde la imaginación, el amor, la solidaridad pueden sentirse sin tener que pagar tributo a los ciegos poderes. Es universo creado a partir de una materia prima de citas y referencias eruditas. Pero no es mero escapismo; encuentra inspiración en la preocupación por una realidad que duele, a la que siempre nos regresa dotados con las armas de la inspiración. Esta colección de relatos de distinta extensión y de diverso formato es una muestra del mundo que Ricardo Lindo cultivó laboriosamente. Se revelan allí sus pasiones: la historia del país, verdadera o inventada; sus raíces judías; las diversas tradiciones literarias que amó. Allí se mueve con destreza y entreteje estos hilos de manera inesperada y hasta irreverente. La pasión por la historia del país, por la memoria del linaje familiar, no le hace temer el anacronismo. Así ocurre en “Palaciegos escándalos”, donde una imaginada correspondencia entre un alcalde mayor de Sonsonate y William Shakespeare nos transporta a un mundo donde pasado y presente se confunden. Algo similar ocurre en la serie de cuentos más breves que viene al final, donde un antepasado judío se da cita con los inmortales de Borges o diversas his-

torias inspiradas en distintos sucesos o personajes de la historia como los Reyes Católicos, el arzobispo Cortés y Larraz, el papa Pío VII. Estas amplias licencias poéticas que el autor reclama delatan una pasión por la historia que no es mera nostalgia, sino que aprovecha plenamente el poder del pasado para iluminar el opaco presente. Con la misma facilidad que transita del pasado al presente, se mueve entre la realidad y la fantasía. Escenarios del mundo bohemio de nuestra ciudad con personajes y paisajes que recuerdan los universos soñados por Salarrué en O-Yarkandal se entremezclan en El príncipe de la Atlántida. En esta novela corta donde marco y ficción se combinan para encarnar en un joven bohemio al príncipe Omar, personaje ideado para un cuento fantástico. Así, en una dimensión subterránea paralela a la prosa de la vida de nuestra sociedad, se afirma una libertad que, si bien elusiva, es imaginable, deseable, posible.

Crítica

de

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Algunos apuntes sobre El asesinato

de Óscar Wilde de Ricardo Lindo

Si se evitaba vivirlas públicamente, la sociedad victoriana no condenaba ni el adulterio ni la homosexualidad. Esta hipocresía indignaba a algunos. Además, los Queensberry eran de la nobleza inglesa, y Wilde era irlandés y defensor de la independencia de Irlanda.

Roberto Salomón y Alejandro Córdova

La condena fue por “Gross indecency”, o sea: ultraje a la moral. Todo hombre mata lo que ama. Óscar Wilde.

I

Lo que hace Ricardo Lindo no es un homenaje, es más bien, un espejo para reflejar el dolor de ser sí mismo. Escribió una obra de teatro para un solo personaje inspirada en el suceso altamente teatral de 1895. A nivel técnico, el texto es una propuesta atrevida, porque el discurso del personaje va mutando gracias a elementos que el actor obtiene del público. El principal desafío de la pieza es la debilidad en el desarrollo de las situaciones.

nspirado por Óscar Wilde, figura fundamental de la poesía contemporánea, Ricardo Lindo escribió esta obra para que fuera montada e interpretada por Francisco Borja. La puesta en escena incorporó a espectadores en el escenario, ya que era el deseo de los productores que el público hiciera el papel del jurado. La obra expone En este texto, Ricardo desemboca toda la pasión los ataques al autor y éste se defiende y define su que siente por la vida y obra del poeta inglés. Una posición. pasión que sólo puede surgir de la empatía, de ese Muchos ignoran el hecho de que los juicios de tipo de vínculo entre un alma con otra que ofrece Óscar Wilde fueron tres: en el primero, al autor lo la literatura. Eso es honesto y la gran literatura está demandó el marqués de Queensberry, padre de llena de honestidad. “Bosey” el joven amante de Wilde. La pieza El asesinato de Óscar Wilde fue uno de

los varios esfuerzos de Ricardo Lindo por acercarse al teatro. Lindo fue un autor prolijo, con una gran destreza en todos los géneros literarios. Su casa, la poesía, a veces no era suficiente. En este texto, Lindo quiso hablar de la hipocresía de la sociedad moderna que se escandaliza por un homEl veredicto fue durísimo: dos años de trabajos bre que ama a hombres. Así, mediante un sentido forzados. Wilde salió de la cárcel de Reading, un monólogo de un personaje que es a veces el escrihombre vencido; él, que había sido el celebrado au- tor, a veces un testigo, a veces un actor, Ricardo tor más brillante de su época, murió poco después. expresa lo parecido que es su dolor al dolor de Ante los ojos de la moral del siglo XIX, el crimen Óscar Wilde. de Óscar Wilde fue el de no esconderse.

Crítica

El marqués lo perdió. En el segundo juicio, el jurado no logró un veredicto. El tercero, que arruinó la vida del poeta, fue provocado por él mismo. Todos sus amigos le habían rogado de no embarcarse en un tercer juicio que le traería la ruina.

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Ricardo Lindo pintor

Astrid

Bahamond

L

as técnicas bidimensionales fue otra de las virtudes que nuestro amigo dejó plasmado en una serie de innumerables obras: acuarelas, óleos, acrílicos, tintas chinas… con temas principalmente alegóricos a toda su cosmovisión e imaginario mundo; maravillosas ciudades y arquitectura historicista, entre las más reiterantes. Cabe mencionar las obras alegóricas como: “Patria”, “Laboratorio” “La virgen de la chucherías abandonadas”, “El monstruo alado”. Obras urbanas: "Ciudad episcopal”, “El reloj de la plaza vieja”, “Ciudad” y obras historicistas: “Azotea”, “Los jardines del imperio”, “La caída del imperio”, entre otras.

ño”, “Recuerdos”, “Era un castillo a ningún otro parecido”, “Oh, cuán interesante es la vida de la naturaleza, dijo el filósofo” cuanto más abstracta, es más general y abarcadora su poética visual. En la abstracción realiza una simplificación tendente a un significado más intenso y destilado, como lo notaremos en la mayoría de las acuarelas. La información visual puede también tener una forma definible, bien sea mediante un significado adscrito en forma texturizada de símbolos, bien mediante la experiencia compartida del entorno que lo envolvía o de su vida misma.

En cuanto más representacional sea la información visual que nos brinda Lindo, más específica es su referencia a la simbología, por ejemplo: “Sue-

Crítica

Reticencia, simetría, equilibrio, unidad, profusión, espontaneidad, sutileza, sencillez, plano, redondez, secuencialidad, coherencia y economía son las características formales de su obra plástica, elementos estéticos que describen el carácter apacible de Ricardo Lindo. Sin embargo, en otras obras son evidentes rasgos antagónicos a su personalidad, donde sobresalen la inestabilidad, la fragmentación, la yuxtaposición, el “art-brut”, que Los formatos son de mediana dimensión, cada no dejan de develar el lado irreverente del pintor. imagen representada flota sobre un fondo límpi- El alfabeto plástico describe con transparencia el do y blanco sobre papel, los óleos y acrílicos en alma y temperamento del poeta. cambio los distribuye encuadrados sobre lienzos La expresión visual de Ricardo Lindo es el prosin margen. ducto de una inteligencia e intensa sutileza -de la La síntesis de su estética se concentró en la re- que sabemos poco- aun cuando lo que uno ve es ducción de todo lo que vemos o distinguimos con una parte fundamental de lo que uno sabe de su nuestros ojos a los elementos visuales básicos, los filosofía, y su alfabetidad visual puede ayudarnos cuales constituyen también un proceso de abstrac- a ver lo que el autor ve y piensa, y a nosotros nos ción que, de hecho, tiene mucha más importancia aproxima a saber lo que él sabía, lo que él sentía, para su comprensión y la estructuración de sus sobre el arte y la vida. mensajes. La abstracción requiere una simplicidad última: la reducción del detalle visual al mínimo irreductible: “Laúd”, “Ajedrez”, “La hoja seca”, “La muerte” y otros.

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Crítica


Título: El cambio de los tiempos Tamaño: 60 x 80 cm. Técnica: Acuarela Año: 1996

Título: El monstruo alado Tamaño: 60 x 80 cm. Técnica: Acuarela Año: S/F

Crítica

Página izquierda Título: La virgen del jardín de los cachivaches Tamaño: 80 x 60 cm. Técnica: Acuarela Año: 1995

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Crítica

Título: Azotea Tamaño: 60 x 80 cm. Técnica: Acuarela Año: 1998

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Título: Isla Tamaño: 60 x 80 cm. Técnica: Acuarela Año: 2001

Página derecha Título: El sol de Franz Kafka Tamaño: 60 x 80 cm. Técnica: Acuarela Año: 2001


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Crítica


Crítica

Título: El reloj de la plaza vieja Tamaño: 30 x 40 cm. Técnica: Óleo Año: S/F

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Título: S/N Tamaño: 30 x 40 cm. Técnica: Óleo Año: S/F

Página derecha Título: Zoo Tamaño: 80 x 60 cm. Técnica: Acuarela Año: 1996



Impresiones sobre la muerte de Ricardo Lindo


Comentario sobre el libro Bello amigo, atardece… Rafael Menjívar Ochoa

D

e Ricardo Lindo conocía pocos poemas, algunos publicados aquí y allá, otros escuchados en recitales, y algunos hasta ahora inéditos, grabados con la ayuda de Carlos Clará para el proyecto Sólo la voz de La Casa del Escritor.

La misma noche en que nos dio el poemario -el "nos" no es mayestático; también se lo trajo a Krisma- nos pusimos a leerlo con interés, porque la poesía de Ricardo Lindo siempre nos había intrigado. Lo que encontramos fue a un poeta sólido, quizá de lo más interesante de su camada. Hubo partes que me gustaron más que otras, como sucede en toda selección de cosas disímiles, pero en ningún momento quedé defraudado.

Es significativo porque una colección hay que comenzarla -o eso se supondría- con un título o un autor de peso, que marque una pauta a seguir para el futuro de la colección. Y, sí, como en otras ocasiones, Clará ha dado en el clavo; es ya un editor con colmillos, y ha madurado después de su paso por la Dirección de Publicaciones e Impresos. (Me contó de algunos de sus planes para las próximas semanas, de las que hablaré en su momento. Audaz, francamente).

Remembranzas

El libro está dividido en siete apartados; intuyo que cada uno es un poemario o una unidad independiente. En lo personal disfruté más los textos de "Estampas de un reino", "Leve" y "Bello amigo, De algo no me cabe duda: Ricardo es un poeta atardece..."; habrá quien prefiera otros, pero ése de corazón y entraña. Basta verlo y escucharlo en es el encanto de recopilaciones de este tipo: uno los recitales para saberlo: mientras lee sus textos tiene enfrente un panorama amplio y puede escoen voz alta, los sufre, los disfruta, los vive. Es algo ger, algo que con Ricardo ha sido difícil por lo poco que nunca ha dejado de darme envidia: la inten- que ha publicado en poesía y lo lejos que están en sidad con la que enfrenta sus propios textos, que el tiempo sus publicaciones. habla de una gran honestidad, de una vocación inEn suma, si alguien busca algo de buena poesía dudable. salvadoreña, la puede encontrar en este libro. Hace un par de días, Clará vino a cenar a casa junto con otros amigos y nos trajo el libro Bello amigo, atardece..., publicado por su sello Índole Artículo cortesía de la escritora Krisma Mancía, también disponible en: http://rmenjivar.blogspot.com/2010/05/bello-amiEditores, una larga e importante recopilación de go-atardece.html textos poéticos de Ricardo Lindo. (Hablar de su narrativa y de su teatro es asunto aparte.) Es el número 1 de la colección de poesía, lo que no deja de ser significativo para una editorial pequeña e independiente.

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Adiós a Ricardo Lindo, último señor de los mares1

Elena

Salamanca

I

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paz, con sus chancletas características. Él fue el único capaz de mirar cómo los poetas morían y Murió el artista Ricardo Lindo. Cuando este texcómo los niños se iban convirtiendo en poetas. Él, to sea publicado, sus cenizas serán esparcidas en que escribió la reencarnación de Kant en un niño el mar. Está claro que se va entre la espuma como de papel al otro lado de la muerte en su cuento escribió en su novela Tierra (1996): “Dios es ma“El ojo de la cerradura”, era ese niño de papel que jestuoso y sereno como el mar, y nosotros somos contenía el alma de un filósofo. Pero no lo recordacomo la pasajera espuma de la playa”. ba. En el cuento, un personaje explica: *** Kant ha reencarnado en niño al otro lado de la muerte. Le rodea una familia que procura manteEn El Salvador, sólo hay tres árboles llamados nerlo en su estadio intelectual. Y solo cuando lo bola de cañón. Fueron introducidos al paisaje natusupere podrá continuar su evolución (En El arca, ral cerca de 1950. Uno está fuera del Jardín Botáp. 27) nico, otro en la plaza central de Antiguo Cuscatlán y otro en la casa de una familia de diplomáticos. III Debajo de este último árbol estaba la casita de Ricardo Lindo. Bajo esas flores hermosas, me recibió El lenguaje de las aguas algunas veces. Como ese árbol, en su unicidad y Ricardo Lindo fue un hombre que estuvo en totimidez vivía Ricardo Lindo. dos los tiempos: “Es más largo el tiempo del mar”, *** escribió en Tierra (p. 14). Conoció infinitas lenguas, no con el aburrido poliglotismo de las globalizaII ciones, sino en el sentido de la comprensión del lenguaje. Su literatura estuvo siempre colmada de Ricky mar, su lenguaje era el de las aguas, el de los peRicardo Lindo fue para mí Ricky, Ricky, the cute. ces. Esos peces, por ser tan suyos, volaban, y otras En mi cabeza operaba una dialógica: en público lo veces perdían incluso el nombre, en una relación convertía en don Ricardo y lo trataba de usted, antigua con lo que se nombra: como a un rey, una autoridad; dentro de mí, cuanPienso en los peces en las profundidades. do lo pensaba, lo llamaba Ricky y hasta lo tuteaba.

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Tiene un poco de sentido llamarlo Ricky y apelar con ello a su naturaleza de niño encanecido. No lo pienso solo yo, en sus despedidas el director de teatro Roberto Salomón y el poeta Mario Noel Rodríguez lo han llamado niño eterno. Salomón lo describe así: niño tierno, herido, combativo y, sobre todo, talentoso.

Pienso que están vestidos de muy tristes escamas

Niño furtivo, niño fugitivo. Pudo presenciar la barbaridad de la guerra y cruzó el camino de la

Bello amigo, atardece... (p. 95)

1 Me despido con un título prestado de una exposición de Salarrué, curada por Lindo en 2005: El último señor de los mares. Con Salvador Salazar Arrué (Salarrué), compartió universo y por eso me parece que él, Ricardo Lindo, es el verdadero último señor de esas aguas.

y se mecen como sonámbulos en la oscuridad. Usan lenguajes extraños como los de los sueños y no tienen, entre ellos, nombres.

Título: Pueblo de los demonios Tamaño: 80 x 60 cm. Técnica: Acuarela Año: 1996


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Título: Ciudad Tamaño: 80 x 60 cm. Técnica: Acuarela Año: 1996

Cuando leí ese poema, explotaron fuegos artificiales en mi cabeza. La historia y la ciencia -la del mundo antiguo, tal vez- estaban juntas en su poesía. El poema respondía preguntas de los hombres de hace siglos, como recogió Umberto Eco en La búsqueda de la lengua perfecta: La Biblia dice que Dios condujo ante Adán a todos los animales de la tierra y todos los pájaros del cielo, pero no menciona los peces (y según la lógica y la biología no habría sido empresa fácil transportarlos a todos desde las profundidades de los abismos hasta el Jardín del Edén). ¿Puso Adán nombre a los peces? (p. 25) En su libro Lo que dice el río Lempa presentó la metáfora del pez ciego: Hace millones de años, un pez navegaba entre las dos islas más grandes del planeta. Ante los ojos asombrados del pequeño pez antediluviano, surge un extraordinario resplandor en el interior de las aguas, y el pez queda ciego. Nuestro amigo será, en adelante, un poeta ciego, pues nadie puede acercarse a semejante resplandor sin perder la vista, y sin quedar, para siempre, iluminado por dentro. Lo que el antiguo pez había visto era el estallido de los volcanes de la cadena del Pacífico, que se levantaron sobre la faz de las aguas creando un puente entre América del Norte y América del Sur. Había nacido Centroamérica. (p. 7)

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La introducción del libro es la suma de sus pasiones más grandes: la poesía y la historia. Por eso la metáfora del pez es lo que encarna -escamas incluidas- su obra.

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IV

Los ojos se le ven desorbitados, tiene la boca abierta y además las alas desplegadas. Pues este aspecto deberá tener el ángel de la historia. Él ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de datos, él ve una única catástrofe que amontona incansablemente ruina tras ruina y se las va arrojando a los pies. Sobre el concepto… (p. 310) Cada vez más, el ángel de la historia me parece un lugar común para hablar de Historia en El Salvador, pero en el caso de Lindo es contundente. Como escritor -como vidente- comprendió la escritura literaria desde el sentido de la historia. En su novela Tierra, lo demuestra, una novela que ha sido interpretada como una “nueva crónica de Indias” por Carlos Fallas,2 discusión que no tendré ahora. Lo que me interesa es que en Tierra, como en otros textos de Lo que dice el río Lempa, Lindo apela al relato -casi a una fábula- para contar la historia de un país. De una nación. Ese tema lo siguió -y quizá atormentó- por años, y por eso está presente en varias de sus escrituras: desde lo ensayos de La pintura en El Salvador (1986) hasta varias narraciones y obras de teatro. El inicio de Tierra es un encuentro: un escribano de algún tiempo pasado o presente frente a unas voces, unas presencias, “brujos, sacerdotes”, que dictan al hombre del futuro: Tu país se desangra. Háblanos de la guerra para que las gentes sepan que es malo matar. Hablarás de una guerra del pasado, que a cualquiera otra es igual. Señala al impío que se alejó para que el impío que viene se reconozca en su monstruoso y verdadero espejo... (p. 14) En la encorsetada Academia salvadoreña, los trabajos de Ricardo Lindo no tenían la misma recep-

El ángel de la historia Ricardo Lindo fue el ángel de la historia, ese que Walter Benjamin situó entre pasado y futuro:

2 El artículo “La novela Tierra de Ricardo Lindo, una nueva Crónica de Indias” puede ser consultado en este enlace de la revista Istmo: http:// istmo.denison.edu/n09/articulos/tierra.html


V Lo político

ta El Tope. El inicio es candoroso, la metáfora del pez ciego que presencia el nacimiento de Centroamérica abre camino a una ceguera peor: la guerra. En ella, el asesinato de monseñor Óscar Romero, la desaparición forzosa de sus amigos artistas y el asesinato a machetazos del periodista y poeta Jaime Suárez. Obsesionado por contar la historia de un país (“Tierra que he amado como ninguna”, p. 93), Lindo apuntó hacia una narrativa que tejió después en otro relato nacional. Rompió la narración de héroes y vencedores para mirar, como señaló León Portilla, a los vencidos. En su escritura caminaron los grandes señores por San Salvador, pero se ensuciaron sus vestidos o anduvieron, como Justo Armas, descalzos. La belleza de la raíz originaria, la crueldad de la conquista, la fundación de una nación y con esa fundación el nacimiento de la locura, hasta llegar a esa inmensa grieta de tiempo que es la guerra. Inmensa grieta creo yo porque nos mantiene derrumbados en su interior, suspendidos en ella 25 años después de la paz.

El sentido de la historia en Lindo está atraveDurante mucho tiempo, Lindo fue señalado sado por el sentido de lo político. Su libro más contundente, para mí, es Lo que dice el río Lempa. como poco comprometido porque en países donUna valiente publicación aún durante la guerra, en de la discusión política es mínima, visceral y par1990, apenas meses después de la Ofensiva Has- tidaria no es posible mirar más allá del filtro de

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ción que la de los llamados académicos, muchos de los cuales ni siquiera eran historiadores. Un temor a la imaginación hacía que a muchos descolocara la escritura de Lindo: nunca se casó con un género, nunca trabajó para enquistarse en el canon. Mi lectura de su trabajo es precisamente transgénero: lo que primaba era la escritura, la expresión de la historia en la escritura, no el modelo de escritura, la casilla del género. Por eso, en sus novelas encontramos un poema como un gran capítulo, una prosa en un poemario, una interpretación poética de la historia en un ensayo. Él no era para los límites -como dice sobre el lenguaje Wittgenstein-, en su escritura no había una búsqueda encaprichada de la sincronía, sino un compromiso de creación, una lengua que cantaba otras lenguas de seres nacidos y por nacer.

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la doctrina o la ideología, o ambas. Quien juzgue El libro fue tan contundente que, años después, a Lindo con esa ceguera de pez es quien no ha en una marcha del Orgullo Gay en San Salvador, leído ese libro. Un bravo testimonio de la guerra, mis amigos y yo desfilamos con una pancarta con del dolor de todos días, un texto escrito desde el un poema de Injurias. exilio interior: Ricardo Lindo fue una de las figuras más imporHan transcurrido ocho años de guerra. tantes de la posguerra, esa gran ilusión de la que Geovani Galeas escribió en La espuma de los sueHe detestado las armas desde siempre. Creo en ños. Estuvo en todos los lugares que se fundaron el bien común, en la necesidad de compartir los en esa esperanza: la revista Tendencias, de Breni bienes de la tierra, y si tuviera fuerzas cantaría, Cuenca y Roberto Turcios; el bar La Luna de Beacomo Virgilio, a la santidad del arado. triz Alcaine; Suchitoto, esa ciudad que renacía de la Creo en el perdón de los pecados. Acaso un es- guerra, junto al entusiasta Miguel Huezo Soundy. píritu bienhechor se compadezca del mar teñido Quisiera que las nuevas generaciones conocieran en sangre, de la belleza de las rocas vestidas del el sentido de la historia y de lo político de Ricardo verdor del invierno, de los soldados y guerrilleLindo sin los partidos políticos que han manoseado ros, campesinos todos, de las madres que los tanto la palabra compromiso. No hay compromiso dieron a luz. más grande que intentar conocer y explicar el país Acaso se compadezca de nosotros, y establezca en el que se nace y en el que desde hace sesenta los dones de la paz en los corazones de nuestra años nos matamos con la peor locura del siglo, ese patria, pequeña, dulce y atormentada. (pp. 93-94) “dulce país pequeño, las raíces de tus árboles amamantan sangre” (p. 93), un país que lo hizo “perder Llegada la paz, los primeros años de la posgue- amigos”, como declaró en una entrevista.3 rra, Lindo fue víctima de un atentado homofóbico. VI Años después publicó Injurias (2004), poemario en el que declaró públicamente su homosexualidad: El padre, mi padre Iglesia y Estado, Occidente, condena e historia. Hace años, una tarde, recibí un correo de Ricky: “Elenita, ojalá Javier y tú puedan acompañarme en el Centro Español, van a darme un placa, creo que El gran Pablo de Tarso, dental”. Río todavía. Ay, Ricky. pese a su noble altura de filósofo y santo, Su premiación fue una noche increíble:4 la decaa veces lo olvidó. dencia de la posguerra estaba ahí, el lujo de menDando por voz de Dios los humanos prejuicios. tiras, la esperanza del porvenir roto, la elegancia echada a perder en el caluroso siglo XXI. No lleváA la mujer privó de sus derechos, bamos invitación ni cumplíamos el código de vestuario. La señora de la recepción nos vio apenada condenó el griego amor, y al fugitivo esclavo ordenó que volviese a las garras de su amo.

3 La entrevista de Arte y Fe Network puede ser consultada en esta dirección: https://www.youtube.com/watch?v=BtXabv7gWkM 4 Crónica disponible en: http://elfaro.net/es/201209/el_agora/9770/ Los-locos-de-la-cultura.htm


y me dijo: “¿Qué relación tienes con él?”. Yo vi de Regalé a Ricky mi libro Peces en la boca en 2011. reojo la primera fila, con unos letreros que decían Iba besado, con mi labial coral. Abrió el libro y vio “familia”. Y contesté: “Ricardo Lindo es mi padre”. el beso, se sonrojó. Hicimos una broma, reímos todos. Tiempo después, el artista Sandro Stivella La señora anotó: “Elena Salamanca Lindo, hija de me envió una fotografía: era Ricky leyendo Peces, Ricardo Lindo”. camino a Corinto, Morazán: “Date cuenta”, escriDespués de la premiación le dije: “Como no nos bió Sandro. Y me di cuenta. dejaban pasar, dije que usted es mi padre”. Su carSi Peces en la boca logra estar inserto en alguna cajada fue magnánima. tradición literaria o si tiene algunos libros con coPero fuera de bromas, yo me sentí emparentada rrespondencias sólo es posible a dos libros: Equiscon Ricardo Lindo. Y no porque yo quisiera perte- equis-equis e Historias prohibidas del Pulgarcito, amnecer a una estirpe literaria como la Lindo. No, yo bos leídos después de escritura de mi libro. Fue no quiero tener nada con Hugo ni su incursión en mejor así porque sólo así pude sorprenderme de el canon. Yo entendí que Ricardo tenía una estirpe las correspondencias, de la pertenencia, del sentido de la historia y la ironía y pude dejar de sentirúnica como su escritura. me entre las voces que intentan sentar canon en Un día, en la fila del supermercado, leía El arca de El Salvador. los olvidos, una recopilación de narrativa. Entonces, Es vanidoso decir que esos dos libros tan treen la sección dedicada a su libro Equis-equis-equis mendos son padres de uno mío. Pero lo digo porllegué a la página 35, “Naturaleza muerta”: que quiero decirlo, lo digo porque vengo de un Una botella verde muerta. Una manzana roja, fa- país en el que la literatura parece a medio andar, llecida el 7 de marzo de 1922. Una pera cuya dul- atascada en lodazales que imaginamos carreteras, ce sangre, aún fresca, mancha el mantel. Una lata porque para muchos la tradición no existe y ellos de conserva, sepulcro de diversos melocotones son principio y fin de un lenguaje, alfa y omega, descuartizados. Cuatro panes, todavía vivos, que porque muchos prefieren pensarse hijos de los sirven para equilibrar la composición. Encima de poetas malditos, de los españoles de la experiencia la botella muerta, el brazo incorrupto de Santa o incluso de Benedetti. Porque es vanidoso tamHécate de Alejandría. bién mirar hacia afuera sin haber intentado siquiera explorar hacia adentro. Y lloré. VII Las siete horas

Lloré porque la mano cortada de Santa Tecla de uno de mis poemas5 tenía una correspondencia con Hécate de Alejandría, el brazo incorrupto. Entonces lloré porque al fin en mi vida sabía, de alguna manera, qué era tener padre.

Supe de la muerte de Ricky en la única pupusería de ciudad de México -ya sabemos cómo me entusiasman esos nacionalismos-. Mientras mis amigas y yo saboreábamos el menú, comenzaron a caer varios mensajes en mi celular. Se atropellaban: Murió Ricardo Lindo, murió Ricardo, murió Ricky.

5 Video poema disponible en: https://www.facebook.com/elena.salamanca/videos/vb.604035754/10151335500505755/?type=3&theater

El primer mensaje de Sandro Stivella decía: “Hace siete horas, nuestro amigo Ricardo Lindo

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Lloré porque alguien comprendía ese universo que me cautivaba, la capacidad de romper la lógica de la historia.

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Título: Los fuegos votivos Tamaño: 60 x 80 cm. Técnica: Acuarela Año: 1996

nos dejó”. Qué hora era en San Salvador, qué hora era en ciudad de México, no quise mirar el reloj, no quise hacer cuentas, eso iba a llevarme a ese lugar en el que Ricky mutaba su estancia en el tiempo. Yo no quería estar ahí.

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En diáspora, la muerte de los seres queridos rompe cualquier escenografía posible. Me senté en una banca afuera de la pupusería y contesté, a veces llorando, a veces sin poder decir mucho. En sus mensajes, ellos también lloraban, quizá, porque sentían, como yo, que se estaban quedando huérfanos.

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VIII El último señor de los mares Gracias por tu vida, Ricky. Estás conmigo en México, esa ciudad que fue un inmenso lago. Estás con nosotros en El Salvador, por el paso raquítico del río Lempa.

Estás en el lago Cocibolca, en Nicaragua, donde Daniel Mordzinski hizo esa perfecta interpretación de tu lenguaje mientras reías en una lancha en tránLa banca estaba frente a una avenida principal, sito. los carros pasaban, rápidos, en esta ciudad en la Estás en el Sena, en el Tajo, en el puente Rialto, que casi siempre estoy sola. Lo terrible era res- en todas las aguas que conociste, en las islas aéreas pirar esa ciudad, lo terrible era ver esos coches, de Salarrué, pintadas sólo a través de desdobladetenerme a mirar la velocidad, lo terrible era mientos. la velocidad. Entonces pensé que era una ciudad Y estarás, de ahora en adelante, siempre en el apropiada para saber de Ricky. La ciudad de MéMar. xico tiene el mismo fundamento acuático de las ciudades de Ricardo Lindo: fue un inmenso lago, y En el Lento poema de los mares. cuando recupera esa memoria nos ahoga.


Yo quisiera escribir un poema del mar,

donde los pensamientos navegan como peces.

un lento, largo poema de los mares,

Yo recuerdo esa maravillosa noche de verano junto al mar de mi tierra,

de los que conozco y de los que me quedan por conocer, porque han estado más lejos de mis manos y mis pies,

donde hablaban los astros del cielo profundo del agua, mientras movían las palmeras sus cabelleras pensativas.

y del tiempo que me ha tocado vivir.

Yo recuerdo esa noche como un inagotable tesoro de los mares,

Yo quisiera escribir un poema del mar de mi tierra,

que no escondió pirata alguno en el agua,

y de todos los mares de todas las tierras,

sino Dios, en la infinita levedad de las fuertes olas.

del planeta que gira en la pecera de cristal del espacio,

Cada gota palpitaba de lentos planetas desnudos,

pez redondo rodeado de sí mismo hasta el aire, navegando en el lento mar del espacio. Yo recuerdo una noche, y estoy tan lejos de mí mismo que aún me queda una noche.

que harían las costas de la soledad, ricos de sí mismos y conscientes, doblemente altos por nacer de lo profundo, instalando con fuerza y continencia su poderío sobre las olas del mar de la noche.

Yo recuerdo una noche hecha del tejido de sí misma hasta el aire,

Tengo en las manos lluvias

donde el mar resplandece de plancton como habitado

y recuerdo otros mares otras olas otros árboles,

y una nube de lluvia,

por astros innumerables y diminutos,

las graves costas grises y frías

suspendidos sobre la superficie de las aguas

donde naufragan olas grises

en el horizonte del aire.

bajo el chillido de los pájaros,

Cada gota está habitada por un pequeño dios luminoso,

que habitan en islotes de piedras,

o por muchos millones de dioses luminosos.

Y recuerdo una tarde

Levanto cien en mi mano,

que me duele en lo más hondo del duro corazón,

y me siento vecino de las estrellas

y que recuerdas tú, Christine,

bajo la inmensa luna de verano,

y que recordaría aún Patrick, si viviera.

y para el viento.

En las costas de Francia,

Es el viento del trópico de la noche,

entramos a un acuario que el guardián ha abandonado,

donde apenas crece la hierba.

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de todos los mares del mundo,

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olvidando cerrar la puerta y apagar las luces en el fondo de ti, de las peceras, Gran mar azul, que brillan en la penumbra. recogido en tus aguas como se recogen los monjes Nosotros circulamos en la penumbra acuática en silencio y en la soledad. entre peces que vienen de todos los mares Yo he amado tu infinita grandeza, mar del mundo, que entre todo lo que habita la tierra y estamos solos en su augusta presencia. Un dorado pez mandarín que viene de la China

es lo que más se parece a la eternidad.

hace ondular su larga y delgada cola transparente,

Dicen que el mar es una forma de los cielos.

mientras la anguila eléctrica descansa como una pila acuática,

Creo también que es una forma de los sueños, y, pues venimos de él,

y cada pez es una fórmula de plata y jade y azafrán también a él debemos volver, y oro rubio y azul cobalto, como se vuelve a Siempre en la penumbra de una tarde de un cuarto de una

cuando se han apagado los relojes.

ciudad que ya no recuerdo,

Es muy tarde.

junto al mar mediterráneo.

Estoy lejos de las olas,

Vuelta, mar de los sueños.

la noche me recoge,

Yo te veo instalando dunas de arena gris

y en la mente navegan los mares que he vivido,

donde crecen pequeñas plantas espinosas,

mientras navegan peces con nombres en latín

muy al Norte y muy al Sur del planeta,

en mares tan lejanos como el olvido.

ahí donde hace frío.

Vuela en la noche negra una estrella que cae al agua

Y yo te veo, mar gris donde navega la memoria

y desea aprender de nuevo a ser un pez,

de innumerables navegantes,

y el mar, que late hondo,

que se olvidaron de ti porque ya yacen en el la acepta como un pan caído de la luna. fondo de ti,

Remembranzas

con sus cráneos habitados por líquenes por cabellera,

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mientras circulan peces diminutos por las cuencas vacías de sus ojos. Yo muchas veces quise ser uno de ellos, y estar ya para siempre olvidado de mí mismo y el aire

(Del libro El señor de la casa del tiempo, Serviprensa, Guatemala, 1988).


Ricardo Lindo en el alba de los milenios

Título: Las sombras del Imperio Tamaño: 60 x 80 cm. Técnica: Acuarela Año: 1994

R

Ricardo Lindo murió la mañana del domingo 23 de octubre, recién pasado a los 69 años. Su salud se había deteriorado por varios padecimientos simultáneos desde inicios de 2015, y así, con la vida a cuestas acudió puntual y contento a las citas con el oficio y asistió con la buena disposición de siempre,

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Élmer L. Menjívar

icardo Lindo fue el humanista salvadoreño ejemplar de los siglos en que vivió, de actitud y espíritu, y también de obras y omisiones. Poeta, cuentista, novelista, dramaturgo, ensayista, crítico de arte, pintor, investigador antropológico, aficionado de la arqueología estelar, erudito en botánica, historia antigua, historia de todo, teologías diversas, inquieto observador de las ciencias, lector de todo, de todos, y declamador de memoria, fue el conversador inagotable, la palabra siempre dispuesta, el optimismo compartido, el maestro vestido de discípulo, el estoico, el creyente, el que salió del closet enfurecido con las injurias, el hijo del canon literario salvadoreño, el sobreviviente del manicomio, el pródigo, el repatriado, el solidario, el solitario que siempre nos acompañó, el embriagado vitalista, el amigo, el sonriente empedernido.

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Título: El embarcadero Tamaño: 60 x 80 cm. Técnica: Acuarela Año: 1995

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con ánimo honesto y dispuesto para tocar a su público, a provocar risas y sonrisas, a detonar profundas reflexiones, a demostrar entereza, a plantarse humilde y cosechar respeto. Así se presentó en el evento Escritores 4x4, convocado por el Colectivo Normal y la Alianza Francesa este 16 de junio para conversar con cuatro escritores homosexuales de cuatro generaciones distintas que han desarrollado su obra “fuera del closet”. Ahí fue breve pero contundente al recordar y responder preguntas sobre cómo fue su juventud siendo un hombre homosexual dedicado a la literatura, "Crecí en colegios católicos, me autocastigaba a mí mismo después de masturbarme", dijo y habló también de la tensa relación con su padre y su entorno, del manicomio en Costa Rica donde lo internaron por un mes, de su decisión de manifestarse indignado contra la homofobia cuando publicó su libro Injurias en 2004. También habló del perdón, de su fe en un Dios que creó una sexualidad más diversa de lo que las iglesias dicen, y remató con la mirada apuntando hacia adelante: “he bloqueado ya cosas de mis recuerdos porque han perdido relevancia" y remató con la Piaf, “Non, rien de rien, non, je ne regrette rien. Ni le bien qu'on m'a fait, ni le mal. Tout ca m'est bien egal”. Un mes después, en julio, la Secretaría de Cultura de la Presidencia lo nombró Artista del Mes, y en agosto, la Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI) publicó una reedición de Jardines, un libro de poesía que desde 1983 no se editaba y que se encumbra como uno de los clásicos más desconocidos –por ausencia– por los salvadoreños. “La verdad que este es un milagro”, dijo Lindo, sonriente e irónico, sobre la reedición de su libro. El Centro Cultural Salvadoreño Americano le entregó en septiembre el Premio de Cultura Antonia Portillo de Galindo 2015-2016 por su obra narrativa, y ahí estuvo, contento y agradecido. El año pasado, la DPI publicó su traducción del francés al español de El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, y se prestó a hacer lecturas para niños en diferentes lugares. Y en las últimas semanas,

en su casa seguía recibiendo visitas e invitando a la charla entre vinitos, aunque no bebiera y charlara menos. *** Ricardo Lindo nació el 5 de febrero de 1947, en San Salvador. Fue el segundo hijo de Carmen Fuentes y del escritor y diplomático Hugo Lindo. Tuvo tres hermanos y tres hermanas. A los 5 años se trasladó con su familia a Chile, donde su padre fue embajador de 1952 a 1959. La siguiente misión diplomática fue en Colombia, y duró de 1959 a 1960. Su regreso a El Salvador coincidió con sus últimos años de secundaria, que cursó en el colegio salesiano Santa Cecilia, de Santa Tecla. Luego, su bachillerato lo cursó en el colegio jesuita Externado de San José, en San Salvador. Su padre había sido nombrado Ministro de Educación en un convulso gobierno provisional de 1961, pero dejó el cargo para dirigir la Oficina de Asuntos Culturales de la fugaz Organización de Estados Centroamericanos. Al terminar el bachillerato, en 1964, Ricardo Lindo se muda a Madrid para empezar estudios superiores de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, pero se cambió poco tiempo después a la carrera de Publicidad, grado que obtuvo en 1968, y ese mismo año decide irse a estudiar Psicología en Universidad de París, la Sorbona. En 1970 inició como Agregado Cultural en la Embajada de El Salvador en Francia y se integró como miembro de la delegación salvadoreña ante la UNESCO. Obtuvo su título de psicólogo en 1974, año en que fue destacado en Ginebra, Suiza, como colaborador en la Misión salvadoreña ante la sede europea de la ONU. Su paso por Europa, aparte de la educación superior y la experiencia diplomática, le permitió vivir una de las épocas más intensas y ricas de la cultura en esos países y del viejo continente en general. Su bagaje cultural y el perfecto dominio de los idiomas se lucían en su obra, en sus conferen-


posguerra a seguir creyendo, a seguir escribiendo. A lo largo de su vida prologó, comentó y presentó decenas de libros de poetas jóvenes, que siempre encontraron en él un lector entusiasta y apoyo desinteresado para el desarrollo del oficio.

Regresó a El Salvador en 1978. Fue funcionario en diversas instituciones culturales: fue director la Sala Nacional de Exposiciones, Director Nacional de Artes del Ministerio de Educación, y profesor en el Centro Nacional de Artes (CENAR). En los últimos años fue el director de la Revista ARS, de la DNI, que se lanzó a una tercera época en versión electrónica. También fue investigador titular en varias épocas de la institución cultural de turno, entregó volúmenes sobre pintura prehispánica, pintura salvadoreña, música y cuentos de la tradición oral salvadoreña, sobre arqueología estelar y otros temas que sólo lo tuvieron a él como baluarte. Fue el antologador de la poesía de posguerra que asomó al siglo XXI cuando publicó en la DPI Alba de otro milenio, una antología de poetas y poemas que puso en el mapa literario los nombres de poetas nacidos en los 70 que habían publicado su obra después de 1992, una antología varias veces cuestionada, pero que animó a los poetas de la

Su obra propia se desplegó en una treintena de publicaciones, once narrativas, seis de poesía, nueve de dramaturgia, cuatro libros de ensayos y cientos de artículos periodísticos entre críticas de arte y comentarios culturales sobre diversos temas. Su legado literario ha sido poco reseñado por la academia local, y la falta de crítica literaria que caracteriza al entorno salvadoreño no permite encontrar fácilmente valoraciones especializadas. Pero puede tomarse como referencia la inclusión de varios de sus libros en el currículo oficial de las materias dedicadas a la literatura en el sistema educativo, y ser parte del catálogo de la editorial del Estado, así como las presentaciones y prólogos que acompañan varios de sus libros. Ha participado en festivales internacionales y ha recibido abundantes distinciones por su trayectoria, aunque El Salvador le quedó debiendo los suyos porque no fue ni Premio Nacional de Cultura, ni Hijo Meritísimo. Pero, en su caso, no serán los premios y los festivales los

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cias y clases, y en su plática amistosa. Nunca se desempeñó laboralmente en ninguna de las carreras que estudió, siempre se dedicó a la literatura, al arte, a la investigación cultural y a la invención y reinvención de sí mismo.

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que midan el tamaño de su legado, será uno de “El lenguaje que emplea Ricardo en sus obras es esos raros casos en que será la memoria colectiva tan cuidado como rico. Nos revela al escritor que, de las varias generaciones que se vieron en él y que además de vocación, tiene oficio. Unido esto a una él acogió como amigos y nunca como discípulos. amplia cultura, produce obras de gran profundidad y riqueza estilística”, escribe Márgara Zablah *** de Simán (1944), doctora en lingüística y miembro “Ricardo Lindo era un escritor tan inmenso, tan de la Academia de la Lengua de El Salvador, en el erudito, tal culto, conocía tanto, había creado tan- prólogo de Arca de olvidos (1998). La académica to, conocía muchos lenguajes de escritura, de in- también señala que “Es notable la precisión en los terpretación, y a pesar de todo eso era un hombre nombres de los objetos, de los instrumentos y tramuy humilde”, dice Elena Salamanca (1982), es- jes empleados para cada ocasión; el conocimiento critora e historiadora que recuerda que “él siem- de las tradiciones y costumbres; en fin, la creación pre habló con mucha timidez sobre su obra que de un mundo a partir de realidades conocidas e es inmensa y que es un gran legado para nosotros investigadas por el artista”. porque constituye una de las voces más impor“¿Qué vi en lo que leí?”, se pregunta el novelista tantes de la escritura contemporánea”. La poeta Mauricio Orellana Suárez (1965), “la impresión que Susana Reyes (1971), que también fue editora de primero se me viene a la mente es lucidez. Y, en Lindo, pondera su dimensión creadora y su integeneral, profunda honestidad artística. Admiraba de lectualidad inquieta: “Ricardo Lindo fue uno de los él algo más que literario: su conocimiento vasto y la pocos escritores totales de las décadas recientes humildad y sencillez vital con que llevaba su excepde nuestra literatura. Como poeta, gigante; como cionalidad humana”. Salamanca también resalta que narrador, cautivador. Un dramaturgo necesario, “supo conciliar la poesía y la academia, las puso en un investigador incansable, un pintor, pero sobre un mismo espacio a través de diferentes lenguajes”. todo un maestro, un amigo generoso, un niño juguetón que siempre quiso conversar y conocer Zablah, en su texto, también hace notar el signo qué pasaba a su alrededor. Esa curiosidad debería conciliatorio de la obra de Lindo, su talante sincréser, ante todo, su mejor herencia. La otra, su obra, tico entre culturas y tiempos: “Además del valor es una obligación nuestra leerla, conocerla, difun- estético-literario intrínseco de la obra, la producdirla, conservarla”. ción reciente de Lindo tiene el mérito de trabajar seriamente por el rescate de la identidad desde


Título: Ajedrez Tamaño: 60 x 80 cm. Técnica: Acuarela Año: 1997

La presencia de Lindo dejó su marca en varias generaciones y, desde la suya, Reyes dice que “Ricardo Lindo le dio a mi generación una sensación de cohesión literaria, de poder conversar de un pasado literario roto por la guerra, de un esplendor de artistas y escritores que pudieron formarse fuera y volver para quedarse y darnos lo mejor de sí mismos. En él teníamos eso de primera mano y vivo, de alguien muy generoso y que siempre nos apoyó. Una de las antologías que preparó, Alba de otro milenio, es eso. Personalmente, desde el trabajo editorial de Índole, su generosidad se mostró en dos libros hermosos: Bello amigo, atardece y en una selección de XXX cuentos". “Para mi generación creo que don Ricardo tuvo esa figura entre mentor y padre, pero nunca necesitó pupilos ni discípulos y jamás intentó que nosotros nos formáramos en una secta en su entorno, pero estuvo presente en las presentación de nuestros libros, los leyó, muchos los comentó y se expresaba de nuestro trabajo de la mejor manera que se puede expresar un poeta mayor”, dice Salamanca, y destaca un rasgo peculiar de Lindo como maestro, “él no buscaba intervenir en los que estábamos escribiendo, pero tenía siempre un comentario muy agudo. Él fue siempre tan transgresor y divertido, nos acompañó en nuestra locuras como amigo no como maestro, y eso es lo que lo constituye en una gran figura para todos estos autores que nacimos entre el 80 y el 90”. Silvia Elena Regalado (1961), poeta y actual Secretaria de Cultura, destaca el aporte de Ricardo Lindo desde la institucionalidad, “Ricardo aportó su experticia como historiador y crítico de arte, como escritor. Fue generoso siempre en compartir su acumulación personal con la institución y con los escritores jóvenes. Dio talleres gratuitos de narrativa por varios años en las Casas de la Cultura, la Casa del Escritor y la Dirección Nacional de

Investigaciones”. Durante los últimos 6 años, Lindo fue investigador de arte y director de la revista ARS. “Fue un privilegio para Secultura contar entre su personal a un artista de la talla de Ricardo Lindo. ARS, bajo su dirección, brilló y brillaron en ella muchas voces literarias”, apunta Regalado, quien, ahora como poeta, habla desde su generación artística que transitó de la guerra a la posguerra: “¡Nos influenció! Yo lo conocí cuando me reunía con Xibalbá. Nos daba charlas y nos acompañaba. Nos habló de la disciplina del oficio, de la magia del arte y de su historia. Su impecable verso libre y su valentía nos marcaron”. El Círculo de poesía Xilbabá fue el epicentro poético más importante de los 80 y 90, entre sus participantes están los poetas Otoniel Guevara, Álvaro Darío Lara, Luis Alvarenga, Eva Ortiz, Javier Alas, Edgar Alfaro Chaverri y Tania Montenegro, entre muchos otros. *** La Luna, martes 11 de octubre de 2004 «Negro. En un espacio decorado con la ausencia del color, y mientras cada uno hablaba de cualquier cosa, una voz irrumpió violenta, bravía y sentenciosa. Ricardo Lindo está enojado. El poeta nos hace escuchar las “Injurias” que dan nombre y sentido a su nuevo poemario. La presentación fue el martes 11, en la negra noche de La Luna, Casa y Arte. La palabra que en un principio sólo era voz, de pronto tuvo rostro. Una luz reveló el rostro del poeta que declamó con dicción perfecta y énfasis claros. Pero no estaba solo. Una tríada actoral apoyó con sus voces, gestos y movimientos escénicos la presentación de los poemas (...) No es un libro, es un desplegable con 11 dobleces. Lo que no tiene doblez alguno es el discurso que se desarrolla en los 10 poemas que contiene. Lindo tiene un objetivo claro en su enojo, expresar su radical disenso con uno de los dobleces de nuestra sociedad. Injurias, dice el poeta, “habla de la exclusión y, en particular, de la exclusión homosexual”. Al preguntar el porqué de este “particular”, Lindo responde con franqueza inequívoca: “Porque me toca sufrirla como enanito verde”. Se trata de la primera vez en

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el reconocimiento del mestizaje con la asunción plena de su significado, en cuanto a la fusión de culturas, sin la negación arbitraria de las huellas de alguno de sus elementos”.

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El Salvador que una producción editorial aborda el tema de la homosexualidad en primera persona, como expresión y denuncia. Con este libro, Ricardo Lindo y la editorial del caso, La Luna, Casa y Arte, buscan una repercusión. “Por supuesto que buscamos una repercusión, pues este libro no es sólo respuesta a una agresión, sino que, a su vez, es una agresión contra mucha gente. Pero sobre todo busca la reflexión”, enfatiza el poeta salvadoreño. Lindo aclara que no escribió este libro para la comunidad homosexual, “el libro no va dirigido a este grupo específico, más bien va dirigido al otro grupo, es una respuesta a las agresiones de la comunidad heterosexual salvadoreña”, dice el injuriado». (Fragmento de la crónica que escribí para La Prensa Gráfica y que fue publicada el jueves 13 de octubre de 2004).

como escritor y hombre homosexual tuvo aquel acto. “Su esbozo biográfico puede ser, también, la sinopsis de una excelente novela”, escribe el joven escritor Alejandro Córdoba (1993) en su panegírico publicado por El Faro, y desarrolla: “El hijo de un escritor y diplomático que viaja por el mundo, que es abiertamente homosexual en los años terribles en los que ser homosexual era motivo de internamiento psiquiátrico; el joven salvadoreño febril que vive en París y escribe poesía y se enamora y fuma y se pelea con su padre; el escritor consagrado que regresa a su país natal y aporta, con su obra y también con su gestión, hasta convertirse en un pilar fundamental de las letras nacionales. Ricardo Lindo tuvo una de las vidas más extraordinarias que he conocido jamás”.

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Injurias fue uno de los actos políticos más impor*** tante de Ricardo Lindo, si no el más importante. Fue el manifiesto público de su homosexualidad, Tengo tanto sueño desde hace tantos años, su salida del clóset a la luz de todos, un posiciotanto sueño. namiento político y una reivindicación, una revancha poética. “Y secas serpientes se elevan / BlanA veces se cansa uno de morir y vuelve a bien diendo finas lenguas bífidas”. Un acto inédito en la soñar. historia nacional de parte de una figura principal Como en la Navidad de una lejana infancia de la cultura que impactó en las generaciones contemporáneas y en la venideras porque, en efecto, donde se abren las cajas de juguetes, abrió para siempre una puerta que permanecía se era feliz impunemente entonces. cerrada por el miedo a la violencia de la homofóbica sociedad salvadoreña. Lindo nunca levantó la bandera del activismo, su pronunciamiento fue Ricardo Lindo siempre estará en el alba de los personal y desde su obra artística. Injurias fue un acto universal, como toda su obra, pero un acto milenios, siempre temprano en cualquier época, político inédito hasta entonces en la historia salva- siempre el joven viejo, el viejo joven, que escribe desde el sueño de todos, soñando en la paz. doreña.

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“Ricardo me parece que hizo ejemplarmente la transición tortuosa de una generación muy oprimida por el rechazo social y la homofobia, hasta el reencuentro con su naturaleza esencial. Le tocaron tiempos muy difíciles y fue un sobreviviente ejemplar de esos tiempos, que logró trascender y sublimar con entereza y dignidad humanas”, explica Mauricio Orellana Suárez, el significado que para él

Publicado en la Revista Factum, el 28 de octubre de 2016.


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Título: El ángel de la copa Tamaño: 60 x 80 cm. Técnica: Acuarela Año: 1994

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Cuando yo tenía unos veinte años Lauri García Dueñas

Cuando yo tenía unos veinte años, esa edad tan profusa como incierta, conocí a Ricardo Lindo cuando me invitó a un tequila en La Luna Casa y Arte. Estábamos al lado del escenario, en una zona oscura del lugar y me pareció un ser realmente inquietante. Él me trató con amable curiosidad y respeto por ser una joven poeta y, en ningún momento, fue prepotente o hablo de sí mismo o de sus logros. Más adelante supe, por mí misma, quién era y qué significa para la literatura salvadoreña. La última vez que lo vi fue a finales de 2013, caminando por la colonia Centroamérica, me dio su tarjeta y poco después publicó mi poema “Casa Cubil” en la revista Ars. Desde pequeña, me gustó verlo caminar en un país donde casi nadie camina con gozo por la ciudad. En la casa de mis padres tengo como reliquia uno de sus libros que editó Beatriz Alcaine, Injurias, que precisamente apareció cuando regresé a El Salvador, luego de su partida física de esta realidad. Este año leeré Bello amigo, atardece… en honor a él y a su trabajo. Porque uno de los honores más sencillos e importantes que una puede hacerle a un ser que escribe es leerlo.

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Compartí fragmentos de su obra en el Seminario de Literatura Salvadoreña en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que coordiné en 2014 y les hablé a mis estudiantes de su figura entrañable atravesando a pie la ciudad de San Salvador.

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Hay personas que lo amaron más que yo, pero, cada vez que un gran poeta muere, algo se rompe dentro de uno. Mi más sentido pésame a todos los que quedamos vivos.


Cenizas del poeta Mario Noel Rodríguez

Caminamos bajo el sol sin vernos. Nuestra mente iba en el pequeño frasco que contenía las cenizas de Ricardo Lindo. Su deseo era unirse al mar. Los Lindo: Matilde, Astrid y Óscar presidían el pequeño grupo de amigos y familiares que bajo el sol nos dirigíamos a la playa. Llegamos y un viento tibio nos invitó a dirigirnos a una roca donde un Cristo parado nos esperaba. Llegamos y lo primero que hicimos fue sacar libros y papeles para despedir al poeta con un recital acuático. Leyeron sobrinos, hermanos y amigos. El agua del mar comenzó a agitarse. Luego de la lectura bajamos de la roca y depositamos puchitos de ceniza en los barcos de papel hechos por Astrid Lindo. Momento mágico: los barcos se llevaban las cenizas de uno de los más grandes poetas de la región centroamericana. Su deseo era unirse al mar, al misterio del mar, padre que habló largamente con nuestro poeta. El resto del día fue contar anécdotas de Ricardo, el hermano, el amigo, el poeta que entró al mar de la historia salvadoreña.

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Título: La caída del Imperio Tamaño: 60 x 80 cm. Técnica: Acuarela Año: 1994

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CLAUDIA RAMÍREZ (1971)

Arqueóloga-conservadora salvadoreña, posee especialidad en Estudios de Patrimonio Mundial de la Universidad de Tsukuba, Japón. Ha trabajado en sitios con arquitectura de tierra, en curadurías de los Museos de Sitio en Joya de Cerén y San Andrés. Actualmente está dedicada a la restauración de bienes muebles.

(2010), segundo volumen de la colección Hacia una historia de las literaturas centroamericanas.

ROBERTO SALOMÓN (1945)

Director y productor de teatro. Premio Nacional de Cultura de El Salvador en 2014. Chevalier des Arts et des Lettres de Francia (2016). Fungió como director del Teatro Nacional de San Salvador durante los años 1975-77. Profesor de teatro en la Universidad de Ginebra y en la Escuela Superior de Arte Dramático (1981-2007). Desde el 2003 es director artístiPosee un Doctorado en Antropo- co del Teatro Luis Poma. logía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y una Maestría en Antropología Socio-Cultural de la Universidad de Calgary, Canadá. Catedrático de Joven escritor salvadoreño, obtula Facultad de Ciencias y Humavo el título de Gran Maestre por nidades de la UES. Es autor de haber ganado en tres ocasiones numerosos libros y artículos sobre los Juegos Florales Nacionales en antropología. la rama de cuento. Es egresado en Comunicación Social de la UCA.

Carlos Benjamín Lara Martínez (1957)

Alejandro Córdova (1993)

Ricardo Roque Baldovinos (1961)

Doctor en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Minnesota. Es profesor en el Departamento de Filosofía de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” UCA. Es autor de los libros: Arte y parte (2001) y Niños de un planeta extraño (2012), El cielo del ideal: literatura y modernización en El Salvador (1860-1920) (2016). En 1999 preparó la edición de la Narrativa completa de Salarrué. Es editor junto a Valeria Grinberg de Tensiones de la modernidad

Elena Salamanca (1982)

Poeta y narradora.Finalista del premio Alfaguara de novela en el 2004. En el 2009 obtuvo una beca para escribir una novela en el programa de Estancias artísticas para creadores de Iberoamérica y Haití, patrocinado por el Fondo Nacional de la Cultura y las Artes de México y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Entre sus obras se encuentran: Ultimo Viernes (2008), Daguerrotipo (2009) y Peces en la boca (2011).


Elmer L. Menjívar (1974) Escritor, crítico y periodista salvadoreño. Ha publicado tres libros de poesía: Poemas (1997), Otros poemas (2005) y Poemas que no enamoran (2017), su obra ha sido recogida en diversas antologías nacionales e internacionales. Desde hace 10 años mantiene dos blogs literarios con obra propia: El inútil de la familia (narrativa) y El plan de Él (poesía). Produce y publica contenido cultural en diversos medios escritos dentro y fuera de nuestro país.

Mario Noel Rodríguez (1955)

Coordinador de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas de la Secretaría de Cultura de la Presidencia.

Astrid Bahamond (1960)

Licenciada en literatura rusa del siglo XIX, Universidad Estatal Lomonosov de Moscú. Doctora en Historia del Arte de la Univerzita de Praga, República checa. Diplomado en Adaptación profesional cultural, Sorbona. Directora de rúbrica cultural de RFI (Radio Francia Internacional en París). Ha sido catedrática de Historia del Arte y del Cine, Semiótica de la imagen, UCA, Directora del Centro Nacional de Artes de El Salvador (CONCULTURA) y Directora Escritor y periodista salvadoreño. Nacional de Artes en SECULTUVivió en México durante más de RA. Es autora de Procesos del dos décadas donde estudió teaArte en El Salvador (2011). Ha tro, música y literatura inglesa. sido curadora de varias exposiEn 1999 regresó a El Salvador ciones de arte y es autora de nudonde se dedicó a la formación merosos artículos sobre el tema. de nuevos escritores, en ese Actualmente es Directora de la afán fundó la Casa del Escritor revista ARS nueva era y miembro en Los Planes de Renderos. Su de la Dirección Nacional de Invesamplia producción literaria abartigaciones en Cultura y Arte (DNI). có poesía, novela, cuento y traducciones.

Rafael Menjívar Ochoa (1959-2011)

Lauri García Dueñas (1980) Escritora y periodista salvadoreña residente en México. Ha publicado cinco libros de poesía, siete plaquets de poemas y dos libros de investigación periodística. La tía, de Astrolabio Editorial, es su más reciente libro.

ALEXANDER HERNÁNDEZ (1987)

Licenciado en Letras y egresado de la maestría en Estudios de Cultura Centroamericana. Ganador de los Juegos Florales de Zacatecoluca (2013) en la rama de poesía. Ha publicado El final del laberinto (cuentos, 2015), La evolución del cisne en la poesía de Rubén Darío (ensayo, 2015). Actualmente está dedicado al trabajo editorial en la Dirección Nacional de Investigaciones en Cultura y Arte de SECULTURA.


Augusto Vásquez (México D.F, 1951) Graduado de Diseño Industrial por la Universidad de Guadalajara en 1977. En 1982 emigra a El Salvador para laborar como fotógrafo durante la guerra civil. Su trabajo fotográfico sobre el conflicto armado salvadoreño comprende el período 19801992. Actualmente está dedicado al montaje de exposiciones y galerías en centros culturales nacionales.

PORTADA Fotografía por Augusto Vásquez.

CONTRAPORTADA Ricardo Lindo y Juan Guzmán Cruchaga en España. Todas las pinturas de este número de ARS pertenecen a la autoría de Ricardo Lindo.


Fotografía por Augusto Vásquez



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