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n Costa Rica, durante 3 días se vivió la pasión del diseño y la comunicación de una manera distinta. En el ya reconocido Festival Internacional de Diseño y su tercera edición, pudimos constatar la importancia que ha recobrado el diseño multidisciplinario.

FID3 DISEÑO+ DISEÑO Camilo Villegas

Cada día experimentamos una mayor exposición a múltiples formas de comunicación, lo cual exige profesionales versátiles que sean capaces de proponer y desarrollar tanto en forma independiente como grupal un contenido dinámico para su público. Esto justifica la afluencia de asistentes de todas las edades, nacionales e internacionales, provenientes de distintas áreas como la Arquitectura, Publicidad, Diseño Gráfico, Fotografía, etc; los cuales eufóricamente formaron una audiencia digna de hacer sentir como legítimas estrellas de rock a los grandes expositores que se hicieron presentes para inspirar e inspirarse de esta fiesta de la comunicación visual. Los expositores fueron de primer nivel, tales como Ignacio Oreamuno, Cristian Welzel, Elliot Túpac, Chad Oppenhein, Javier mariscal, Simón Varela, Marc Bretillot, Mandarina de Newton, Catalina Estrada, Oliviero Toscani, Victor Cañas, Aaron Koblin, Fernanda Romano y un cierre espectacular con James Victore. La mayor enseñanza que nos deja esta experiencia no es una que pueda ser aplicada bajo los términos específicos de una sola especialidad, sino a toda la creación que se haga con la intención de transmitir algo poderoso mediante su trabajo. Todos somos comunicadores: ya sea en una edificación, un afiche, una fotografía o un anuncio; todos involucran el diseño y la estructuración de una idea, lo que cambia en cada una de ellas es la ejecución final, mas no las ganas de hacer

un buen trabajo que cumpla con las expectativas propias y las del cliente. Ese diseño se enriquece de influencias pero sabe cuando romper esquemas, y más aún importante que cada una de las charlas por separado, es el reconocimiento grupal que como individuos le podamos dar a las palabras de James Victore: y es que “cuando pensamos en nuestro trabajo como un regalo, cambia radicalmente lo que creamos”. Creaciones con importancia y un significado profundo más allá de su concepción estética, las que posteriormente podrían impactar a otros (y porqué no cambiar el mundo de alguna forma) volviéndolas memorables. Tenemos como profesionales una responsabilidad ética y moral con nuestro trabajo; ésta consiste en no sólo hacerlo atemporal y visualmente atractivo, sino que pone a un lado la recompensa monetaria recibida a cambio de nuestro esfuerzo y coloca de frente la necesidad de hacer arte verdadero bajo la consigna de que si en cada trabajo tenemos la posibilidad de crear algo que estará expuesto al mundo, hay que hacer que valga la pena mostrarlo. Un mundo que ya está más que lleno de construcciones desagradables, publicidad estándar, diseños contemporáneos y fotografías perfectas, pero que requiere de profesionales que se preocupen por amar su trabajo y hacer que otros se enamoren de él. Por ello extendemos la invitación a que seamos valientes y destaquemos por la creación de espacios que no solamente cumplan con un fin inmediato, sino que tengan un impacto positivo en el mundo, uno que siempre ha estado esperando por nuestro regalo.


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