Aguadas un tejido de historias

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PIPINTá:

MÁS ESCULTURAs que certezas

Mito o realidad, símbolo aguadeño de la “indianidad” y la valentía, la historia de este cacique y a la vez exuberante tesoro siempre despertará fascinación. Aquí, una crónica sobre los diferentes matices de este interesante personaje.

Q

ue existió, que no, que era un mando medio entre los indígenas Coycuyes o Armados, como los nombraron las tropas del mariscal Jorge Robledo, o que simplemente es un personaje inventado por los múltiples mitos alrededor del tesoro del Pipintá. Estas son algunas de las versiones que se escuchan por las calles del bicentenario municipio acerca de la verdadera identidad del Cacique, un héroe no menos importante que el Putas, pero sí más antiguo. “Pues esa discusión, de si pudo o no existir, quizás pueda servir para aclarar la historia, pero lo más seguro es que no lograría sacarle de la cabeza a este pueblo y a sus gentes la imagen del Cacique. Ese hombre grande y fuerte que defendía su cultura, tierras y riquezas, que debe ser ejemplo para todos nosotros”. De esto está convencido el educador José Solarte Narváez, quien esculpió al cacique Pipintá en fibra de vidrio reforzada, reafirmando a este protagonista del imaginario aguadeño.

Y el mito se hizo piedra…

El afán por hallar el mítico tesoro del Pipintá ha reafirmado la idea de su existencia, pero según rastreos de la historia narrada por los cronistas de Indias, no se le menciona como gobernante de los indígenas Coycuyes. Estos habitaban en un amplio sector del cañón del río Arma y pertenecían a la familia Maitamac, liderados por un cacique que daba el nombre a su tribu.

Pipintá, según dice la leyenda, fue el encargado de esconder del alcance de los conquistadores un gigantesco tesoro cargado de prendas, accesorios, joyas y herramientas elaboradas con el oro de aluvión que la comunidad extraía del cauce del río Arma y de orillas del Cauca. En 1954 las tropas de Robledo llegaron a la zona de Santiago de Arma y entraron en combates con los Coycuyes, quienes portaban armaduras, penachos e incluso armas elaboradas con oro, por ello los conocieron como los “Armados”. Del guerrero grupo indígena se conocen sus costumbres antropófagas, las cuales practicaban preferiblemente sobre sus enemigos. Su fiereza a la hora del combate era temida por los españoles, que buscaron a toda costa diezmarlos a base de engaños y evangelización. Todos estos datos han sido recolectados de antiguos escritos, los mismos que, según historiadores y escritores, han tenido en cuenta a la hora de poner en duda la existencia de Pipintá. Tanto en el municipio como fuera de él es conocida la leyenda de este tesoro. Los viejos aguadeños narran que en las profundidades de una caverna a orillas del río Pozo se esconden las riquezas de esta familia indígena. Muchos reconocen haber intentado ingresar en sus penumbras pero que al alcanzar determinada profundidad las velas, antorchas y linternas dejan de brindar su luz y el ingreso se hace imposible.

Acuarela del artista Carlos Osorio.

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