Revista CA 68
Casa-Taller en Av. El Bosque esquina Roger de Flor en Santiago (1930). / Home workshop on El Bosque Street, corner of Roger de Flor in Santiago (1930).
Estudios para su casa-estudio en Av. El Bosque en Santiago. / Sketches for home-study on Av El Bosque in Santiago.
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La influencia ejercida por los maestros europeos repercute tan fuertemente en el pensamiento y obra de Rodulfo Oyarzún, que al regresar a Chile en 1929 genera exclusivamente proyectos modernos, negándose a realizar cualquier encargo que exija una arquitectura en estilo neoclásico o ecléctico. Es probable que este apego irrestricto fuera la causa que deja fuera de bases el proyecto que envía al Concurso Internacional para el monumento a Cristóbal Colón en Santo Domingo, República Dominicana (1928-1929): su propuesta, de moderno diseño, no consideró el legado de la cultura maya según definían los organizadores. Ya en los primeros años de la década del 30 publica en El Mercurio de Santiago el artículo titulado “Eppur Si Muove”, donde se lee: “(…) se equivocan los que creen que el arte nuevo nada ha conseguido, pues lo falsamente tradicional e histórico en la arquitectura ha sido enterrado para substituirse por toda las ventajas materiales y espirituales modernas, y eso convence al más obstinado”. Más adelante, “… El arquitecto, el pintor, el escultor, el músico, el literato, el poeta, están construyendo hoy un nuevo arte, pero tienen la conciencia exacta de que este nuevo arte se encuentra en sus comienzos. Una ojeada a la historia del pasado nos demuestra que cada periodo histórico demoró siglos o miles de años hasta llegar a la madurez”. Tal es su compromiso con el Movimiento Moderno que durante su paso por Alemania en el viaje de 1937 solicita una entrevista con Adolf Hitler a fin de obtener apoyo económico para construir el Monumento Chileno-Alemán en Puerto Varas. Sin embargo, la noche anterior a la cita se transmite un discurso en que Hitler se va en contra del arte y la arquitectura moderna, motivo suficiente para que Oyarzún no acuda al encuentro. La impronta se repite en obras posteriores como el edificio para la Caja Nacional de Empleados Públicos y Periodistas (1952) y varios edificios educacionales tales como la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile (1961) y el Pabellón Central de Ciencias Físicas y Matemáticas (1962).