Ánima Barda Nº13 Junio - Julio 2013

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OSARIO

metralla alcanzó a un rival en la cara. La banda frenó su avance, viéndose drásticamente mermada. —¡Que no quede ni uno con vida! —gritó Olof. Nada podían hacer contra el terrible canto del cañón de Filemón, que les obligaba a mantener la cabeza a cubierto. No les duró mucho la embestida invencible. Un brusco golpe en la espalda mandó a Filemón de bruces contra el suelo, tirándole del camión y arrancándole de las manos los mandos del arma. Desde esa posición pudo ver como Asaz era acribillado por una salvaje ráfaga de ametralladora, que llenaba su espalda de manchas carmesís. Ina salió de su posición y corrió a refugiarse junto a Filemón. Olof intentó hacer lo mismo, pero varios balazos en el suelo le obligaron a quedarse donde estaba. Un segundo frente les atacaba por la espalda, cercándole. No podían ver cuántos eran, las dunas de ruinas y escombros tapaban la visión, y sólo veían cabezas correr de un lado para el otro. Les tenían atrapados. —¿Dónde te han dado? —le preguntó Ina a Filemón, ayudándole a sentarse contra el camión. —No es grave, creo… —dijo él, reprimiendo un alarido al tocarse el borde de la herida. El agujero estaba a la altura del omoplato derecho—. El hueso ha parado la bala. La joven le tocó con dulzura. Filemón se sorprendió de verla tan serena, y eso le hizo sospechar. ¿Les habría traicionado Ina? En su primera batalla seria él parecía grasa de gordo bailante, y a ella no le temblaban ni los dedos. —Tranquilo, no les dejaré acercarse. —Se giró hacia el cuerpo del luchador caído—. ¿Asaz? —le llamó. —No se va a levantar —le dijo Filemón. —Cabrones. La chica se asomó por encima del camión y disparó a los asaltantes. Filemón la observó. Tenía el rostro crispado por la acción, pero no parecía fuera de sí. Aquello le ponía nervioso. Los disparos arreciaron y el cerco se estrechó. Olof se defendía como un perro acorralado. Desde su posición Filemón podía ver a Norman retorcerse bajo la moto. Era un hombre fuerte y a toda certeza podría haber levantado sin problemas la pesada motocicleta. El hecho de que siguiera atrapado bajo el vehículo haciendo esfuerzos por liberarse indicaba que la presa tenía que haberle roto algo. Una voz de Olof le hizo devolver su atención a las cercanías. —¡Exijo hablar de jefe a jefe! —Al gritar, la cicatriz sobre la barba se contorsionaba dándole un aspecto infernal. Los disparos fueron cesando en progresión. Cuando hubieron parado, alguien respondió. —¿Qué quieres? —¿Eres el jefe? —Sí. —La voz era varonil pero ligeramente aflautada. —Acabemos esto tú y yo en un mano a mano —dijo Olof, dándole a su tono la mayor seguridad que pudo. Todo el mundo conocía lo que implicaba un mano a mano. Los dos líderes se enfrentaban en Anima Barda - Pulp Magazine 19


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