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BIOTECNOLOGÍA
Biotecnología agrícola:
El debate queda abierto
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Medio millar de expertos se han reunido en la sede de la FAO en Roma para tratar uno de los temas más polémicos: el uso de estas técnicas en la producción de alimentos
Científicos defienden en la sede de la FAO en Roma el uso de la biotecnología agrícola.
Las conclusiones pocas. El tema de por sí, sigue siendo muy polémico. Se trata nada menos que de utilizar células vivas o sus derivados a los largo del proceso de producción de alimentos. Biotecnología agrícola o modificación genética aplicada a la producción agrícola, se llama, y ya cuenta con más de 25 años de ser importante tecnología para la producción de alimentos en todo el mundo, sin que hasta la fecha, estudios científicos hayan encontrado evidencias de daños al medio ambiente o a la salud del consumidor. Sin embargo, la polémica sigue abierta.
La sede de Roma de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha llevado a cabo el encuentro internacional de expertos más importantes hasta la fecha sobre este campo. Representantes de todo el mundo se veían transitando por salas y pasillos. Mucho informe y material informativo sobre la mesa. Y muchas discusiones. Pero el debate quedó abierto.
A lo largo del simposio han brotado polémicas diversas. La primera, la presencia de supuestos intereses comerciales. El movimiento La Vía Campesina, asociación de cerca de 200 millones de agricultores rurales y de pequeña escala –y otras organizaciones ecologistas se quejaron de que, al organizar el evento, la FAO había sucumbido a los intereses comerciales de las grandes corporaciones. Desde esta organización han
rechazado las acusaciones e insistido en el carácter neutral de la cumbre y en el “equilibrio entre la sociedad civil y la representación del sector privado” en las sesiones.
Otro de los puntos conflictivos: los
derechos de propiedad intelectual.
Como afirmó la presidenta del simposio, la académica Louise Fresco: “Es necesario alcanzar un equilibrio para respetar los derechos de las empresas que desarrollan las investigaciones y al mismo tiempo asegurarse de que los consumidores más pobres y los pequeños agricultores no terminen siendo víctimas”, El director general
de la FAO, José Graziano Da Silva,
admite que las preocupaciones en este aspecto son legítimas, y ha dicho que toman buena nota de ellas en la FAO. El uso de la tecnología, señala Da Silva, puede beneficiar a los productores en pequeña escala.

Pero para Da Silva lo más importante es que se ha tocado el fondo de un tema sensible, con divergencias incluidas, y se ha establecido un “diálogo sincero y abierto entre diferentes partes”. Citó que estas incluyen a la sociedad civil, el sector privado, instituciones académicas y expertos. “Hemos abierto la puerta de la FAO a muchas críticas. Es el precio que pagamos por entrar en un debate sobre cuestiones para las que no existe un consenso”, ha señalado Da Silva. De hacho, una de las discusiones nace del propio concepto de biotecnología. La FAO se ha esforzado en dejar claro que el objeto a tratar no se reduce a los alimentos modificados genéticamente –o transgénicos- sino que incluye otras técnicas y procesos como bioferti-
lizantes, producción de vacunas o biopesticidas.
Pese a todo, Da Silva asegura que la FAO no se va a amedrentar: “ante ninguna cuestión que sea pertinente en el marco del mandato de poner fin al hambre,

Medio millar de expertos se han reunido en la sede de la FAO en Roma mejorar la nutrición y promover un cambio hacia un desarrollo agrícola más sostenible”.
Una reunión de este tipo es el primer paso para que se tomen decisiones y alcancen consensos futuros. “Queremos utilizar el conocimiento y el diálogo para saber si tenemos que avanzar en determinados cambios y en qué dirección hacerlo. No existe una herramienta ni un enfoque único que resulte ser una panacea para todos los problemas a los que nos enfrentamos”, ha añadido Da Silva. Lo importante es que queda abierta la puerta para el desarrollo de nuevas tecnologías que puedan hacer que el sector agrícola sea “más sostenible” en los próximos años. Algo que no es fácil, reconoció.
Otro apunte es que además de luchar contra la desnutrición, que sufren 793 millones de personas, la aplicación de biotecnología también puede tener beneficios en el ámbito de la medicina. La Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA) ha señalado que trabaja actualmente con una bacteria que puede llegar a eliminar las larvas del mosquito Aedes aegypti, transmisor de virus como el zika. (FAO.
Roma, 2018)