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REPORTE
MUNDO
EDITOR: Diego Salazar COEDITOR: Juan Martínez Prendan la luz…
En redes sociales, hay un llamado a que los vecinos prendan sus luces en la mañana, para que los niños y jóvenes no salgan a oscuras a las calles cuando aún está oscuro, al dirigirse a la escuela.
A 22 años de que se aplica El controversial horario de verano divide opiniones
La medida sigue creando debates, pues pese a que se trata de economizar energía eléctrica, el ahorro no se refleja en los recibos de usuarios
<< Diego Salazar
En nuestro país, desde hace 22 años, se implementó por decreto presidencial el controversial horario de verano, donde se argumentó un ahorro de energía. La medida trajo de inmediato críticas, pues los detractores apuntan que la energía eléctrica que se economiza en las tardes-noches, en realidad se utiliza en las mañanas, cuando aún está oscuro.
Sin embargo, de nada valieron las protestas y México adoptó la medida que también aplica en otros países.
El horario de verano es una medida que consiste en adelantar el reloj una hora durante la parte del año en la que se registra mayor insolación, o sea, en el periodo con mayor duración de luz solar, fenómeno que se debe a la inclinación del eje de la Tierra y su movimiento de traslación. Así, en junio se presentan los días más largos del año en el hemisferio norte, y en diciembre en el hemisferio sur.
En 1996 inició en México el horario de verano, tomando como base un decreto de Ernesto Zedillo Ponce de León, entonces presidente de la República, publicado en el Diario Oficial el 4 de enero de ese año.
México tenía experiencias previas en materia de cambio de horarios estacionales. Por ejemplo, Baja California aplica el horario de verano desde 1942.
Por su parte, la península de Yucatán en 1981 y los estados de Durango, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas en 1988, establecieron cambios de horario para aprovechar más la luz del día, aunque después de un año derogaron esta medida, debido al desfase crítico que se presentaba en las correspondencias horarias con el resto del país.
Con dicha perspectiva, cuando se buscó implantar la medida, se vio la necesidad de aplicarla de manera generalizada en el país, porque para que funcionara y rindiera los beneficios esperados, era preciso contar con la colaboración de todos los mexicanos.
lOS anTeCedenTeS En 1992, se realizaron las primeras reuniones de trabajo a fin de estudiar la conveniencia de establecer el horario de verano en México. Se puso de manifiesto el impacto benéfico de esta medida en todos los niveles y ámbitos: cuidado de la energía, ventajas relevantes en cuanto a los intercambios turísticos, aeronáuticos y financieros con nuestros principales socios comerciales en el extranjero, así como la conveniencia de disfrutar de luz natural en horas avanzadas de la tarde.
Y así, la decisión de adoptar en México el ho-


Los menores aún lo resienten por el desfase de su horario escolar
rario de verano, se tomó ante la necesidad de cuidar la energía, dado que la electricidad no es un recurso natural, sino una forma de energía generada mediante métodos costosos.
Durante los primeros cuatro años que se aplicó el horario de verano por decreto presidencial, se manifestaron inconformidades y dudas sobre los beneficios reales del programa, las cuales se agudizaron en el año 2000, en virtud de los cambios políticos registrados ese año. Fue en ese contexto que la Secretaría de Energía solicitó a la UNAM realizar un estudio sobre los resultados del horario de verano.
Para la realización del estudio, se acordó analizar el impacto del horario de verano en 18 áreas de interés: agricultura, comercio, educación, energía, familia, finanzas, ganadería, individuo, industria, medio ambiente, medios de comunicación, salud, seguridad pública, telecomunicaciones, tiempo libre, transporte, y zonas fronterizas. De mismo modo, se realizó una encuesta entre miles de personas de 416 localidades del país.
Los resultados del estudio de la UNAM demostraron que en ninguna de esas áreas el horario de verano tenía un impacto negativo, sino más bien considerables ventajas en varias de ellas. Así, por ejemplo, se puso en claro que no afecta la salud, la seguridad o el aprendizaje de las personas y que, en cambio, conlleva considerables beneficios en lo relativo al ahorro de energía eléctrica en el sector doméstico, difiere inversiones en plantas de generación, contribuye a reducir los impactos ambientales y favorece las transacciones internacionales, telecomunicaciones y el turismo. Además, beneficia a millones de ciudadanos de la zona fronteriza norte.
Empero, las investigaciones revelaron que existía un problema de percepción entre la población, ya que cuando se implantó el horario de verano, se hablaba del ahorro de energía en general, y no quedó suficientemente claro que iba a ser poco lo que se notaría en la factura de cada usuario e, incluso, que no se reflejaría, en virtud del aumento gradual de las tarifas eléctricas, principalmente, entre otros factores. Además, buena parte de los entrevistados consideraba que era una medida impuesta por una decisión unilateral de la autoridad.
Así, el 1 de febrero de 2001 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto presidencial que establecía que el horario de verano se pondría en práctica del primer domingo de mayo al último domingo de septiembre (cinco meses), en todo el territorio nacional, salvo en los casos de Baja California (con duración de siete meses) y Sonora, que no aplica hasta la fecha la medida, por razones de su vecindad con Arizona, donde tampoco se modifica el horario durante todo el año.
Finalmente, luego de pleitos legales, el 1 de marzo de 2002 fue publicado el decreto por el que se establece el horario estacional (horario de verano de siete meses) que se aplica cada año en México. ▪
reSulTadOS del HOrariO de VeranO Durante el horario de verano 2017, se alcanzó un ahorro estimado de 899.754 gigawatts hora en el consumo de energía eléctrica. Esta cifra es equivalente al abastecimiento de 563 mil casas habitación durante todo un año, con un consumo promedio de 266 kilowatts hora por bimestre. Sin embargo, ese ahorro no se vio reflejado en los recibos de CFE, pues los usuarios del servicio eléctrico ahorraron así 32 pesos en 2017, y un año antes, fue de 38.55 pesos al año.

