El Ballet

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El Ballet

Conoce más sobre este movimiento que ha impactado al mundo y aprende sobre los mitos de este bello arte

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“Nunca se vuelve más fácil, tú solo te vuelves mejor”

DE LA BARRA A LA CALLE

Silvia Mira es bailarina, jefa de estudios y profesora de danza clásica en el Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma, y conoce bien la intensa conexión que se forja con las zapatillas de ballet: «Por un lado es su herramienta de trabajo y por otro, por la parte más espiritual que se inicia en el romanticismo», explica a SModa. «En el romanticismo, la bailarina ansiaba flotar y volar como una sílfide por los bosques. Por esta razón los coreógrafos de la época elevaron la zapatilla de media convirtiéndola en zapatilla de punta. En sus inicios, la caja era algo aún más incómodo y tedioso que la zapatilla actual», cuenta esta bailarina, que recuerda que la zapatilla de punta ha ido evolucionando para ser más cómoda pero también para permitir la independencia de la bailarina de su partenaire y así poder hacer sus acrobacias sin la ayuda de nadie, por sí misma. La punta, que a simple vista parece una jaula para los pies, en realidad dio alas a las bailarinas.

En el mundo de la danza clásica hay dos tipos de zapatilla; las bailarinas de punta y las de media punta. Las primeras cuentan con un refuerzo especial y su función principal es que las bailarinas puedan elevarse sobre ellas y mantener todo su peso en la punta de los dedos. No se aconseja empezar a utilizar puntas hasta que los huesos del cuerpo estén totalmente formados (alrededor de los 12 años) y hay un entrenamiento previo, porque para llevar bailarinas de danza hay que ser muy fuerte físicamente. Esa dualidad, entre la delicadeza de su aspecto y la fortaleza que exigen, es el enfoque que ha inspirado a la moda a recuperarlas en 2023.

Elegir las puntas correctas resulta imprescindible para la práctica de la danza. Para eso hay que tener en cuenta, primero, la forma del pie: si tenemos un dedo más largo que el resto deberemos elegir una punta de caja estrecha, si el pie es ancho habrá que elegir una caja más cuadrada y, si los dedos son largos, la caja será más alta.

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«LAS ZAPATILLAS ESPECIALMENTE

Historia y mito del calzado que la danza invadió las calles

Solo hay un zapato en el mundo capaz de adaptarse con asombrosa facilidad al vestuario de una primera dama (recordemos a Carla Bruni en su etapa en El Elíseo), al de una superestrella del pop (Rosalía -quién si no- ha aparcado sus plataformas por un momento), a una famosa novia en su gran día (Keira Knightley, en 2013), al de muchas estilistas (la británica Julia Hobbs ha aceptado aparcar de momento sus adidas Gazelle) o a cualquier parisina anónima cualquier día del año (no importa si es invierno, así es el mito de las francesas).

Gracias a TikTok, la bailarina de ballet vuelve a estar de moda desde hace unos meses, inundando la red con todo tipo de prendas que recuerdan a la danza, de leotardos a jerséis cruzados, calentadores, cuellos cisne y, sobre todo, bailarinas. Pinterest confirma que el estilo bailarina ha aumentado un 1566% en los últimos meses, mientras que el hashtag #balletcore cuenta con más de 360 millones de visualizaciones en TikTok, lo que la hace la más viral.

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DE PUNTA SON

ESPECIALMENTE CRUELES»

El resultado es un capítulo nuevo del Balletcore, esa estética que se regodea en la mística de las bailarinas, y una evolución de la tendencia de la ropa deportiva que lleva años explorando todas sus posibles facetas. La moda ha romantizado en muchas ocasiones la hiperfeminidad de la bailarina, centrándose siempre en un estereotipo muy concreto, el de la mujer blanca y delgadísima, casi aniñada, producto de una cultura estética y unos cánones muy alejados de la conciencia.

Así que el regreso de la bailarina solo podía suceder rompiendo con esos clichés: ahora se combina con prendas de aire poderoso, como en el desdile de Miu Miu (que ya las había declinado en su colección del verano 2016) o en el Instagram de Rosalía, que ha acabado por sentenciar que las bailarinas ya no son un calzado cursi, pijo ni ñoño. Para llevar bailarinas hay que ser fuerte de espíritu. Ser una bailarina es complicado, pero la pasión es más grande que cualquier cosa, por encima de todo, todo se puede lograr, es posible hacerlo.

ZAPATILLAS
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El balletcore como una evolucion en tendencia en el mundo

EL BALLET ES ARTE

El culto moderno por la bailarina no puede explicarse sin hablar de varios iconos franceses. La primera de todas fue Brigitte Bardot, que antes de ser actriz fue bailarina de danza clásica. En 1956 pidió a la casa Repetto (que hasta entonces había calzado en el ballet) una zapatilla tan cómoda que se pudiera llevar como calzado diario. Y así, Rose Repetto (que había inventado su primera zapatilla de ballet en 1947 para su hijo, Roland Petit, quien después se convertiría en un aclamado bailarín, coreógrafo, maestro de ballet y director de compañía francés) creó la bailarina “Cendrillon”, en un color rojo encendido. Bardot se la puso para dar vida a la bella Juliette en Y Dios Creó a la Mujer (de Roger Vadim). Hoy en día Repetto sigue siendo una de las firmas de zapatillas de danza más prestigiosas del mundo (sirve, por ejemplo, a la Ópera de París) pero también una de las que mejor ha explorado las posibilidades de este calzado en la calle, con colaboraciones con destacados diseñadores y marcas como Yohji Yamamoto, Comme de Garçons, Issey Miyake, Rodarte y Karl Lagerfeld, y todos los años lanza hasta seis colecciones diferentes de bailarinas.

En realidad fue Capezio (la firma creada por el italiano Salvatore Capezio, que comenzó reparando las zapatillas de los artistas de la Metropolitan Opera House de Nueva York en una pequeña tienda y que acabó montando un imperio como fabricante) quien permitió que las bailarinas dieran el salto de la danza a la moda. En la década de 1900, la diseñadora Claire McCardell quedó fascinada con los zapatos y le encargó a Capezio que adaptara una versión para fuera del escenario. Los zapatos aparecieron en su colección y ganaron gran popularidad. Pero fueron las icónicas pantuflas rojas que llevó Bardot en la película las que consiguieron un éxito instantáneo, y desde entonces el zapato plano se ha convertido en sinónimo de la elegante simplicidad que da placer ver.

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EL BALLET CLÁSICO ES FÁCIL

Nada más falso. El ballet tiene como objetivo que en una ejecución los bailarines impresionen al público haciendo parecer que el virtuosismo y casi absoluta perfección con el que ejecutan las coreografías es fácil, pues los movimientos son precisos y suaves. Sin embargo, el trabajo para lograr esa fluidez y gracia en los movimientos es un trabajo colosal, un trabajo de muchas horas, constante, duro y disciplinado.

El ballet clásico requiere no sólo del desarrollo de fuerza, resistencia y rápidez como en tantos otros deportes, sino que el ballet clásico además exige coordinación, agilidad, memoria, musicalidad y hasta aptitudes histriónicas para poder transmitir durante la ejecución. Esto por mencionar algunas habilidades.

La exigencia de este arte es tal que se requiere la práctica diaria para lograr por lo menos la correcta ejecución de pasos, combinaciones y colocación del cuerpo, no digamos del trabajo de grandes bailarinas y bailarines que llegan a practicar más de 40 horas semanales.

Así, con la combinación de todos estos elementos, definitivamente podemos concluir que el ballet clásico no es para nada una actividad fácil.

llevan una alimentación basta y sana, tal y como los atletas.

5. Las puntas de ballet son de yeso.

Desafortunadamente un mito que se escucha aún dentro del mismo medio, es decir, muchas y muchos bailarines creen y siguen propagando el mito de que las puntas de ballet están hechas de yeso.

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Los grandes bailarines no son grandes por su técnica, son grandes por su pasión”
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-Martha Graham
Todo lo que necesitas saber sobre las bailarinas, lo encuentras en este libro, te invito a que te sumergas en este mundo y descubre los mitos que hay detrás de este.

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El Ballet by ANA SOFIA BETANCOURTH CUELLAR - Issuu