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Forjando Vivencias

castigo. El vínculo social ha permitido la sobrevivencia de la especie y, por lo tanto, pudo haber evolucionado un sistema de alarma para garantizar su satisfacción. Así, cuando una persona se ha sentido sola durante un tiempo, la sensación de malestar se activa, tal como el hambre o la sed, indicando que algo debe hacer. Cómo este hombre, esta mujer actúe es determinante, así como el ambiente que le rodee. Quienes se sientan acogidos por otros, podrían estar a salvo, sin embargo, ¿qué pasaría con quienes no cuenten con otros emocionalmente disponibles? Quizás algunos anestesiarán su malestar con alcohol o con otras drogas, o confundirán la compañía con el cuerpo que se cambia como sábana. Otros, anticiparán la frustración y ni siquiera intentarán acercarse a los demás. Tales estrategias podrían ahondar la sensación de soledad.

Proteger a quienes pueden estar en mayor riesgo de sentirse solos es necesario, aquellos que se encuentran en las orillas de la sociedad, esos que son sistemáticamente excluidos. Es importante prestar atención a los envejecientes, desempleados, inmigrantes, a las personas que sobreviven en medio de la pobreza y a quienes viven con un problema de salud mental o una discapacidad. Igualmente, es necesario acompañar a quienes enfrentan pérdidas o transiciones como el divorcio, el nacimiento de un hijo o la adolescencia (Griffi n, 2010).

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El individualismo puede llevar a pensar, erróneamente, que la soledad es una experiencia personal, y lo es, sin embargo, no exclusivamente. El pensar de esta manera, el asumir estar perspectiva solo termina culpabilizando al que ya sufre y minimizando su experiencia. Recomendaciones como: “Debes hacer un esfuerzo por acercarte a la gente” o “Búscate una novia” no reconocen los roles que juegan la sociedad y quienes la componen en la prevención y en el abordaje de la soledad. Los modelos económicos imperantes han alterado el tejido comunitario. El “yo” es defendido a expensas del “nosotros”, para dejar un “él” que no se reconoce como semejante, un “tú, igualmente extraño y ajeno.

La soledad se deshace ante la conexión, y esta es posible gracias a la acogida real, esa que es capaz de atravesar distancias emocionales y físicas, para que la soledad, al menos sea compartida.

Referencias

Campoamor, R. (s. f.). Las tres rosas. http://www.cervantesvirtual.com Hawkley, L., & Cacioppo, J. (2010). https://doi:10.1007/s12160-010-9210-8 Mental Health Foundation (2010). Th e lonely society? https://www.mentalhealth.org.uk Rico-Uribe, L., Caballero, F., Martín-María N., Cabello, M., Ayuso-Mateos J., Miret, M. (2018). https://doi.org Schopenhauer, A. (2018). https://www.gutenberg.org Simon, E. y Walker, M. (2018). https://doi.org Sutin, A. , Stephan, Y., Luchetti, M., Terracciano, A. (2010). https://doi.org

FORJANDO VIVENCIAS

Juan Francisco Puello H. jpuello@puelloherrera.com

“En verdad les digo que no pasará esta generación sin que sucedan estas cosas. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.

Lucas 21, 32-33

La parábola de la higuera ilustra la seguridad de que todo lo que dice Jesús va a ocurrir. Cuando dice que el reino de Dios está cerca guarda relación con la predicación cristiana donde Lucas ve la manifestación del reino.

La afirmación que no pasará esta generación sin que sucedan estas cosas, subraya la certeza de que todos estos acontecimientos van a ocurrir no para que se especule sobre el cuándo.

Es un error inscribirnos el “club de los especuladores” que ve el final de los tiempos en cualquier acontecimiento. Como auténticos cristianos, no tenemos una bola mágica de cristal que indique el momento preciso de los acontecimientos que ocurrirán al final de los tiempos. Lo importante es darnos cuenta, que lo imprevisible es también patrimonio del creyente.

Aquí, lo importante es el mensaje de Jesús que debe marcar nuestra vida, antes, durante y después de los signos que anuncian el fin. Es por esto, que no debemos sucumbir a las atracciones de este mundo que pueden apartarnos del camino de la Verdad.

0ración: Señor, ayúdanos a mantener siempre una oración vigilante, para que podamos presentarnos ante ti como juez justo y sin temor a ser rechazado. Amén.

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