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Dominicanos de la Diáspora: Cuando toca seguir
les explica mejor cuál será su quehacer: El Defensor, el Espíritu Santo... será quien les enseñe todo y les vaya recordando “todo lo que les he dicho”. Este Espíritu será la memoria viva de Jesús. Con la paz de su Maestro afrontarán los tormentos de la realidad.
La paz cristiana No es una paz cualquiera. Es su paz. Por eso nos dice: «No se la doy yo como la da el mundo». La paz de Jesús no se construye con estrategias inspiradas en la mentira o en la injusticia, sino actuando con el Espíritu de la verdad. Hemos de reafi rmarnos en él: «Que no tiemble su corazón ni se acobarde». En estos tiempos difíciles de desprestigio y turbación que estamos sufriendo en la Iglesia, sería un grave error pretender ahora defender nuestra credibilidad y autoridad moral actuando sin el Espíritu de la verdad prometido por Jesús. El miedo seguirá penetrando en el cristianismo si buscamos asentar nuestra seguridad y nuestra paz alejándonos del camino trazado por él.
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La paz de la que nos habla Jesús es una condición especial, dinámica, envolvente y confi ada. No es una ausencia de confl ictos y tensiones. Tampoco una sensación de bienestar o una búsqueda de tranquilidad interior. Según el evangelio de Juan, es el gran regalo de Jesús, la herencia que ha querido dejar para siempre en sus seguidores. Los discípulos de ayer y de hoy, hemos de recordar lo que Jesús había pedido a sus discípulos al enviarlos a construir el reino de Dios: «En la casa en que entren, digan primero: paz a esta casa». Para humanizar la vida, lo primero es sembrar paz, no violencia; promover respeto, diálogo y escucha mutua, no imposición, enfrentamiento y dogmatismo.
Trabajar por la paz Es muy difícil construir la paz. Una y otra vez se vuelve al enfrentamiento y la agresión mutua. Nadie quiere tomar en cuenta algo tan elemental: sólo los hombres y mujeres que poseen paz, pueden aportarla a la sociedad. Cualquiera no puede sembrar paz. Con el corazón lleno de resentimiento, intolerancia y dogmatismo se puede movilizar a la gente, pero no es posible aportar verdadera paz a la convivencia, política, social, religiosa e integral. No se ayuda a acercar posturas y a crear un clima amistoso de entendimiento, mutua aceptación y diálogo, sino se ama, sino se pone primero el interés común antes que las aspiraciones personales.
La persona que lleva en su interior la paz de Cristo, busca siempre el bien de todos, no excluye a nadie, respeta las diferencias, no alimenta la agresión, fomenta lo que une, nunca lo que nos enfrenta. Personas que poseen la paz en su corazón, la llevan consigo, la comunican y la difunden. Estos construyen paz porque ayudan a acercar posturas y crean un clima amistoso de entendimiento, mutua aceptación y diálogo.
Jansel Hernández
jandez@gmail.com
DOMINICANOS DE LA DIÁSPORA
Cuando toca seguir
Al ver como las cosas van cambiando, como vamos volviendo a la “normalidad” y aunque muchos ya hace meses mantienen un “teteo” activo desafi ando las autoridades, nos toca seguir y levantar la cabeza.
De la pandemia hemos aprendido mucho, nos hemos mirado más de la cuenta y ha sobresalido lo peor y mejor de muchos de nosotros. Toca seguir con la cabeza en alto y las precauciones necesarias. Si a ti no te ha tocado lo del Covid-19 o si te tocó, toca seguir y no vacilar con tu deseo de encontrar un trabajito sino lo tienes o poner de nuevo tu negocio que perdiste.
Toca seguir, aunque los días sean difíciles y los atracos continúen; toca seguir, aunque ya no te fían más en el colmado, pero tienes un espíritu inquebrantable.
Como dominicano en el extranjero también me toca seguir adaptándome y no olvidarme de mi gente en dominicana; toca seguir echando para adelante con mis valores y alegrías y saber que somos de una raza que, aunque no salga el sol siempre dibuja una sonrisa en su rostro. Toca seguir y agradecer a la vida que seguimos de pie y con la posibilidad de cambiar nuestro país para bien.