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Forjando Vivencias

lugar donde duerme, una habita

ción repleta de cocheros, los cuales intentaban descansar acostados sobre el suelo o en bancos, y ahí trató de hablar con uno de sus

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compañeros, un joven cochero. Le dice que su hijo había muerto, pero este permanece impasible.

Tiene sueño, así que cubre su cabeza con la manta y vuelve a dormir. Su propia carencia, pareció dificultar que contemplara la necesidad de Yona. Sus pasajeros se comportaron de igual manera. Querían les llevara a algún lugar, para ello lo emplearon, los ojos en la meta les hizo pasar por alto la necesidad de escucha de Yona. ¿Cuáles serán las metas personales que parecen desplazar las penurias de los demás?

El famoso psicólogo estadounidense Carl Rogers reconocía que el atender y comprender lo que siente el otro puede liberar poderosas fuerzas de cambio en su modo de ser y actuar. Consideraba a la escucha comprensiva su arma más poderosa (Rogers,

FORJANDO VIVENCIAS

Juan Francisco Puello H. jpuello@puelloherrera.com

“Está comprobado que la raíz de todos los males es el amor al dinero. Por entregarse a él, algunos se han extraviado lejos de la fe y se han torturado a sí mismos con un sinnúmero de tormentos”.

1 Timoteo 6, 10

1961). Estudios más recientes verifican su importancia en la educación (Sañudo y Susinos, 2018), la práctica de la medicina (Halpern, 2007) e incluso las ventas (Anaza, Inyang y Saavedra, 2018).

La escena que concluye el relato de La tristeza, es una dura crítica a la capacidad de escucha de los seres humanos. ¡Un caballo pudo escuchar a quien los hombres ignoraron! Chejov, en su infinita generosidad, se apiada de los seres supremos de la Tierra y escribe lo que parecen ser pautas para la escucha dándole voz a los deseos de Yona:“¡Qué no daría él por encontrar alguien que se prestase a escucharlo, sacudiendo compasivamente la cabeza, suspirando, compadeciéndolo!”. El inmortal autor ruso parece sugerir que conviene:

1. Escuchar las palabras:

“que se prestase a escucharlo” 2. Mostrar que se escucha:

“sacudiendo compasivamente la cabeza” 3. Conectar con la emoción:

“suspirando, compadeciéndolo”. Tres pasos sencillos, sin artificios, pero sin duda nada simples, porque para seguirlos habrá que dejar espacio y tiempo para el otro, y eso significa pausar, dejarse conmover, considerar la perspectiva del otro y sus necesidades. ¡Ojalá asumamos el reto, ya Chejov nos marcó la ruta! Yona nos espera.

Referencias

Anaza, N., Inyang, A. y Saavedra, J. (2018), “Empathy and affect in B2B salesperson performance”, Journal of Business & Industrial Marketing, Vol. 33 No. 1, pp. 29-41. https://doi.org Chejov, A. (s. f.). La tristeza. Biblioteca Digital Ciudad Seva. https://ciudadseva.com Halpern, J. (2007). Empathy and Patient–Physician Conflicts. J GEN INTERN MED 22, 696–700 https://doi.org Rogers, C. (1961). On becoming a person. http://freebookbrowser.com Sañudo, M. y Susinos, T. (2018). ¿Quién toma la palabra en la escuela?, ¿quién escucha? Preguntas pertinentes desde la práctica reflexiva. Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva, 12(1), 74-94. https://doi.org

El que se aparta de la enseñanza de Cristo que refiere a la piedad, se hace víctima del orgullo y de la ignorancia. Cuando éstas dominan la vida de una persona, conducen a especulaciones vanas y a toda clase de faltas contra la unidad y la caridad, llegando incluso a convertir la religión en un medio de lucro.

Frente a ese panorama, San Pablo hace una buena recomendación de la sobriedad, y una seria advertencia sobre los peligros que traen consigo las riquezas. Es también una advertencia, a aquellos que creen que el dinero es la fuente de la felicidad.

Está comprobado, que el amor al dinero no sólo aleja a la persona de Dios, sino que también es causa de división. Para desterrar la codicia de nuestra vida hay que tener un corazón desprendido. Para entenderlo, debemos hacernos la idea que los bienes que se adquieren con el dinero son pasajeros y que Dios los otorga para un disfrute sobrio.

Mediante el buen uso que hagamos del dinero conseguiremos los bienes imperecederos de la vida eterna. Para esto, hay que hacer partícipes de esos bienes a los demás, particularmente a los más necesitados, en cumplimiento con el precepto del amor al prójimo.

Oración: Líbranos Señor, de no caer en el orgullo y la codicia que nos apartan de ti. Como el sabio de Israel te pedimos, “...no me concedas ni pobreza ni riqueza, déjame comer mi parte de pan, no sea que, satisfecho, me aparte de ti y diga: ¿Quién es Yahvé?; o que, necesitado, robe y profane el nombre de mi Dios” (Proverbios 30, 8-9). Amén.

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