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Crecimiento: el otro gran reto de la economía

Marcos Daniel Arias Novelo, Analista Económico Monex Casa de Bolsa. Linkedin: Marcos Novelo | Twitter: @marcos5315

Más allá de la pandemia y la inflación, lo que necesita la economía mexicana para superar la actual crisis es asegurar el crecimiento, a través de la inversión.

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En este 2022, la conversación económica se ha centrado en la inflación y los aumentos récord en los precios alrededor del mundo. Hasta el cierre del año pasado, cerca de 45% de las economías avanzadas y 70% de las economías emergentes padecían tasas inflacionarias superiores al 5.0% anual, lo que justifica, sin duda, que se le dé prioridad al tema dentro en todo el mundo.

En lo que respecta a México, no estamos aislados de las tendencias internacionales y la inflación alcanzó un nivel de 7.4%, la más alta desde 2001.

El incremento en los precios es un reto mayúsculo que precisa respuestas contundentes por parte de las autoridades correspondientes; sin embargo, hay otro pendiente que reclama nuestra atención y acción inmediata. Me refiero a lo que se está observando en materia de actividad económica.

Este tema posiblemente sea secundario en otros contextos, ya que la percepción que prevalece en el mundo es que el ritmo del crecimiento económico es demasiado elevado; tanto así, que se ha llegado a pensar que algunas naciones podrían estar en una situación de “sobrecalentamiento”. No obstante, para México los datos advierten una situación ya no solo de estancamiento, sino de deterioro continuo.

Aunque en nuestro país el año 2021 cerró con un crecimiento espectacular del PIB de 5.0% —el mejor de los pasados 11 años—, el asunto debe analizarse a la luz de la caída de 8.4% que ocurrió en 2020, que fue la más grave en casi nueve décadas.

Si por un momento dejamos de lado el gran efecto que tuvo la pandemia sobre la actividad económica, los niveles en que nos encontramos en la actualidad equivaldrían a que la economía se hubiera contraído 1.3% año con año desde 2018, cuando el pib alcanzó su máximo más reciente.

Se puede pensar que el supuesto anterior carece de relevancia debido a que la economía mexicana está en un proceso de recuperación y puede regresar a los niveles anteriores en cuestión de trimestres; sin embargo, la información más detallada plantea severas dudas sobre esta perspectiva.

Se puede pensar que el anterior supuesto carece de relevancia porque la economía mexicana se encuentra en un proceso de recuperación y regresará a los niveles anteriores en cuestión de trimestres, pero la información más detallada plantea severas dudas sobre esta perspectiva. Por ejemplo, el igae, indicador que da seguimiento a los flujos mensuales de actividad económica, tuvo variaciones negativas en 6 de 12 meses de 2021, ¿acaso se sostiene la lógica de recuperación cuando el 50% del año anterior la actividad se contrajo en vez de avanzar?

Incluso el nivel del índice en diciembre de 2020 es mayor que el que se proyecta para diciembre de 2021, lo que reflejaría que tras 12 meses de “recuperación”, las fábricas, comercios y empresas diversas del país están teniendo menos actividad económica que al final del peor año de la pandemia.

Desde cierto ángulo, es posible que esta dinámica no sea novedosa. Ya en 2019, la economía mexicana había presentado una ligera contracción de -0.2 % y los primeros meses de 2020, previos al confinamiento, también mostraban una inercia negativa. Lo que despierta una mayor preocupación, empero, es la posibilidad de que este deterioro esté adoptando un paso más marcado. Los datos de 2021 así lo sugieren, pues si, en un ejercicio de historia alternativa, sustituyéramos el camino de crecimiento que se dio en 2019 con las variaciones mensuales del igae de 2021, el resultado habría sido de una caída de 0.4 % y no de 0.2 %.

Bien puede argumentarse que el desempeño del año pasado se vio afectado por el repunte de los contagios de covid-19, con la aparición de las nuevas variantes. Sin embargo, aunque es posible que la enfermedad haya ejercido disrupciones significativas en la economía, es difícil atribuirle la responsabilidad entera de la debacle, ya que, a diferencia de México, otros países que tuvieron ciclos epidémicos similares —como Colombia, Chile o Estados Unidos— registraron crecimientos sólidos en el segundo semestre del año. Además, en la búsqueda de minimizar el impacto económico de la pandemia, México se caracterizó por adoptar una postura poco restrictiva de la movilidad y las actividades, por lo que es muy factible que elementos de índole interno hayan diferenciado nuestro desempeño del de esos otros países.

Las determinantes de la actividad industrial dependenmenos del grado de movilidadde la población y más dela inversión

Al analizar nuestra economía de manera detallada la situación adquiere una forma más discernible, pues contrario a la percepción de que los datos establecen inequívocamente que nos encontramos en una recesión (condición que implica descensos generalizados de la economía), hay algunos segmentos que sí han tenido un buen desempeño. Por ejemplo, cinco de los nueve subsectores de las actividades terciarias ya han rebasado sus niveles previos a la pandemia, incluyendo actividades clave como el comercio minorista y los servicios financieros.

En su lugar, la crisis mexicana es más una conjunción de rezagos profundos en áreas bien identificadas: la industria y los servicios con alto grado de interacción física, como los turísticos y los de esparcimiento. Caso separado es el de los servicios profesionales, que tuvieron cambios drásticos tras la implementación de la reforma en materia de outsourcing, pero cuyo efecto neto es todavía difícil de medir ante la escasez de datos y el poco tiempo que ha transcurrido desde el evento.

De los dos grupos de actividades mencionados, es posible que la recuperación de los servicios turísticos y de esparcimiento se dé más naturalmente si la pandemia por fin transita a una fase endémica. De hecho, aunque los rezagos en estos rubros son mayores a 10% frente a sus niveles prepandemia, mostraron un comportamiento resiliente en el segundo semestre de 2021, por lo que el foco de atención se vuelca hacia el sector industrial.

Las actividades secundarias tuvieron un cierre de año complicado, pues las caídas en los flujos mensuales de producción fueron frecuentes y generalizadas. Además, aunque es posible que la mejora de las condiciones sanitarias tenga un efecto positivo sobre las cadenas globales de valor y, por ende, sobre la producción manufacturera, no será la panacea.

Lo anterior, porque las determinantes de la actividad industrial dependen menos del grado de movilidad de la población y más del que ha sido “el coco” de la economía mexicana en los Las determinantes de la últimos tiempos: la inversión. actividad industrial dependen.

Visto desde la perspectiva de la demanda agregada, las piezas encajan, menos del grado de movilidad pues al cierre de 2021 el consumo privado estaba cerca de 2.0% de distande la población y más de cia de su nivel previo a la pandemia, y las exportaciones como las importaciola inversión nes ya se han recuperado, pero la inversión fija bruta aún presenta una brecha de más de 10.0% frente a su máximo más reciente. Ello se ve reflejado en las cifras de la construcción que tienen un rezago igual de importante, pero también en los débiles crecimientos de la minería, las utilities y gran parte de las manufacturas, que dependen de la inversión para mantener un ritmo boyante de expansión.

De esta manera, luego de 23 meses de que se llamara a la Jornada Nacional de Sana Distancia, está claro que el tren de la recuperación inercial por la reapertura inicial de las actividades, ya ha arrancado. Algunos subsectores, especialmente en servicios, lograron montarse y ya han dado vuelta a la página de la pandemia, pero otros lo perdieron y están en espera de un catalizador que permita una perspectiva más alentadora. Ese catalizador es la inversión y depende de las decisiones que tomemos internamente. Solo a través del respeto al estado de derecho y de la colaboración estrecha entre los actores públicos y privados podremos tener un mejor ambiente de inversión y evitar que la debilidad económica se siga acentuando. Depende de nosotros, ojalá que así sea. •

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