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Crecimiento: el otro gran reto de la economía Más allá de la pandemia y la inflación, lo que necesita la economía mexicana para superar la actual crisis es asegurar el crecimiento, a través de la inversión.
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n este 2022, la conversación económica se ha centrado en la inflación y los aumentos récord en los precios alrededor del mundo. Hasta el cierre del año pasado, cerca de 45 % de las economías avanzadas y 70 % de las economías emergentes padecían tasas inflacionarias superiores al 5.0 % anual, lo que justifica, sin duda, que se le dé prioridad al tema dentro en todo el mundo.
Aunque en nuestro país el año 2021 cerró con un crecimiento espectacular del pib de 5.0 % —el mejor de los pasados 11 años—, el asunto debe analizarse a la luz de la caída de 8.4 % que ocurrió en 2020, que fue la más grave en casi nueve décadas.
En lo que respecta a México, no estamos aislados de las tendencias internacionales y la inflación alcanzó un nivel de 7.4 %, la más alta desde 2001.
Si por un momento dejamos de lado el gran efecto que tuvo la pandemia sobre la actividad económica, los niveles en que nos encontramos en la actualidad equivaldrían a que la economía se hubiera contraído 1.3 % año con año desde 2018, cuando el pib alcanzó su máximo más reciente.
El incremento en los precios es un reto mayúsculo que precisa respuestas contundentes por parte de las autoridades correspondientes; sin embargo, hay otro pendiente que reclama nuestra atención y acción inmediata. Me refiero a lo que se está observando en materia de actividad económica.
Se puede pensar que el supuesto anterior carece de relevancia debido a que la economía mexicana está en un proceso de recuperación y puede regresar a los niveles anteriores en cuestión de trimestres; sin embargo, la información más detallada plantea severas dudas sobre esta perspectiva.
Este tema posiblemente sea secundario en otros contextos, ya que la percepción que prevalece en el mundo es que el ritmo del crecimiento económico es demasiado elevado; tanto así, que se ha llegado a pensar que algunas naciones podrían estar en una situación de “sobrecalentamiento”. No obstante, para México los datos advierten una situación ya no solo de estancamiento, sino de deterioro continuo.
Se puede pensar que el anterior supuesto carece de relevancia porque la economía mexicana se encuentra en un proceso de recuperación y regresará a los niveles anteriores en cuestión de trimestres, pero la información más detallada plantea severas dudas sobre esta perspectiva. Por ejemplo, el igae, indicador que da seguimiento a los flujos mensuales de actividad económica, tuvo variaciones negativas en 6 de 12
meses de 2021, ¿acaso se sostiene la lógica de recuperación cuando el 50% del año anterior la actividad se contrajo en vez de avanzar? Incluso el nivel del índice en diciembre de 2020 es mayor que el que se proyecta para diciembre de 2021, lo que reflejaría que tras 12 meses de “recuperación”, las fábricas, comercios y empresas diversas del país están teniendo menos actividad económica que al final del peor año de la pandemia. Desde cierto ángulo, es posible que esta dinámica no sea novedosa. Ya en 2019, la economía mexicana había presentado una ligera contracción de -0.2 % y los primeros meses de 2020, previos al confinamiento, también mostraban una inercia negativa. Lo que despierta una mayor preocupación, empero, es la posibilidad de que este deterioro esté adoptando un paso más marcado. Los datos de 2021 así lo sugieren, pues si, en un ejercicio de historia alternativa, sustituyéramos el camino de crecimiento que se dio en 2019 con las variaciones mensuales del igae de 2021, el resultado habría sido de una caída de 0.4 % y no de 0.2 %. Bien puede argumentarse que el desempeño del año pasado se vio afectado por el repunte de los contagios de covid-19, con la aparición de las nuevas
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