(2009) Educación, maestro y saber. Planos de contemporaneidad

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Paul Virilio, en un bello texto titulado: “el cibermundo: la política de lo peor”, no deja de analizar las formas ultrarrápidas de control al aire libre, que reemplazan a las viejas disciplinas que operan en la duración de un sistema cerrado. No se trata de invocar las producciones farmacéuticas extraordinarias, las formaciones nucleares, las manipulaciones genéticas, aunque estén destinadas a intervenir en el nuevo proceso. No se trata de preguntar cuál régimen es más duro, o más tolerable, ya que en cada uno de ellos se enfrentan las liberaciones y las servidumbres. Los lugares de encierro moldean, es decir, operan como moldes que ponen en evidencia una forma específica de producción subjetiva (estudiantes en las escuelas; enfermos en el hospital; obreros en las fábricas; soldados en el ejército; reos en la prisión; orates en el manicomio), sin embargo, a pesar de que los módulos son distintos juegan análogamente con su modelo inicial: el panóptico. Dentro de cada lugar de encierro opera la disciplina como experiencia administrativa del saber y del poder, eventualmente se comunican estos espacios diferenciados pero conservan su hegemonía en tanto la disciplina exige la condición de enclaustramiento. En cambio en las sociedades actuales el molde se ha quebrado y emerge en su lugar la modulación, es decir, un molde autodeformante y cambiante, pensemos en el surfing y en la manera como el surfista cabalga sobre las ondulaciones de las olas. La ondulación quiebra la escisión espacial, actúa como comunicación permanente, puedo estudiar, trabajar, divertirme de modo casi concomitante, de ahí que la lógica del control opere sobre las modulaciones de modo habitual, en letra menuda, la modulación cambia aunque no necesariamente el espacio. En lo que toca al final de estos espacios de poder: “En las sociedades de disciplina siempre se está empezando de nuevo (de la casa a la escuela, de la escuela a la fábrica), mientras que en las sociedades de control nunca se termina nada: la empresa, la formación, el servicio son los estados que hacen metástasis y son coexistentes de una misma modulación, como un deformador universal. En relación como las formas jurídicas, Kafka, “se instalaba ya en la bisagra entre ambos tipos de sociedad, describió en El Proceso las formas jurídicas más temibles: el sobreseimiento aparente de las sociedades disciplinarias (entre dos encierros), la moratoria ilimitada de las sociedades de control (en variación continua), son dos modos de vida jurídica muy diferentes, y si nuestro derecho está dubitativo, en su propia crisis, es porque estamos dejando uno de ellos para entrar en el otro. Las sociedades disciplinarias tienen dos polos: la firma, que indica el individuo, y el número de matrícula, que indica su posición en una masa”. He aquí la paradoja subjetiva y generalizante del poder 4, valdría la pena un ejemplo aterrizado a la educación, el asunto de la infancia, concepto dieciochesco que hizo posible la escuela y que en el hoy s e transformado radicalmente, incluso desde el reconocimiento planetario de los 4

La tutela remite al individuo y elimina la movilización.

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