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FRANCISCO COVARRUBIAS GAITÁN. UN LEGADO

Sheila Asnet Espinosa Cortés

En estas líneas es casi imposible, describir la amplia trayectoria, experiencia, reconocimientos y enseñanzas que dejo el Arquitecto Francisco Covarrubias Gaitán, trabajar junto con él, fue como hacer otra Maestría, y adquirir conocimientos en todos los ámbitos: Derecho, filosofía, historia, geografía, política, relaciones personales, religión... Todas las mañanas antes de empezar a trabajar, el Arquitec- to, solía tener ya un café en su escritorio, siempre con un papel en la mano, notas por revisar, libros por consultar, mientras tomaba mi lugar, frente a él, mencionaba los pendientes del día, a la par que preguntaba " ¿Qué novedades hay?"

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Algunas veces, yo mencionaba las noticias del día, otras, dudas que tenia sobre el trabajo en turno que estábamos realizando, algunas más el Arqui (como dejo que le llamara tras unos meses de trabajar con él) respondía poniendo reflexiones que se habían quedado del día anterior y que había trabajado durante la tarde o noche, o bien al participar en algún foro, sesión o charla, y de los cuales, invariablemente había tomados notas, en pequeñas libretas que iba acumulando, por qué; esas notas eran de absolutamente todo, lo que le inquietaba, lo que debía recordar, lo que presentaría a discusión en las múltiples organizaciones donde participaba, dirigía y proponía. De esas reflexiones al inicio del día laboral, siempre me quedo claro que la preocupación por el país, que el Arquitecto tenía era genuina, preocupación que junto con pasión y dedica ción dieron como resultado, muchas de las obras, planes y leyes que rigieron las décadas finales del siglo xx, el siglo del Urbanismo, como el lo llamaba.

Silla del Arq. Covarrubias Gaitán en su despacho de la Ciudad de México. Fotografía de Sheila Espinosa Cortes.

Así al empezar a atender los asuntos laborales, dos o tres al mismo tiempo, su experiencia de mas de cincuenta años se veía reflejada, en soluciones que no solo eran agiles, sino que demostraban que era un hombre que tenía una visión a futuro, así entre un párrafo, una lectura, una llamada, fui entendiendo la importancia de auris Instituto de Acción Urbana e Integración Social del Gobierno del Estado de México, donde él fue fundador, junto con otros grandes arquitectos, que habían sido compañeros de generación en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UnAM), ya que el Estado de México, estaba creciendo de forma desmedida y requería atención, sonreía mientras recitaba un fragmento de un corrido que en su momento sirvió para promover los planes gestionados: ¡Agárrate Texcoco, por que te llego la urbanización! algunas de las ideas, teorías y reflexiones que desarrollo durante la Maestría, —primera generación— y posteriormente los estudios que realizo en Londres, se vieron cristalizados en las propuestas de vivienda, tierra, planeación territorial y previsión del Desarrollo Urbano.

La mañana de trabajo siempre transcurría rápido, conocimiento y tenacidad, eran parte fundamental del ejercicio del arquitecto; conversábamos sobre como participo en la fundación de distintas instituciones como: sahop en 1976, sedue en 1982, sedesol en 1993, sedatu en 2013, donde ocupo cargos de Director General y Subsecretario. Parte de los beneficios de trabajar con él, era aprender un poco de todo, de sus últimos ejercicios profesionales, desarrollo un estudio sobre las Grandes Zonas Metropolitanas, como parte del mismo, actualizamos los datos de población de las mismas, el arquitecto con los datos en hojas, iba revisándolos, cada que yo decía un municipio, lo describía, me daba algún dato histórico, o alguna anécdota sobre trabajos que se habían hecho ahí, hablaba sobre trabajos de Patrimonio, colores, caminos, y no sólo en territorios nacionales, recuerdo que al iniciar la guerra actual de Rusia, recorrimos virtualmente Europa, por cada país una anécdota, una reunión, alguna participación, y como siempre y parte de todos sus viajes; más de un libro, su biblioteca, otro de los tesoros, decía tener unos tres mil libros, pero estoy segura de que eran más; arquitectura, urbanismo, historia, geografía, filosofía, arte, política, derecho y hasta recetarios de cocina nacional e internacional, y lo mejor de todo, cuando era necesario consultar, el sabia muy bien el nombre del libro, página que buscaba, y lugar donde estaba.

Su vocación y compromiso como profesor era indudable, de el aprendí a escalar los problemas a nivel local para que los alumnos se identifiquen y participen, a considerar que todos tienen situaciones diferentes, y que la visión a futuro es indispensable para que, al egresar, propongan soluciones por mejorar nuestro país. El país siempre fue de sus mas grandes preocupaciones y ocupaciones, su participación en la gestión para la Ley General de Asentamientos Humanos, las negociaciones para la implementación de las Ciudades Medias, las múltiples gestiones desarrolladas siendo Secretario o Subsecretario, escucharlo hablar de estas experiencias era un incentivo para ser, aprender y conocer.

De sus últimos proyectos; el desarrollo del capítulo metropolitano para el Programa General de Ordenamiento

Territorial y el Programa

General de Desarrollo, ocupaba las mañanas, tardes y noches, imprimir dos o tres veces lo escrito, para revisarlo, hacer comentarios, analizarlo, contemplar los múltiples escenarios, coordinar las reuniones del equipo de trabajo, conciliar tomando en cuenta todas las visiones y puntos de vista, sólo él.

Un viernes 2 de junio fue su funeral, despedido por amigos, colegas, personal de trabajo, un día antes me despidió como solía hacerlo algunas veces en la puerta de su casa, antes de la hora de la comida, viendo el paisaje, con una sonrisa, y recordándome los pendientes, del día siguiente, mientras me decía: Si estas preocupada déjalo en manos de Dios. Gracias

Mtro. Francisco

Débora y su telar de cintura, pueblo Ikoots de San Mateo del Mar, en la costa del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, México. Fotografía de Jesús Tenorio Simón.

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